Marruecos ha dejado de ser el oasis diplomático
árabe que fue antaño. Tampoco es aquél país que obra con vistas a acercar los
extremos y a conciliar a los inconciliables de todos estos conflictos entre los
países árabes. Marruecos se ha convertido, desde ahora en adelante, en una
nación combatiente en Oriente Medio aunque simbólicamente. En efecto, en menos
de 6 meses, Marruecos se ha comprometido en dos guerras.
La primera contra la organización llamada “Estado islámico” en Mesopotomia,
bajo el mando de los Emiratos Árabes Unidos contra Dae’sh y la segunda de hace
unos días con esta intervención en el Yemen, en el seno de la coalición
dirigida por Arabia saudita contra las milicias hoauthies y las fuerzas de Ali
Abadía Saleh, aliado de Ansar Allah, brazo armado de los Houthis.
De esta forma pues, entre el centenar de aviones
recombate que han atacado las posiciones de los rebeldes Yemenitas, aeropuertos
civiles y militares, depósitos e instalaciones Houthis, habían 6 aviones
marroquíes de tipo F-16 que han entrado en el espacio aéreo del Yemen y cuya
entrada en acción ha sido confirmada, o
casi, por un comunicado del ministerio de Asuntos exteriores que afirmaba que
Rabat se colocaba al lado de Arabia Saudita para defender los Lugares santos
del Islam y obrar de cara a preservar la estabilidad del Yemen.
El Yemen, este país que no conoce la estabilidad
es un país muy complejo que vive al
ritmo de los conflictos entre las diferentes fracciones internas y la inmiscuicion de fuerzas externas desde
hace mucho tiempo. La novedad, hoy por hoy, consiste en que una decena de
países han entrado en este país con sus ejércitos, simultáneamente para
disputar a Irán la influencia que desea tener allí… Irán que se ha investido ya
en el Yemen, en el Líbano, Siria, Irán, Palestina y Bahrein que ha invertido
durante mucho tiempo y que cosecha ahora mientras que los árabes se limitaban a
observar las cosas desde lejos antes de que la catástrofe se produjera y que
Arabia Saudita descubriera súbitamente que estaba casi rodeada desde el sur por
los Houthis y desde el norte por Dae’sh, las dos fuerzas que representan para
ella una seria amenaza y ponen en tela de juicio su potencia regional, en
decadencia desde hace años.
Es, pues, la guerra… sin resolución del Consejo
de seguridad de Naciones Unidas. Y la guerra no es un juego. Lejos de esto, la
guerra es sangre, destrucción, dramas humanos que se traducen en cohortes de
refugiados y en tragedias tanto morales como materiales. Y la guerra conlleva
también esta complicación que estriba en que siempre se sabe cuando se entra,
pero nunca cuando ni como se puede salir. Es la razón por la que todos los
expertos os dirán que si es necesario reflexiona r antes de entrar a una
guerra, se debe reflexionar 10 veces antes de decidir como salir. Por ello,
todo beligerante debe definir exhaustivamente sus objetivos de guerra, que sean
realizables y debe también y sobre todo tener los medios de alcanzar y realizar
estos objetivos… antes de que sea demasiado tarde. El presidente egipcio Jamal
Abde Naser habia hecho la guerra al Yemen, perdiendo más soldados que en todas
las guerras contra Israel.
¿Cuáles son, pues, los objetivos de la “tempestad
de firmeza”, la operación desencadenada por Arabia Saudita, los EAU, Kuwait,
Qatar, Jordania, Egipto, Sudan, Pakistán y Marruecos? 10 países atacan una organización
armada para disuadirla de persistir en sus obras. El comunicado militar no
habla de destrucción, sino de disuasión, un término general y abstracto al que
se puede pegar luego todo como objetivo, en la perspectiva de poder irse por
temor a deslizarse en un terreno de arenas movedizas, ya que una guerra se gana
en el terreno y no en el aire y que seria una operación terrestre que liberará
las ciudades sitiadas y/o ocupadas por los Houthis, apoyados por las fuerzas
armadas Yemenitas fieles a Saleh y por instituciones en total delicuescencia.
Las Naciones Unidas han expresado su estupor al
conocer el lanzamiento de esta operación y su Enviado especial Jamal Benomar debe
tomar vacaciones obligadas en espera de que se callen las bombas. No obstante,
nada induce al optimismo a corto plazo. Todas las previsiones afirman que los Houthis
serán, sin duda, debilitados, pero presagia que el Yemen será reforzado o
salvado. La guerra enviará un mensaje fuerte a Teherán pero no encontrará la solución
a este gran fracaso que es el Estado yemenita. Se puede decir que esta ruidosa operación
disimula, de hecho, la guerra silenciosa entre RIAD y Teherán por la influencia
regional de cada uno de los dos países y también para pesar en las
negociaciones sobre el expediente nuclear.
Hemos evocado ya este tema de la coalición de 10 países
árabes cuando hablamos de la visita del rey de Jordania a Rabat- para persuadir
al rey Mohamed VI de unirse a esta fuerza militar islámica que tendrá objetivos
precisos y que deberá contar con si misma, debido a que el presidente americano
Obama se ha inclina do por el Señor Cristo… Esta coalición ha sabido convencer
a Pakistán de unirse a la fuerza árabe, este país que debe mucho a Arabia
Saudita por haberle financiado su programa nuclear hace unos años. Los saudíes,
esperan, pues, con su acción, enviar un doble mensaje a Irán y a Estados
Unidos.
Evidentemente nuestro gobierno no dice nada a su opinión
publica sobre todos estos resurgimientos y estos matices diplomáticos
complejos. El ejército sigue siendo sordo, dejando la iniciativa a la
diplomacia de publicar comunicados difícilmente lisibles y que necesitan ser descifrados.
En Marruecos, si se desea tener noticias de su ejercito, se debe buscar la información
en otra parte.
Comentarios
Publicar un comentario