Los « Think tanks » se han convertido en omnipresentes en las dos riveras del Atlántico. Producen notas, investigaciones sobre diferentes temas y tratan de influenciar al máximo, un gobierno o un partido. Estos, como los llama Alexandre Moustafa en “France-Irak-Actualité”.
En 1970 eran una docena de
Think tanks. Hoy proliferan unos 1 500. Lo que, evidentemente muestra el
interés que suscitan en la sociedad americana, tanto ante la prensa como entre los políticos.
Cuando Ronald Reagan destruyó
lo que llamaba “imperio del mal” que representaba la Unión Soviética
creía “sinceramente” que se trataba de un “mesianismo democrático”.
Desde entonces la “diplomacia
de los derechos humanos” sirve en todas las intervenciones y ocupaciones de
Estados Unidos. Algunos países de Oriente Medio como Siria o Irán no son excepción.
El profesor Stephen Walt, politólogo
en Harvard precisa al respecto de los neo conservadores americanos que “su
inquebrantable fe en el uní lateralismo de nuestra política exterior, su
absoluta desconfianza hacia el mundo musulmán, su con fianza sin reserva en
todo lo que hace Israel, no ha hecho bien ni a
nuestro país ni al estad del mundo. Sin embargo, no solo los candidatos republicanos
no los consideran como tóxicos, sino incluso se ve una nueva generación de
neoconservadores emitir a los antiguos”.
Su caballo de batalla es la
política exterior de estados Unidos a fin de mantener, cueste lo que cueste,
este mundo mopolarizado.
El corpus ideológico de los
neoconservadores ha descansado siempre en un elemento fundador: compromiso por
los derechos humanos. En los países árabes, este compromiso por los derechos
humanos ha tomado el sentido específico de una lucha contra las tiranías. De tal
modo que derechos humanos y Oriente Medio se ínter mezclan en los discursos
para justificar las diferentes intervenciones. La “defensa” de estos derechos
humanos no basta para poner en tela de juicio la alianza de EEUU con Qatar o
con Arabia Saudita.
Para el presidente de Hudson
Institute el valor de la libertad está erigido en la cumbre de la diplomacia
americana. Tanto que ve incluso en los trágicos atentados del 11 de septiembre
del 2011 un desenlace positivo, en lo que Ben Laden “ha unido la izquierda
americana y la coalición patriótica, desencadenando un sobresalto entre la
élite ‘liberal’, que ha adoptado las tesis seuciritarias y a defender una
opción intervencionista que hasta entonces combatía”.
Europa ha hecho suya esta
visión de derechos humanos a fin de debilitar al enemigo de siempre Rusia a
través de su influencia en el mundo árabe.
Hudson Institute, Think tank
entre muchos otros, es un ejemplo atípico de los lazos entre la sociedad
neo-conservadora y el gobierno americano. En caso en que, el gobierno americano
olvidara los fundamentos. Es decir: la “diplomacia de derechos humanos”,
mantener bajo dominio a Europa a fin de sitiar a Rusia o incluso destruir
Oriente Medio, Thinks tanks como Hudson Institute está, allí para recordarlo a
todo el mundo.
De esta forma la adopción por
el presidente francés, François Holanda esta visión de “vayamos a guerra”
americana, especialmente porque su firmeza hasta ahora sobre “los expedientes
sirio e iraní le ha hecho ganar un nuevo crédito ante los halcones de
Washington y ante la comunidad judía”, según Kenneth Weinstein.
De esta manera la nueva política extranjera de Francia
tiene, por lo menos el mérito de gustar al superior americano, en la medida en
que Francia se ha convertido en más neoconservadora sobre la escena
internacional que los ingleses. Paris parece haber olvidado que tiene intereses
propios que debe defender y que éstos no son los de Estados Unidos.
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