En voz alta :AI y derechos humanos: ¡Quién da más!



 El semanario americano News Week ha abierto sus columnas a John Dalhuisen, director para Europa y Asia central de Amnesty Internacional, quien cuenta su expulsión de Marruecos. Y lo de siempre… torturas, malos tratamientos, obstáculos a la libertad de prensa y de expresión y un interminable etcétera
 Eco
Lo de siempre… mientras tanto la CIA efectúa investigaciones sobre seres humanos. Esto nadie lo ha denunciado.
Con Amnistía Internacional ocurre algo raro: se manifiesta y es activa solo en casos en que hay diferencias entre dos Estados o cuando Washington, por razones estrictamente estratégicos necesita que se ataque a este o aquél país: Rusia, Corea del Norte, Siria etc.
Voz de su amo, no somos pocos a los que estos métodos comienza a resultarnos repugnantes, entre muchos otras cosas, porque, sin ir más lejos, Marruecos fue ayer mismo elegido por unanimidad de sus 193 Estados miembros, presidente de la 3 Comisión de la Asamblea general de la ONU lo que, según los observadores, como decíamos ayer en uno de nuestros comentarios constituye un reconocimiento internacional de las audaces reformas llevadas a cabo por el rey Mohamed VI en el dominio de Derechos humanos en Marruecos y su compromiso para con las causas justas de África.
No. Los informes y las “ideas” de Mister John Dalhuisen no parecen contar mucho en el momento de valorar sobre el plano internacional, porque aquella elección refuerza igualmente la dinámica nacional en favor de la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos y consagra los valores universales de igualdad de los hombres y las mujeres, el pluralismo, la moderación, la tolerancia, la coexistencia pacifica y el dialogo de civilizaciones y culturas.
Constituye también la apreciación unánime de los Estados miembros de Naciones Unidas al papel desempeñado por Marruecos y su Joven rey en el dominio del respeto de derechos humanos, tanto en el seno del Consejo de derechos humanos como en la tercera Comisión.
En todo caso, tanto Mister Dalhuisen como muchos otros patronos-militantes de organizaciones y organismos como AI se han forrado, aprovechando divergencias entre países, como la existente entre Argelia y Marruecos, para proponer su procuración a precios, a menudo exorbitantes.
Este respeta derechos humanos, aquél no. Depende del importe y depende del que propone, necesita o exige.
No obstante, con las revelaciones tan solo en lo que llevamos de esta semana, hubiera sido, cuando menos, vergonzoso seguir catalogando a países y a su manera de actuar (o de gobernar) cuando países como Estados Unidos, según los informes de su propio senado, encabezan los países del mundo donde no se da absolutamente ninguna importancia a estos derechos humanos y donde la libertad de expresión se ha convertido en una libertad de presión y donde la libertad se ha dividido en dos: una propia y otra ajena.

Comentarios