Un grupúsculo llamado
Anonymous se ha lanzado en una operación
de guerra informática contra los patrocinadores de la organización terrorista « Estado
islámico ».
Siendo lo que es su volumen y
su envergadura, casi no merecía mención, pero habida cuenta de sus
revelaciones, creo que merece y un poco más.
De esta forma, Anonymous acusa
explícitamente, con pruebas en las manos, a CloudFlare, un subsidiario de
servicios Internet americano, de en cargarse de sitios (unos 50) y de foros de
propaganda seudo yihadista.
El dinero no tiene olor ni
color… pero si la sangre al que contribuye derramar.
Anonymous interpela,
especialmente a la multitud de políticos americanos que utilizan los servicios
de CloudFlare, pidiéndoles por qué aceptan apoyar al terrorismo.
¿Apoya el terrorismo?
Si es su hijo legitimo que les
ha proporcionado miles de millones de dólares, petróleo a 15 dólares el barril
y “con quistas” geopolíticas que sin este terrorismo nunca hubiera soñado realizar.
Pero CloudFlare no es el único
suministrador de servicios occidental que trata con Dae’sh y demás grupos
terroristas. La mayoría de las demás empresas concernidas, como la americana
Yahoo, Europe, la británica Digital Ocean e incluso la suiza Rook Media, parece
haber sido reactivado: sitios dudosos fueron casi todos desactivados.
No se trata de miles o de
millones, sino de miles de millones y de billones de dólares con los que se
confunde el americano, el israelí, el francés y el suizo. ¿Las vidas humanas? ¿La
destrucción? ¿La tragedia? ¿el crimen contra la humanidad? ¡Qué más da! Si son árabes
o musulmanes.
La creación de los grupos terroristas
en Oriente Medio y en lo que podríamos calificar de “repetición” en Afganistán ha
sido minuciosamente estudiada y establecida por el ministerio americano de
guerra en colaboración con sus aliados
de la OTAN y sus
domésticos regionales.
¿Hasta dónde vamos a llegar? A
juzgar por todos los informes y documentos, en su inmensa mayoría clasificados
o ultra-secretos, desde hace tiempo se ha perdido el control sobre estos grupos
y grupúsculos terroristas y nadie ni en el Pentágono ni en otras partes sabe a ciencia
exacta lo que podría ocurrir. Ellos se protegen y protegen a sus aliados de la Alianza Atlántica
pero no así a sus satélites regionales.
Punto de no retorno: las
negociaciones sobre el expediente nuclear iraní en el que Teherán se niega rotunda
y categóricamente abordar otro tema que no sea su expediente nuclear.
Así las cosas, a falta de
seguir controlando la situación, se ha orientado hacia los millonarios negocios
aunque manchados de sangre.
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