Siempre le había irritado la forma de ser y la manera de actuar de aquellos, procedentes de la, entonces llamada “zona francesa” que pretendían ser “héroes” de la lucha de liberación nacional, que actuaban como ejemplo para las poblaciones del norte de Marruecos. Muchos de los cuales eran vulgares fotógrafos, albañiles e incluso mendigos disfrazados de artistas que vinieron a Tetuán, huidos de, decían, de “la represión colonial” o como pensaban muchos de sus huéspedes, de penas por delitos cometidos en sus respectivas ciudades y en busca de otra vida en la ciudad blanca.
Tampoco soportaba la actitud
de los suyos que no denunciaban aquellos abusos de confianza y de autoridad,
porque a menudo acuitaban a ciudadanos inocentes de “colaboración con el
ocupante” o de “no aportar su ayuda a los miembros del Ejército de liberación
nacional”.
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Pasamos de una tutela
a otra, le dijo el otro día a Omar
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Esto es normal, los
regateos de la transición
-
¿Pero, por qué se
comportan con tanta arrogancia?
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Porque nadie les mandó
a la mierda
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No entiendo. Creen que
nos han liberado
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Tampoco yo, pero se
que algunas grandes familias de esta ciudad los han adoptado
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¡parece mentira!
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Todo pasa. Todo pasará
En su barrio, todo el mundo
seguía elogiando la labor de Tbiba Lenglisia[1],
personaje que se convirtió en una auténtica institución tetuaní. Era una
anciana inglesa que nadie nunca supo como aterrorizó en Tetuán ni quién la
había enviado a esta ciudad. La gente se limitaba a aprovechar sus servicios.
Nadie preguntaba de donde sacaba la medicina gratis ni por qué tanta
generosidad con los musulmanes, muy a
menudo de manera irónica, porque todo el mundo sabia, eso si, que con su cruz y
su Biblia trataba de convertir a sus pacientes. “¡Y a mi qué me importa. Si
cura a los pobres…! Era de todo: oftalmóloga, pediatra, genicologa y sobre todo
misionera… una misionera que en sus 4º años de misión evangélica en Tetuán
nunca había logrado convertir a un solo
tetuaní.
Cuentan que un día se presento
un Jibli[2]
-
Doctora, arráncame
esta “nesrania”[3] mostrándole lo que
quedaba de una vetusta muela poblada totalmente de carie.
-
Que Dios te perdone,
hijo, le contesto sin precisar que estaba allí justamente para predicar
Tetuán, la ciudad de las mil
maravillas. Tetuán para los tetuaníes. Tetuán y sus enigmas…
Lo que muchos llamaban
“delirio de Hach” estaba a flor de oca.
Pero nadie se atrevía a preguntarle los pormenores. Mil veces le habían
preguntado y mil veces no respondió o lo hizo con una irónica sonrisa.
Pero él seguía pensando
constantemente en lo que estaría haciendo Marta. En lo que hubiera podido ser
si habría decidido quedarse en Martil y en lo que seria su vida si un día
regresara con un… hijo.
“Me ha contagiado” solía
reconocer. Ahora se interesaba por la historia y la geografía, sobre todo por
la guerra civil española y más exactamente la participación marroquí en los dos
bandos. Había buscado por todos lados algo que le explicara la presencia de
marroquíes entre los republicanos, mas concretamente con los anarquistas de
Cataluña, como se lo había contado una vez Marta.
Mañana
capitulo XI: Rosas y claveles (segunda parte)
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