Egipto: El ex presidente Morsi condenado a muerte


El ex presidente egipcio, Mohamed Morsi, destituido por el ejército en el 2013 ha sido condenado a muerte por “evasión de prisión y violencias durante la revuelta del 2011”.
 L'ex-président égyptien Mohamed Morsi en avril 2015, lors de son procès au Caire le 3 novembre 2014.

Impreciso, confuso,  borroso, desenfocado y hasta surrealista.

Lo que parecía una cuestión de política interior en la que no se debía inmiscuirse, se ha convertido en tema de conciencia… musulmana, árabe e internacional.
En efecto, El derrocado presidente islamista (de la cofradía Hermanos musulmanes), el primero elegido democráticamente en Egipto y destituido por la cúpula militar.
Un centenar de otros acusados, entre ellos eminentes dirigentes de la cofradía hermanos Musulmanes fueron asimismo condenados a la pena capital, que debe ahora obtener el aval, no apremiante pero necesario del muftí de Egipto antes de ser confirmada. Morsi, recordémoslo, también, fue condenado a 20 anos de prisión hace menos de dos semanas en otro juicio por violencias.
El tribunal ha pronunciado las sentencias de dos juicios: el primero concerniente a Morsi y 128 co-acusados, entre ellos miembros de los hermanos Musulmanes, de Hamas y de Hizbolah por evasiones masivas de prisión seguida de violencias durante la revuelta del 2011 que habían expulsado del poder al ex presidente Husni Mubarak. El segundo por espionaje, del 2005 al 2013, especialmente en beneficio de Hamas, Hizbollah e Irán. En este segundo juicio, Morsi fue condenado a la pena capital junto a otros 16 co acusados.
Decíamos surrealista y así es. ¿Cómo iba a ser Morsi espía de Irán o de Hizbolah, él, que ha hecho del odio y rencor hacia éstos e incluso hacia la vecina Siria, una prioridad de su política exterior?
La verdad es que se puede contestar la manera de apropiarse de la revolución del 2011 e incluso de las maniobras políticas que han conducido a los hermanos Musulmanes a ganar las posteriores elecciones e incluso la gestión de la política, tanto interior como exterior de Mohamed Morsi y su equipo de los hermanos musulmanes.
Pero tampoco debe esto evitar que se pronunciara contra tanta politización de la justicia (la actual alineación de Egipto con Arabia Saudita en la guerra contra el Yemen algo tiene que ver en lo de Irán y Hizbvollah y por consiguiente la pena capital de Morsi) y la justicia expeditiva que lleva el sello y tampón del mariscal Sissi, actual primer mandatario de Egipto y autor material del golpe contra su “predecesor” islamista.
El juicio y la gestión en general del expediente de Morsi y de sus compañeros de los Hermanos musulmanes hubiese podido servir de un providencial motivo para una reconciliación nacional, la búsqueda de soluciones para un poder plural y consensual en Egipto y por con siguiente una reconstitución del país que va, desde hace tiempo a la deriva.
Pero los que mandan ahora en Egipto han optado por “la mano dura”, prefiriendo descabezar a sus adversarios políticos que tenderles la mano por el bien de los egipcios, del país y de su imagen.
¡Lástima por Egipto!

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