Casi nadie ignora que la libertad de prensa es una pura ilusión. La censura, en algunas partes, la autocensura en otras y las líneas rojas en todas que delimitan la seguridad nacional o simplemente los parámetros de la difamación… cuando se quiere han crucificado esta libertad de prensa, en unos países más que otros, pero en todos es termómetro de interés cuando no de prioridades.
¿Quién informa más o mejor?
Más muchos… mejor, ninguno. La relatividad asola a toda interpretación.
La prensa partidista ha
“desaparecido” en la inmensa parte de los países del mundo, incluidos los
tercermundistas, pero se ha metamorfoseado en los países más “democráticos”.
Unos con este, otros con aquél. El estado actual de la prensa en Estados Unidos
es el mejor botón de muestras. Los valores morales y profesionales, la
deontología y los principios éticos que vuelvan mañana. Por ahora Obama o el
Congreso. Uno de los dos, nunca ambos. Inútil analizar las situaciones. Esperar
lo que adopta éste para que aquél se oponga. Blanco y negro. Los dos no
encajan. Irán si… para unos, Irán no…para otros. El interés de Israel y de
algunos pilares del Lobby judío en estados Unidos eclipsa el interés supremo de
la nación americana.
Lograr un acuerdo con Irán es
favorecer el campo de los moderados a expensas de unos ultra-conservadores, que
en la misma teoría de la oposición americana, constituyen una seria amenaza
regional y para el mundo.
Sin embargo… las alucinaciones
de un Natannyahou y los sueños peregrinos de unos candidatos sionistas han
convulsionado las prioridades nacionales en Estados Unidos.
La paz puede esperar. La
estabilidad en el mundo también. Obama es el blanco. Los demócratas son la
diana. Las elecciones, el objetivo, y la Casa
Blanca la finalidad. El mundo, para ellos se limita a Israel
y sus intereses estratégicos: su supremacía en una región en que ya es
imposible, su poderío militar en una zona en que se ha comenzado a fabricar las
más sofisticadas de las armas que solo una distensión con estados Unidos puede
frenar y finalmente una integración y un liderazgo en una parte del mundo en
que es totalmente extranjera.
La ecuación de los limites… la
función de los imposibles.
Se debía esperar siglos y un
enfrentamiento directo y sin cuartel para vislumbrar indicios de realismo en las
políticas exterior y el contraste en la interior.
Pero el mundo ya ha ganado
mucho… lo suficiente. Ha ganado, descubriendo que hasta en estados Unidos
pueden prevalecerse valores morales en la política exterior y que las
discrepancias partidistas pueden ser lo único positivo en el país del tío Sam.
Tal vez nadie de los dos
bandos ganará, pero el mundo si, ganara, ya ha ganado.
Comentarios
Publicar un comentario