A mi me gustaría que
alguien me dijera qué es lo que se puede esperar de un candidato que en espacio
de dos años, en vísperas de elecciones, ha cambiado 3 o 4 veces de partido. Y
luego lo que se puede esperar del partido que lo acepte. Si ha cambiado antes 3
o 4 veces de partido ¿no va a cambiar a su “nuevo” partido?.
El problema no es solo
algunas autoridades, sobre todo, regionales, o los partidos políticos, sino
también y sobre todo el paisanaje: la gente, los militantes o por lo menos lo
que pretenden ser y no son.
Diariamente escuchamos
o leemos éxodos masivo de hasta cuadros de partidos que por no figurar ellos o
sus amigos en una buena posición en las listas de candidatos optan por cambiar
de aire y de…principios.
“El voto no debe favorecer al
candidato que eleva la voz más que los demás o el que distribuye algunas
monedas y vende promesas mentirosas”. Lo dijo el rey, porque en tanto que rey
ciudadano sabe lo que pasa por ello dijo también que los marroquíes deben votar
“al candidato que cumple las condiciones de competencia, credibilidad y
disponibilidad a ponerse al servicio del interés general”.
¿Puede ser competente, creíble y
disponible a ponerse al servicio del interés personal quien cambia de partido,
de principios y de ideales como otros cambian de calcetines?.
Peor que la compra-venta de votos
la trashumancia política y los trásfugas son la peor especie de la corrupción
electoral.
El ejercicio democrático tiene
sus pautas, sus condiciones y sus exigencias, entre las cuales figura
destacadamente la fidelidad y el apego a los ideales del partido al que se
pertenece o se haya elegido pertenecer.
Los que cambian de partido no
deben merecer nuestro respeto ni nuestros votos y los partidos que los aceptan
tampoco.
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