“Grito primal” de Said Jedidi Hoy Capitulo X: regalo mortal (primera parte)




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No lograba hacer orden en sus ideas. Trataba de sonreír, fingir normalidad y decir algo para ocultar su incomprensible incertidumbre. ¡Nada!
La inmensa sala, ricamente adornada, le recordaba, colmo de confusión la huerta de Boujerrah[1]. En medio de invitados que saboreaban el te con pastelitos caseros, tetuaníes “de pura cepa” observaba casi alucinando las blancas chilabas y los ceñidos caftanes de las damas que le recordaban a otras…
-         ¡Dios mío, estoy perdiendo la razón, exclamó asustado
En el patio de la gran casa volvía a ver las siluetas apagándose poco a poco disolviéndose en una oscuridad que no existía. Tenía la sensación de que era el fin… “Bueno, para mi” precisó. Los músicos se esforzaban de dar lo mejor de ellos con vistas a otros contratos. En el salón de enfrente, la orquesta del Conservatorio de Tetuán, dirigía por la maestra Cha’haba llenaba la gran casa de melodías que hacían soñar a muchos.
-         Interpretan a la maravilla las canciones de Abdessadak Chakara[2] le dijo su acompañante Abdellatif
-         Pero, ¿Dónde estás, hombre?
-         Es el ruido de la música de las dos orquestas no me dejan oír bien, además…
-         Pero qué ruido ni qué niño muerto. Si es una delicia. ¿No ves que todo el mundo vibra al compás de estas magnificas melodías?
-         Si, Claro. Si, yo también
-         Pues no se ve
Levantó tímidamente la cabeza, robando miradas de las bellas mujeres que parecían artículos de decorado de tan sublime acto. Sin saber por qué ni como se encontró buscando rostros de personas que conocía o alguno que les pareciera. “Este es el colmo” se reprochó. De las sensuales bocas de las angelicales jovencitas solo veía salir aquella canción infantil durante las primaveras en la huerta de Boujerrah: “hah Ryila, hah, allach ka de bki…”[3].
-         No. Esto no debe ser real. Nunca antes se había dado cuenta de que las letras de esta canción eran de un erotismo espeluznante.
-         ¿Cómo los pequeños pueden recitar tan inmoral canción?
Su amigo Salah le había advertido un día que lo de “Amar y amimar ua ras mimar”[4]. Ahora mientras que los demás Vivian intensamente aquél instante de alegría y regocijo, él sacaba del baúl de sus recuerdos los trapos sucios.
La mítica nube del Aud[5] y las frases hechas de las circunstancias le hacían recordar otros momentos, otra gente y otras temáticas. Entre apretones de manos, besos en las dos mejillas, hipocresías, votos y felicitaciones, se perdía en mil recuerdos infantiles.
-         ¡Como pasa el tiempo!
-         Es normal, Hach, le respondió
-         Mira a Dris parece haber envejecido mil años
-         Los problemas…
-         ¿Qué problemas?
-         ¿No lo sabes?
-         La verdad es que no quiero saberlo
Por más que lo intentaba no lograba pensar de manera decente. Lo que le sucedió aquella mañana tenia algo de metafísico. Algo que, cuando ocurre a alguien, debe ir pensando en consultar o bien a un Fkih o bien a un psiquiatra.
Eran las 10 de la mañana, cuando Abdeluahid, recién regresado a Tetuán, le dijo que la había traído un recado, pensando él inmediatamente que debía de tratarse de los inevitables pastelitos con motivo de la fiesta o bien el agua del azahar que muchas familias tetuaníes solían destilar por aquellas fechas.
-         Insistió en que te lo entregara en las manos, le dijo
-         ¿Quién, Hafida?
-         No, su marido, Mohamed
-         Lo sabía porque solo él piensa en todo. Nada se le olvida a este buen hombre. Es una providencia
-         Aquí tienes el recado, le entrego un paquete minuciosamente envuelto de una manera artística.
-         Todo un artista
-         ¿Quién?
-         Mohamed
-         Ah si… claro
-         Oye, tienes alguna idea de lo que es
-         Pues no. Porque lo preguntas si es tuyo y lo puedes abrir.
-         No se, no se…
Estaba a unos metros de su domicilio en Hassan, en Rabat cuando comenzó a barajar hipótesis y a deshojar margaritas.
De repente un regalo… ¿Pero qué será? No se atrevía a abrirlo. Prefería esperar hasta llegar a casa. “De todas formas de aquél buen hombre no vienen más que buenas noticias”. Tocaba y volvía a tocar el paquete-regalo. “Esto tiene forma de un cuadro”. Entonces recordó que, gran admirador del talento de su cuñado siempre le pedía uno de sus cuadros.
- Como si lo tuvieras colgado en tu pared, le había contestado con su habitual cortesía antes de precisar, pero déjame elegir uno.


Mañana capitulo X: Regalo mortal (Segunda parte)


[1] Periferia de Tetuán
[2] Cantaautor de musica andalusi tetuani
[3] Cancion infantil tetuani
[4] A’amar y amarito y la cabeza roja
[5] Perfume liquido y solido

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