África del Sur es, desde hace días, escenario de
una rara ola de xenofobia con un saldo de 6 muertos y decenas de heridos. Después
de una buena noche de pillajes en Johannesburgo, el presidente Jacob Zuma anulo
ayer (sábado) un viaje a Indonesia para, según sus próximos colaboradores,
trasladarse junto a las victimas de este tsunami xenófobo que asola al país y
para asegurar a los extranjeros que tienen su lugar en el país.
En tres semanas, las violencias que comenzaron
antes de las Pascuas en Durban, la provincia natal del jefe del estado, en el
este del país se han extendido como una mancha de aceite al resto del país,
sobre todo a las grandes metrópolis.
La policía local ha confirmado esta mañana la
muerte de otro extranjero en Township de Alexandra donde se amontonan unas
400 000 personas en Johannesburgo y donde actos de vandalismo contra los
bienes de los extranjeros han creado un clima de terror entre los no
surafricanos.
En el momento en que la presión diplomática se
acentúa para evitar un baño de sangre como en el 2008, cuando violencias habían
causado 62 muertos, Jacob Zuma se traslado a los campamentos de los emigrantes,
expulsados de sus casas en Durban, recibiendo una acogida hostil con “demasiado
tarde, demasiado tarde” o “Go home, go home” (vete a casa, vete a casa).
El país esta al borde de una anarquía total. Sus
autoridades parecen incapaces de controlar la situación y los autores de la agitación
y de la violencia parecen decididos a seguir con sus actos xenófobos.
La “esperanza” africana se desploma. La mala gestión
de los sucesivos gobiernos y extrañas tomas de posición repercuten nefastamente
sobre el plano interior hasta amenazar el presente y el futuro uno de los
mayores países del continente africano.
Desde el 2008, las violencias de este tipo son
frecuentes en este gigante económico del continente en el que viven hasta ahora
2 millones de emigrantes africanos, oficialmente censados y muchos refugiados y
clandestinos.
Las actuales agitaciones reflejan las
frustraciones de la mayoría negra del país, que sigue privada de acceso a una
escuela de calidad, a salarios y sueldos decentes o al empleo.
Nelson Mandela parece lejos… casi un sueño en un país
de improvisación y de seudo, frágiles y casi anti-naturales solidaridades.
África del Sur paga el precio de sus errores…
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