Áspera derrota de la izquierda francesa (más bien
de François Hollande y su primer ministro Manuel Valls en las elecciones
departamentales cuya segunda vuelta se desarrollo ayer.
“Derecha: la reconquista”, titula esta mañana Le
Figaro a lo largo de su portada mientras que parte de la izquierda,
especialmente los comunistas exigen un
nuevo giro en la política del presidente y su equipo en el gobierno.
En todo caso, como “Les Echos” muchos en Francia
y quizás también fuera de ella, se preguntan como prepara Hollande lo que va a
ser el pos-derrota.
Rehecho no se trata de la izquierda francesa,
como lo enarbola la derecha, sino la izquierda de gobierno que, eso si, sufre
una humillante derrota electoral. También es verdad que en medio quinquenio,
Hollande ha perdido más departamentos que François Mitterrand, por ejemplo en
dos septenios.
Lo de “no se cambia una política que acaba por aportar
sus frutos” enarbolada de manera
triunfante por la pareja Holanda-Valls da paso a una pregunta crucial: ¿Se puede
cambiar una política que pierde las elecciones, una tras otra?
Probablemente no va a ser fácil, pero, aun con la
resaca electoral, unos, la derrota departamental, otros, Francia baraja posibilidades,
examina soluciones y pasa revista minuciosamente a los enderezamientos… porque
algo, condenadamente se debe enderezar, comenzando por la política exterior del
país y más exactamente para con los socios magrebies y árabes en general.
¿Qué es lo que remodelado Hollande de la política
de su antecesor Sarkozy respecto a las convulsiones de las que el segundo fue
uno de los artífices, sobre todo en Libia y el primero un fiel seguidor, cuando
no radical continuador.
La verdad es que, en materia de política
exterior, los franceses no tienen motivo de estar orgullosos con un Laurent
Fabius que aboga por la adopción de una organización terrorista como el ala
sirio de Al Qaida, Frente Al-Nosra y que, por poco iba a enturbiar gravemente
las relaciones de su país con los países del Magreb especialmente Marruecos.
El tándem Hollande-Valls ha demostrado sus límites,
sus líneas políticas, interior y exterior también y así fueron reflejadas ayer
en las urnas. Falta ahora optar por una política real y realista, tanto sobre
el plano interior como exterior, dejar de creer que basta por “ser Charlie” y
marcar diferencias con la derecha… a falta de lo cual habrá una Francia de
derechas para lustros.
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