Especial Ramadàn: "Mohamed Mensajero de la Paz": EPISODIO VI: PRIMERA CARTA CONSTITUCIONAL EN EL ISLAM
“Diles: Mi Señor sólo ordena lo que es justo y moral.
Orad en las mezquitas, invocad a Allah y sed sinceros en la fe; y [sabed que]
así como os creó [por primera vez] seréis resucitados”. (Al Aaraf, El Muro
divisorio, versículo 29).
En la Medina, el Profeta de Allah
(SAS) ejerció una autoridad, tanto espiritual, como un poder político. Bajo su
guía se había constituido una sociedad cuya forma de ser y manera de actuar se
inspiraban del mensaje divino.
Una sociedad en que, como Dice
Allah, Exaltado Sea en el Corán: “El mejor de vosotros, para Allah, es el más
devoto”.
En la Medina fue realizada lo que
podríamos llamar la visión islámica de la paz, de la concordia y de la
cohabitación entre los distintos pueblos sin distinciones del credo o de raza.
En efecto, fue en La Medina donde se había
promulgado la Primera
carta de derechos y deberes cívicos: La Carta de La Medina.
Nunca había existido antes
algo parecido. Esta carta garantizaba a cada ciudadano la libertad y la
seguridad, justicia, habiendo sido
redactada, de mutuo acuerdo por representantes de las comunidades del oasis de la Medina bajo los auspicios
del Profeta Mohammad (SAS).
La característica principal de
esta nueva sociedad, impulsada por el Islam y su Profeta (SAS) era el buen
comportamiento. La codicia y el egocentrismo fueron sustituidos por la piedad y
la bondad para todas las criaturas de Allah, Exaltado Sea.
En la ciudad del Profeta (SAS)
fueron instituidos otros dos pilares de la religión musulmana. La revelación
enseñó a los musulmanes a entregar la
Zaqat (impuesto sobre la riqueza) y el ayuno del mes sagrado
de Ramadán.
Durante este periodo, el
Profeta (SAS) volvió a casarse. Siguiendo las antiguas costumbres, se casó con
varias viudas de sus nobles compañeros, los cuales habían manifestado una
particular devoción y cercanía y que se distinguían por su nobleza espiritual.
Otras esposas, como Aicha y Safia tuvieron al Profeta (SAS) como único marido.
La poligamia formaba parte de la sociedad de la época, pero la revelación
coránica intervino para limitar mucho su
práctica, su extensión y su envergadura, aconsejando a los fieles a dedicarse a
una sola esposa por amor. En la era pre-islámica (Al jahllia o la era de la
ignorancia) el hombre se casaba hasta con cien esposas. Las esposas del Profeta
(SAS) constituyen, en este contexto, una
excepción, habida cuenta de que su función consistía también en asistir a los
creyentes y ayudar a transmitir las enseñazas del Mensajero de Allah (SAS). A
estas esposas del Profeta (SAS) las llamamos Madres de los creyentes. Sus vidas
estaban orientadas hacia la piedad espiritual, a la caridad y al desarrollo de
las virtudes manifestadas por el Profeta (SAS).
De hecho, en la perspectiva de
los musulmanes, los profetas son lo mejor de la humanidad, además no fueron
elegidos por ellos mismos para llevar el Mensaje de Allah, Exaltado Sea, ni
obtuvieron dicha posición como resultado de un esfuerzo, una elección o
buscando un beneficio.
Los profetas en el Islam y
para los musulmanes fueron elegidos por Allah, el omnisapiente, revisten el
carácter de impecables e infalibles respecto a la misión encomendada.
En este orden de ideas, el
Islam no ha venido para borrar los mensajes traídos por los mensajeros
anteriores sino para confirmarlos.
El Mensaje divino asigna al
Profeta Mohammad (SAS) el papel de
testigo para los hombres y mujeres, de donde esta Carta Magna no había sido la
primera en solo el Islam, sino en la historia de la civilización hasta
entonces.
Se trataba de una cultura de
tolerancia, una invitación a la concordia y a la cohabitación pacifica entre
los musulmanes y entre éstos y los súbditos de otras religiones en La Medina y en la geografía
islámica y una mano tendida como nuca lo había sido.
De enemigos y adversarios, el
Islam y su Profeta (SAS) proporcionaba la ocasión de una coexistencia pacifica
entre todos y una garantía de integridad física y la preservación de los
bienes.
Arabia estrenaba nueva era…una
era de paz, de distensión y de beneficio mutuo. Desde entonces el mundo no ha
vuelto a conocer tan elevado sentido cívico y tan nobles valores humanos. El
Islam y el Profeta Mohammad (SAS) habían instaurado esta, sin precedentes ni
consecuente o posterior, línea de conducta que preconizaba el derecho a
discrepar.
Mañana: Episodio VII: la expansión del Islam
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