Ayer el Rey saudi, Salman Ibn
Abdelaziz dijo que hará todo su posible para que su país no entrará en
divergencias doctrinales y las crispaciones de orden dogmático.
Creo que es una de las mejores
noticias que he escuchado desde hace tiempo, entre otras cosas, porque, quien
sigue la actualidad en el mundo occidental constata diariamente los enormes
esfuerzos que los países occidentales, particularmente Estados Unidos, Francia
y el Reino Unido, despliegan para avivar estas divergencias doctrinales,
imponiéndose esta ruptura doctrinal, en algunos de estos países, como prioridad
en su política exterior. Algo así como una apuesta por la división del mundo
arabo-musulmán y su desmembramiento para facilitar su dominación y el control
de sus riquezas. En ello, el término “terrorista” es desmesuradamente relativo.
Terrorista es quien se opone a la dominación occidental y demócrata, como el
Frente Nosra vinculado directamente a Al Qaida, quien no lo hiciera o que se
muestre dispuesto a matar a sus hermanos.
De modo que la declaración del
rey saudi puede constituir una mano tendida a todos los que creían que los más
de 1 500 millones de musulmanes estábamos al borde del caos, precisamente
por una ficticia rivalidad sunita-chii, impulsada, avivada y minuciosamente
mantenida por Occidente para sembrar el odio y el rencor entre los propios
musulmanes que hasta ahora nada les ha podido dividir…. A todos los musulmanes,
como lo exige nuestra religión y como lo preconizan sus preceptos. No debemos ser enemigos, sino hermanos y complementarios.
Por otra parte la
declaración-llamamiento saudi debe constituir el comienzo de una inflexión en
la actual función medí oriental marcada por el odio sectario y el caos general.
Paz, reconciliación, amor,
solidaridad y tolerancia, exactamente como nos lo enseña el Islam.
Todos decimos No hay Dios más que Dios, y Mohamed
(SAS) es Su Mensajero y Profeta.
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