Desde hace meses, más exactamente desde el
comienzo de la operación « Manos limpias” en el seno de la Dirección general de la
seguridad nacional, las grandes ciudades marroquíes y otras localidades menos grandes
del país comienzan a conocer una inseguridad sin precedentes.
Ayer mismo (martes 28-7) un tren fue atacado por una
banda de malhechores armados con sables, obligándolo a detenerse 5 minutos
antes de su llega a su destino en Fez.
El pasado día 24 en la playa Gharbia (Rabat) una
decena de hombres armados atacaron a los bañistas antes de que la gendarmería
interviniera deteniendo a 7 menores.
Pocos días, como damos cuenta, otra banda de delincuentes
ataco a los veraneantes en una playa en los arrabales de la ciudad de Al
Husseima y a comienzos de la semana una mujer con su bebé fue agredida en la
cornisa de Tánger cuando se paseaba tranquilamente. El video que recoge el momento
de la agresión de la pobre mujer sigue, días después escandalizando a los
internautas nacionales y extranjeros.
Además de todo esto en los barrios periféricos,
desde hace semanas, las agresiones de personas físicas comienzan a formar parte
de la realidad cotidiana de los marroquíes que habitan estos barrios.
Los agentes de autoridad pública no pueden estar
por todas partes y esta ola de violencias como toda violencia no previene.
En este contexto se debe decir que el que no duda
no sabe cosa alguna… y el carácter esporádico de estas agresiones y los
escenarios escogidos: Casablanca, Tánger, Fez, Al Husseima y Rabat más tiene forma
de mensaje que de actos espontáneos que se enmarcan en alguna realidad socio-económica.
¿Mensaje a quién y por quién? ¿A quién se busca linchar y por qué?
Obviamente no somos nosotros los que debemos
responder o investigar, pero si nosotros y todos debemos recordar que cada vez
que hay la voluntad de sanear un cuerpo de seguridad se expone a este tipo de
inseguridad aparentemente prefabricada.
¿Con qué objetivo?
Ustedes mismos pueden responder.
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