Al Hach Ahmed Ben Ali no le
inquietan ni la velocidad ni las atrocidades del hombre. Miraba fija y
atentamente el sucio vaso de agua que le acaba de traer Milud y se acordó, de
repente de que, cada vez tenia menos sed de cuan do era joven.
-
Es otro eterno secreto
de la existencia, pensó antes de preguntar a Marta por qué será.
-
La verdad es que,
personalmente acabo de beber dos vasos de agua y sigo teniendo sed.
-
Será porque aun eres
joven
-
Ni tanto ni tan vieja…
Soltaron en coro una
carcajada…
El Hach Ahmed Ben Ali volvió
la mirada hacia el punto de encuentro del río con el mar. Había visto millones
de veces lo que los tetuaníes llaman “Fum al uad”[1],
pero nunca había observado, como ahora la inexorable agonía de aquél río que, a
pesar de ser insignificante se serpenteaba hasta la salida de Tetuán en un recorrido de casi 15 kilómetros, que en cada
punto cambia de nombre y de fisonomía M’hanesh, M’tirba etc. y que incluso, a
juzgar por los restos de un enorme barco encontrado en la zona conocida como
Tamuda se podido determinar la existencia, hace siglos, de una presencia
fenicia con un puerto en aquél lugar. Convergió la mirada para observar con más
atención las actividades de la llamada Chata[2]
que trataba tanto laboriosa como infructuosamente de mantener abierta la desembocadura
de este río, bloqueada por potencias europeas, especialmente española, para
impedir las incursiones de barcos de piratas que salían del río.
-
Agua y luego te,
exactamente como a Usted le gusta, Hach, corto su fértil imaginación el
polifacético camarero
-
El problema contigo,
Milud, no es que eres ignorante, que es normal, sino que inventas cualidades y
costumbres a la gente. No me sorprende que nadie viene aquí. En todo caso,
Milud, que Dios te lo pague
-
Lo siento Hach. Vas a
tener que pagármelo tú
Milud hacia de camarero por la
mañana. A mediodía se reconvertía en marinero y por la noche vendedor ambulante
en el “paseo” de pipas, chicle y caramelos.
Nunca había salido de su Río Martín, natal y cuando a alguien se le
ocurría evocar fronteras, él se imaginaba mecánicamente “La Chumbera” a la salida de
la localidad que tomaba por el fin del mundo.
-
¡Increíble!
-
¿Qué has dicho, Marta?
-
Increíble. ¿No has
visto como Milud atrapo y aplasto con la toalla o de lo que queda de ella una
cucaracha?
Por aquí la gente dice que el
mejor remedio contra las cucarachas es acostumbrarse a su presencia. Es decir
si se meten en el plato lo comes, si tocar el vaso bebes en él si…
- Olvídalo y escucha esto, le cortó Marta enseñándole una de las paginas del libro que llevaba entre sus manos, según Henry Kubnik hace 10 u 11 mil años había menos de 5 millones de habitantes en la tierra. A comienzos de la era cristiana pasaron a ser unos 200 millones. Hacia el año 1000 eran más de 3000 millones que se convirtieron en 1000 en 1850. Un millar y medio en 1900. 2 000 millones en los años 30. 3 000 millones ahora y 4 000 millones en el 2000.
- Olvídalo y escucha esto, le cortó Marta enseñándole una de las paginas del libro que llevaba entre sus manos, según Henry Kubnik hace 10 u 11 mil años había menos de 5 millones de habitantes en la tierra. A comienzos de la era cristiana pasaron a ser unos 200 millones. Hacia el año 1000 eran más de 3000 millones que se convirtieron en 1000 en 1850. Un millar y medio en 1900. 2 000 millones en los años 30. 3 000 millones ahora y 4 000 millones en el 2000.
-
¿Y qué? respondió Hach
Ahmed ben Ali después de escuchar atentamente el relato de marta. Los
musulmanes decimos que “Dios aumente el numero de los musulmanes”
-
No. No me refría a
esto.
-
Entonces ¿Qué es lo
que te inquieta un crecimiento normal de la población del mundo?
Antes de responder, Marta,
como era su costumbre, busco con su mirada todas las partes del cielo y del
entorno, fijándose en algunos lugares más que en otro, con el obsequio de una
sonrisa de gratitud y de admiración.
Al Hach le parecía una
eternidad este instante de silencio y de reflexión, tratando de verificar lo
que buscaba marta con su pirada y su atención.
En el fondo a la derecha había
el monte Uad Lau y a la izquierda la pequeña montaña que ocultaba “Grura” o
Cabo Negro.
-
La verdad es que
cuando observas esta naturaleza no puedes ignorar la generosidad divina. Los
que vivimos aquí debemos dar gracias a Dios día y noche por tan maravilloso
lugar.
Examino minuciosamente la cafetería,
sus empleados y la cercanía y soltó, como de costumbre sin mirar a su interlocutor:
-
Resulta que la humanidad
paso 10 000 anos, tal vez 50 000 para alcanzar el primer millar de millones
de su población humana y solo 80 para llegar al segundo y menos de 30 para
alcanzar el tercer millar de millones.
-
Es la voluntad de
Dios. Él Es el Omnisapiente. Sabe lo que Hace y Deshace. Él Dice en el Corán: “Conoce el pasado y el futuro; y nadie abarca de Su
conocimiento salvo lo que Él quiere”.
-
Lo se, Hach. Lo se. Lo
que pasa es que me inquieta tanta inconciencia de muchos. La Biblia dice: “Mira a tu alrededor: las mejores
ideas proceden de Dios, quien dijo: "No es bueno que el hombre esté
solo" (Génesis 2:18b)
-
La verdad es que nunca se está solo. A donde te orientas allí está
el rostro de Dios.
“Además, nosotros somos dos”
continuo en voz muy baja para que no lo escuchara marta.
-
Dos son uno, uno es
ninguno
-
Depende de quién es el
uno y con quién hace la pareja.
-
“El Señor
lo hacia prosperar en todas sus empresas” (Génesis 39:3)
-
Efectivamente: “Dios Es el Protector
de los creyentes, les Extrae de las tinieblas hacia la luz” (Sura II, versículo 257)
Marcó una nueva pausa y soltó
con dificultad entre los dientes:
-
La verdad es que todo
esto, es interesante. Como siempre contigo, incluso muy interesante aunque a mi
me gustaría saber el motivo de esta madrugadora cita. ¿Algo grave, Marta?
-
El día en que lo fuera
no me volverás a ver y nunca te lo comunicaré. Es que, como hacia tiempo que no
te veía y sabiendo que este es el lugar que a ti te gusta: aislado, desértico
casi totalmente olvidado por estas horas, pensé que no seria mala idea
volvernos a vernos y discutir como lo estamos haciendo. ¿No te parece?
-
Absolutamente. Era
solo para disipar las dudas.
Desde lejos, se vislumbraban
las siluetas de otros pasajeros de L’Hassani.
Mañana capitulo III (Cuarta parte)
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