La ONG
Amnistía Internacional ha
publicado ayer (martes) un informe sobre “la impunidad” y la “tortura” en
Marruecos, en el que señala 173 casos de tortura y malos tratos infligidos a hombres,
mujeres y hasta a menores por la policía y miembros de las fuerzas del orden
entre 2010 y 2014”
y vuelve a fustigar el convenio de inter-ayuda judicial rubricado entre Francia
y Marruecos.
Entre
las conclusiones del documento de AI figura, según “Yabiladi” por ejemplo “la
tortura se utiliza para sofocar la contestación y mancillar algunas condenas
pronunciadas por la justicia”.
En otra
pagina la ONG
deplora que si se expresara sus “convicciones” se puede correr el riesgo “de
ser victima de violencias y de actos de tortura” y estigmatiza también la
legislación sobre las “falsas denuncias” o la “denuncia calumniosa” a fin de
perseguir a presuntos victimas de tortura. “Apoyándose en estas leyes, las
autoridades marroquíes han abierto recursos judiciales contra 8 personas que
han presentado denuncias por tortura en el curso de los últimos 12 meses”.
… En fin, nada de interesante. Procesos de intención, acusaciones menores y una nueva
forma de buscar con lupa casos que no existen o que no se ha podido encontrar.
“El gobierno marroquí alega que la tortura pertenece al pasado, indica AI, pero
se niega a investigar seriamente sobre las alegaciones de tortura”.
El vaso
medio lleno, medio vacío. Se esperaba el informe y a juzgar por las acusaciones
de ONG nacionales la “cultura” de la tortura en Marruecos es infinitamente más
grave. Desde hace meses leemos diariamente en la prensa nacional, decenas de
denuncias de tortura en diferentes ciudades del país y con motivo de diversas
ocasiones, pero ahora resulta que en 4 años, no se han registrado más que 173
casos de tortura, muchos de ellos sin prueba alguna. Mucho menos que en Estados
Unidos donde se dispara contra la gente de color y menos que en muchos países
occidentales en donde AI no está “maniatada” a investigar.
Personalmente
creía que la situación en mi país (Marruecos) era muchísimo más grave. De tal
modo que el informe de AI me inspira confianza y esperanza aunque, la verdad,
es que poco crédito doy a Amnistía Internacional y a todas las ONG
occidentales. Basta recordar (damos cuenta de ello ayer mismo) el caso de
Robert Ménard fundador de Reporteros sin fronteras convertido en uno de los más
fervientes islamofobos desde nueva posición de alcalde del xenófobo Frente nacional
francés.
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