La cuestión racial en Estados Unidos: ¿Hacia una disyunción cívica?


Era el 18 de diciembre de 1865. Apenas terminada la guerra de Secesión (o guerra civil), el Congreso zanja lo que fue su causa directa y principal: la esclavitud en las plantaciones de algodón del Sur. El desacuerdo entre los plantadores distinguidos del Sur y los industriales del Norte se encargo del resto.
 
En todo caso, la 13 enmienda a la Constitución americana estipula, desde entonces: Ni esclavitud ni ninguna forma de servidumbre involuntaria podría existir en estados Unidos ni en ninguna lugar sometido a su jurisdicción”.
150 años después, comienzan a tener razón los que afirmaban que la iniciativa del presidente Abraham Lincoln era más política (facilitar la libre circulación de la mano de obra negra del Sur al industrializado Norte que la necesitaba urgentemente) que humanitaria o ética.
En efecto ¿Cómo hubiera sido Estados Unidos con leyes segregacionistas, con el Ku klux Klan y otras organizaciones suprematistas blancas protestantes?
El país se ha readaptado y se ha reconvertido en función de sus necesidades y de las acuciantes exigencias sobre el plano mundial y lo ha logrado plenamente… tanto que un presidente de color ha sido elegido, pero con el que se ha registrado el peor atavismotes de 1865.
Desde hace meses, estados Unidos es escenario de actos segregacionistas y de las consiguientes revueltas. La ultima, los pasados días 25 y 27 en Baltimor a raíz del entierro de Freddie Gray, un joven negro fallecido después de su arresto por la policía (blanca).
La prensa americana y con ella del resto del mundo, realmente libre, se alarma del abismo que va creciendo entre las fuerzas del orden y los habitantes de las diversas ciudades estadounidenses, sobre todo negros.
Más que un simple atavismo parece tratarse de una autodestrucción cívica, resultado de lo que Estados Unidos y sus sucesivos dirigentes llevan protagonizando, desde la según da guerra mundial (desde que es súper-potencia) en las diferentes partes del mundo. Dicho de otra forma: la continuación de un ciclo, espontánea a inexorablemente en sentido adverso. La historia de la civilización está llena de ejemplos de este cariz que nos enseñan cómo imperios en la cúspide de su potencia y su poderío desaparecieron a causa de insignificantes problemas internos que comenzaron banalmente y acabaron apagando todo el resplandor de la fuerza y del poder.

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