26 de junio. Noveno día del mes sagrado de Ramadán.
Triste día para la conciencia internacional. 3 atentados casi simultáneos: el condenable
panorama terrorista comenzó hacia las 10 de la mañana con un atentado en un
sitio de gas industrial en Isére, cerca de Lyon (Francia) que cobro la vida de
un inocente, resultando otras dos
personas levemente heridas.
Menos de media hora después el ministro tunecino
del interior establecía el balance del atentado contra el hotel Marhaba de
Sousse a 27 muertos y un indeterminado numero de heridos, entre empleados del
establecimiento y los turistas.
En Koweit-City otro atentado-suicida, justamente
a la hora de la oración solemne del viernes sagrada para todos los musulmanes
cualquiera que sea su doctrina o dogma, mataba a por lo menos 13 personas, resultando
heridas otras 25 muchas de ellas en estado grave.
3 atentados: uno en Francia y los otros 2 en países
musulmanes. En Francia murió una persona, en Túnez 27 (el balance es aun
provisional y fragmentario) y en Kuwait 13 fieles que rezaban.
No. Los que perpetraron estos estas atrocidades
no son ni musulmanes ni islamistas, aunque algunos insistieran en darles
apelaciones y adjetivos inherentes de afrentar y vilipendiar a la religión musulmana
y a los musulmanes.
Lo hemos dicho más de una vez: Siria es un comienzo
y una ínfima parte de los proyectos de “Da’esh” y demás grupos terroristas,
tanto los radicales como los llamados y apoyados hasta ahora por Estados
Unidos, Francia y el Reino Unido “moderados”. El gran objetivo terrorista es
los países del Golfo, particularmente Arabia Saudita, pero también los demás
emiratos antes de extenderse hacia, primero los países de la rivera norte del Mediterráneo
a través de Libia, Túnez y Egipto, además de Siria e Irak y, más tarde el resto
del mundo con Boko Haram en África y otras células hasta ahora durmientes en
muchos países occidentales y en el su-este asiático a través de Pakistán y Afganistán.
Y es normal, no porque Occidente y más
exactamente los creadores y patrocinadores occidentales y sus satélites árabes
no reaccionan con la suficiente firmeza y rigor ante los crímenes terroristas,
sino los propios ulemas musulmanes y los gobiernos en general se muestras pasivos e incluso dudosamente compasivos ante crímenes
de lesa majestad como el de ayer mismo en Ain al-Arab o Kobani, donde medio
centenar de personas fueron degollados
ante la indiferencia total de los dignatarios políticos, religiosos y
culturales del mundo árabe.
El terrorismo no tiene partida de nacimiento. No
respeta ni cree obligado a respetar a su creador ni patrocinador ni a sus
padrinos, tanto los visibles como los discretos.
Todos somos victimas del terrorismo: de quien
coloca bombas y de quien lo manipula con vistas a intereses que nadie ignora.
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