CAPITULO X “CUANDO LLEGUE EL SOCORRO DE ALLAH Y LA VICTORIA”



“Di [cuando regreses victorioso a La Meca]: Ha triunfado la Verdad y se ha disipado lo falso, pues lo falso siempre se desvanece” (El Viaje nocturno, versículo 81)

Fue una victoria inolvidable en la historia de las victorias del Islam. El Profeta (SAS) entró en La Meca sin derramar ni una sola gota de sangre. Pasó por la puerta de la ciudad con su camello, bajando la cabeza en señal de respeto por la Kaba, mientras todos los habitantes le observaban.

Ante el asombro general perdonó a todos sus grandes enemigos, decretando una amnistía general. Aquél fue el día de la victoria y el final de los signos de la idolatría en esta sagrada ciudad.

Una de las condiciones del Pacto de Hudaybia era que los Quraish no pelearían en contra de ninguno de los aliados de los Musulmanes, ni los Musulmanes contra ningún aliado de los Quraish. En un lenguaje sencillo, la cláusula de 10 años de cese al fuego incluía tanto a los aliados como a las partes principales del conflicto.
Durante el mes de Ramadán del año 8 de la Hégira, los Banu Khuzah, un aliado de los musulmanes fueron atacados por Banu Bakr y sus aliados, los Quraish. Por virtud de su alianza con los musulmanes, los Banu Khuzah buscaron ayuda y protección del Profeta (SAS). El cual envió un emisario a los Quraish para persuadirlos a aceptar cualquiera de los siguientes términos:
1. Pagar reparaciones por la gente masacrada de los Banu Khuzah
2. Los Quraish deberían romper alianza con los Banu Bakr, o
3. Debía ser abrogado el Pacto de Hudaybia.

Los Quraish aceptaron la última alternativa. Había llegado la hora de liberar de la idolatría a la Ciudadela del Islam y poner fin al reinado de opresión en La Meca. El Profeta (SAS) marchó con diez mil hombres el 10 de Ramadán y acamparon a una corta distancia de La Meca.
Aparte de una ligera resistencia ofrecida por Ikrimah y Safwan, Muhammad (s) entró en La Meca casi sin oposición. Esto sucedió un viernes, 20 del mes de Ramadán, en el año 8 de la Hégira.
En este momento de triunfo pudo haber hecho cualquier cosa que deseara con la ciudad y los ciudadanos, pero Muhammad (SAS) no había venido al mundo a causar miseria o derramamiento de sangre, sino como benefactor de la humanidad, para proclamar el mensaje de Dios y a guiar a la humanidad extraviada hacia el camino correcto: a la adoración del Dios Único.
Los enemigos de antaño  se rindieron, recurriendo a la clemencia del Mensajero de Allah (SAS) a su piedad y a su inigualable compasión.
La gran victoria y el cumplimiento de la promesa divina se han convertido, desde entonces, en una lección para la humanidad.
El resultado de esta Magnanimidad y compasión fue que hasta los opositores más fuertes y aquellos que se habían rehusado a escuchar el Mensaje Divino convergieron alrededor del Profeta (SAS) en sus multitudes y aceptaron el Islam. Las buenas nuevas de parte de Dios acerca de la paz del Pacto de Hudaybia se hicieron realidad y Su mandato había sido obedecido:
Una vez sometidos los Mequinenses a la fe, los discípulos fueron enviados a las tribus vecinas para invitarlos al Islam, con paz y buena voluntad. Muchas tribus respondieron positivamente al llamado.
Así ocurrió la liberación y la conquista de La Meca. El Profeta (SAS) entró en la Kaba donde se encontraban 360 estatuas e ídolos a los que el propio Profeta (SAS) destruyó, respetando, no obstante, una imagen de la Virgen con su hijo.
Mañana: “Invitación a los Estados vecinos”.

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