La noticia circula
desde hace días: En el 2014 se ha registrado un aumento de 128’68 de los
asuntos de terrorismo.
Grave… quizás incluso
muy grave. Más del doble, lo que no solo inquieta, sino interpela a todos:
poderes públicos, sociedad civil, ulemas y hasta los intelectuales y los
periodistas.
¿Por qué?
Escuchemos la noticia
primero: el procurador general del rey ante el tribunal de apelación de Rabat,
el Hassan Eddaki ha indicado que el numero de los asuntos de terrorismo
registrados en el curso del año 2014
ha alcanzado 147 asuntos frente a solo 64 durante el
2013. Es decir: un aumento de 128’68%
En efecto, en el 2014
los asuntos de terrorismo registrados ante la c amara criminal (primero grado)
fueron 118 expedientes a los que se suman otros 6 durante el mismo año para
alcanzar el total de 124 asuntos, poniendo hincapié en que 88 casos fueron
juzgados.
A nivel de la cámara
criminal de apelación, 89 asuntos fueron registrados, mas 4 otros anteriormente.
O sea: un total de 93 de ellos 70 fueron liquidados (75’26%).
Propios y extraños
reconocen la competencia y la experiencia, a menudo compartida con sus
homólogos en los piases más avanzados del planeta, de los servicios marroquíes
de lucha anti-terrorista, una auténtica referencia para incluso países como
estados Unidos o España y otros países de la Unión Europea.
Sin embargo, y esta es
la respuesta a ¿Por qué?, desde hace tiempo ha quedado claro que solo la opción
securitaria por más eficaz y competente que fuera es y seria insuficiente.
Resulta que el fenómeno terrorista se ha convertido en un fenómeno de sociedad
en el que se conjugan muchos factores, entre los cuales, la educación, la
emancipación (sobre todo religiosa), la comunicación (permeabilidad a ciertas
demagogias vehiculadas por los medios de comunicación occidentales y sus
satélites en el mundo árabe-musulmán y ciertas inexactitudes envueltas en
argumentos religiosos), el papel de la prensa y de la información, la conducta
de los ulemas y dignatarios religiosos e incluso la condición social (económica
y financiero del postulante al falso “yihad”).
Hay muchos otros factores que los sociólogos del mundo entero esbozan
diariamente y de diferente manera.
No obstante, como decíamos antes si el potencial bélico de Estados Unidos y
otros 30 “coaligados” no ha podido o no ha querido acabar con una lacra de
50 000 “combatientes” será porque otra opción se impone. Esta opción
consistiría en aunar los esfuerzos para:
-
Primero, comprender el fenómeno terrorista, su evolución, sus motivaciones
su desarrollo, su inmunidad y sus capacidades.
- Segundo, proceder de manera
casi “médica” (porque la fin y al cabo el terrorista debe ser un ser enfermo)
para explicar los fallos y los defectos.
- Tercero, hacer uso de
argumentos religiosos a gran escala para contrarrestar los pretextos de algunos
teólogos que han constituido el mejor incentivo para tanto derrame de sangre. A
este respecto se debe señalar que nunca ningún sermón de la oración del viernes
en Marruecos ha tratado este tema para explicar a los jóvenes marroquíes
postulantes o no el verdadero sentido del “Yihad”, el valor de la vida humana
en el Islam (Quien mata a una persona es como si matara a toda la humanidad) o
incluso la falsedad y la ignominia e infamia de los predicadores del horror y
de la sangre.
- Cuarto valorizar el papel de
los intelectuales y de la prensa en la circulación de la literatura y de la
información al respecto, porque muchos “yihjadistas” en Siria y en Irak
eran/son asiduos espectadores de algunos canales de televisión como Al Jazzera,
cuyo papel en el desarrollo del fenómeno terrorista es innegable.
- Quinto revisar la legislación
en vigor al respecto y el código penal para persuadir a los menos concientes de
la gravedad de sus actos.
- Y sexto y ultimo establecer
una coordinación y una cooperación constante,
profunda y global con los países vecinos y con los destinos como Turquía
o Jordania o los que presuntamente financian los desplazamientos de los
“combatientes”.
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