Sintió una irresistible atracción por lo que leia y sobre todo por lo que tenia intuición de Descubrir si sigue leyendo.
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Se refiere al “Ustad”[1],
pensó Hach Ahmed ben Ali
“Les expliqué, sigue contando
García Oliver en sus memorias) mi plan que escucharon atentamente y que
consistía en que el Comité central de las Milicias, ofreciera armamento y
dinero para desatar una sublevación general en Marruecos contra los militares
de Franco y por la independencia de este[2]
país”.
“Posteriormente los marroquíes
alegaron que no aceptaban, en estos momentos, la independencia de Marruecos
porque incitaría la codicia y e expansionismo de Italia y de Alemania”.
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¡Toma ya! Recalco Hach
Ahmed ben Ali, por más anarquistas que fuesen a los “moros” solo nos encargaran
de cargarse a Franco ¡Como si fuera poco!
Colocó el libro medio abierto
sobre la metarba[3] y comenzó a “analizar”
lo que acababa de leer.
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Está clarísimo. Su
objetivo era usarnos aquí para frenar a Franco y a los suyos. Luego nos
agradecerían y nos pedirían reanudar el “curso normal. ¡Que independencia y que
porra! Torres hizo bien. A esto se le llama clarividencia.
Marco
una breve pausa y con un rostro que reflejaban el sombro, se dirigió lentamente
a un rincón de la triste habitación donde estaba un olvidado baúl del que saco
un arrugado periódico, comenzando a leer en voz alta como si fuera un recién
adherido a Las Falanges: “El 26 de julio, el coronel Beygbeder, representante
de los golpistas de Tetuán se puso en contacto con Abdelkhalek Torres, a quien
notifico el acuerdo del general Franco para la creación del Partido de la Reforma Nacional
a cambio de que el movimiento nacional recomprometiera a quedarse neutro en el
conflicto entre los nacionalistas y los republicanos españoles”.
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Neutros… neutros,
repetía entre dientes Hach Ahmed ben Ali. Neutros de qué, si estábamos entre la
espada y la pared. ¿Cómo íbamos a quedarnos neutros si nuestro país estaba bajo
tutela extranjera y que este extranjero comenzaba a conocer lo que nos izo
padecer durante lustros.
Volvió a cerrar los ojos antes
de proclamar solemnemente: “Cualquier entienda esto” y convergiendo su mirada
hacia el cielo continuo diciendo: “Te dije que no comprendía nada y que lo
mejor para mi es no comprender nada. Pero tú, insististe tanto que, sin
calcular sus nefastas consecuencias, me encontré en medio de un océano… océano
de la política. Que Dios te Perdone, Marta que han hecho de mi un político.
¡Qué más da!
Hach Ahmed ben Alo comenzaba a
comprender aquello que le decía Marta “no todo lo que brilla es oro” o “todos
los colonialismo son iguales”. Comenzaba a comprender lo que significaba el
profundo sentido de independencia, de la libertad, de la autodeterminación y de
sentirse amo de si mismo y de su destino. Comenzaba a comprender lo que Marta
llamaba “un colonialismo subdesarrollado” o los “lideres que se merecen
estatuas de estiércol”. Comenzó a preguntarse ¿Pero, Dios mío, quién era
nacionalista y quién era colaborador? ¿Cuál hubiera sido el mejor destino de
este país? ¿Por qué unos nos incitaban a combatir por ellos y otros a ser
neutros en su combate?
Hach Ahmed ben Ali recogió su
arrugado papel que le había “prestado” un día Marta. Se quedó pensando un
instante antes de volver a bucear en los escombros del viejo baúl, sacando una
octavilla. Se acero de nuevo a la vela y comenzó a descifrar las, para él
excesivamente politizadas líneas:
Eran las memorias de
Abdelkhalek Torres, otro regalo de Marta. Estaban fechadas en el 22 de
noviembre de 1935: “Durante nuestros contactos, leía en voz entrecortada Hach
Ahmed ben Ali lo que escribía Torres, tanto en Barcelona como en Madrid con los
altos cargos republicanos no hemos vislumbrado absolutamente ninguna
disposición a satisfacer nuestras reivindicaciones por temor a consecuencias en
sus relaciones con Francia”.
-
¡Será posible! Soltó
Hach Ahmed ben Ali antes de calmarse y recalcar: “igual tiene razón”.
El primero de febrero de 1936 fue anunciada la
creación de la Coalición
de Acción Nacional en el Norte de Marruecos.
Desde entonces nadie volvió a
preguntarse si tenia o no razón… pero Hach Ahmed Ben Ali volvía a escuchar muy
a menudo la voz tranquila, casi irónica de marta repitiendo: “Mi compromiso es
con la iglesia y con la cruz. Lo tuyo, Hach, es con tu país y con tu pueblo…”.
Mañana
capitulo VI: Dilema (primera parte)
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