Según el ministro del Interior unos 1 350 marroquíes
« combaten » con los diversos grupos terroristas en Siria y en Irak. De
ellos 286 han perdido la vida durante los últimos años, que, según información concordantes
pueden llegar al doble.
“Es mucho, comentó Mohamed Hassad durante un
encuentro con las agencias de prensa extranjeras acreditadas en Maruecos el
pasado día 27 antes de precisar que se trata de cerca de un cuarto de las
personas que se fueron ha muerto al cabo de un año y medio”. “Los que se van allí
van directamente a la guillotina”, explicó.
1350 que en septiembre, según datos proporcionados
en septiembre pasado por el jefe de la Dirección General
de Estudios y Documentación (contraespionaje marroquí) Yassin Mansouri, eran
1193. Todos… absolutamente todos condenados a morir por una injusta causa que
ni tiene que ver con el Islam ni con su país: Marruecos. De hecho, desde el
primer instante de esta impostura del siglo terrorista los marroquíes, los
tunecinos y de otras nacionalidades han constituido siempre la carne del canon.
Los que mandan en Dae’sh son los chechenios, bosnios o pakistaníes.
Marruecos forma parte de los principales países concernidos
por el flagelo y desde el punto de vista puramente securitario, Marruecos ha multiplicado
los desmantelamientos de células terroristas durante los últimos 10 meses: en
el 2013, según el ministro del Interior, más de 30 filiales fueron
desmanteladas y desde hace unos 6 meses otras 12 células lo fueron.
Si. En efecto, propios y extraños reconocen la experiencia
y la eficacia de los servicios marroquíes en este dominio, como dijo el
ministro y se está haciendo todo lo posible para que esta amenaza, calificada
por él de “real” “no se traduzca en actos”.
No obstante ni Hassad ni Mansouri han explicado
hasta ahora cómo han podido irse tantos jóvenes a una muerte segura ni por qué
ni siquiera cuando…
Dicho con otras palabras: en la batalla de comunicación
(que junto a la sequedad de las fuentes de financiación constituye la más trascendental
de las luchas anti-terroristas) Dae’sh ganó prematuramente la batalla,
convenciendo a centenares de jóvenes marroquíes, en ausencia de una estrategia
de comunicación nacional para contrarrestarlo, a optar por una muerte segura en
nombre de falsos ideales y convicciones.
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