Según un sondeo Odoxa para Le Parisien, el 79% de los franceses estiman que
el presidente François Hollade y su primer ministro (el que está en “guerra”
contra el Islam radical, como si existieran mil versiones del Islam) se han
mostrado a la altura de los acontecimientos. Su popularidad, hasta antes de los
odiosos atentados contra, el no menos odioso semanario satírico Charlie-Hebdo
ha subido 8 puntos.
Buen negocio…
Por su parte “Charlie-Hebdo” que antes de los atentados estaba en quiebra y
se disponía a dar el portazo, ha hecho el negocio del siglo: una tirada de 3
ejemplares y la venta de todos los ejemplares de la, hasta ahora, primera
tirada. Toda una plusmarca que el resto de la prensa francesa y occidental
codicia. La verdad es que cada uno sacó, a su manera y conforme a sus métodos y
objetivos, jugosos dividendos. Tanto que, en Francia e incluso en algunos países como
precisamente, Marruecos, algunos confunden la ecuación, creyendo (escribiendo)
ingenuamente que, en vez del victimario, el problema es la victima. O sea: que
en vez del ya multimillonario Charlie-Hebdo y los demás beneficiarios de la
atrocidad terrorista, cree que el problema es el Islam y los musulmanes.
La ignorancia es contagiosa y cuando esta ignorancia roza la indecencia, erigiéndose,
sin saberlo, en tanto que caricaturas de las caricaturas, en rebaños y en
papagayos. Imitan, repiten y copian sin tener una idea clara de lo que es la
verdadera democracia, la verdadera libertad de expresión y la verdadera
identidad.
Hasta dentro de la Francia
xenófoba y ahora islamofobia, se impone la mortal obligación de preguntarse por
qué Diedonné es atacado mientras que, por un puñado de euros ‘un poco mas que
un puñado) “Charlie Hebdo” puede permitirse el inmoral lujo de elaborar su
portada a expensas de los valores religiosos y de las convicciones de 1500
millones de musulmanes, algunos de los cuales viven en esta misma Francia del
odio y del rencor.
Tampoco es una cosa del otro mundo. Lo dijimos siempre: el problema no es
el país, sino el paisanaje o, por lo menos parte de él: unos no han visto “’por
más que hayan preguntado” ningún signo insultante hacia el Profeta Mohamed
(SAS) durante la marcha de Paris. Otras que, confundiendo la velocidad con el
tocino, no ocultan su “tristeza ante la condena de algunos marroquíes (como yo)
de la profanación a su profeta y a su religión”.
La verdad es que la mejor respuesta esta en
el Libro sagrado: “Di [¡Oh,
Muhammad!]: ¡Oh, incrédulos! No adoro lo que adoráis. Ni vosotros adoráis lo
que yo adoro. Y jamás adoraré lo que vosotros adoráis. Ni vosotros adoraréis lo
que yo adoro. Vosotros tenéis vuestra religión y yo la mía.” (Corán 106, versículos 1, 2, 3, 4, 5,6).
Sin
embargo, resulta, cuando menos frustrante constatar tanta inmunisencia adquirida.
Dios el
Altísimo Ha Dicho: “No
obedezcas al vil que jura permanentemente, Al difamador que siembra la
discordia,” (Corán LXVIII, versículos 10-11).
Por ello, al Revelar el siguiente versículo, Dios Ha
Llamado al calumniador “perverso”: “¡Oh, creyentes! Si se os presenta alguien corrupto
con alguna noticia corroborad su veracidad, no sea que perjudiquéis a alguien
por ignorancia, y luego [de haber comprobado que era una noticia falsa] os
arrepintáis por la medida que hubiereis tomado.” (Corán XLIX, versículo 6).
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