Citémoslo primero: “La Francia de la diferencia,
de la multi-cultura, del amor, de la tolerancia, de la paz…un país con valores
nobles (…)”.
Un sueño… porque esta no es
solo Francia, sino lo que suena todo el mundo, o casi todo el mundo.
Era ayer, después de un largo
silencio, el comediante musulmán, creyente aunque nunca le gusta evocarlo
porque, para él, es una cuestión de “humildad y de intimidad, salio de su
silencio para hablar de los atentados de la semana pasada en Paris y de las
injuriosas caricaturas de “Charlie Hebdo”.
Lo hizo en el respeto del prójimo
y en la consideración del propio, expresándose, por primera vez sobre su
pertenencia a la comunidad musulmana y como tal se pronuncia claramente contra
los actos terroristas del pasado día 11 en Paris, calificando la llamada Marcha
republicana de “emoción muy, muy fuerte” y contra las ofensas del semanario satírico
francés: “La blasfemia no es mi cultura, puntualizó Debbouze en una entrevista,
la primera desde los acontecimientos del 11 del actual a “De siete a ocho” de
TF1, no me hace reír. Pero no se puede insultar, agredir y matar solo porque no
se está de acuerdo”.
La blasfemia no es cultura de
nadie o por lo menos así debería ser entre los que preconizan la concordia y la
convivencia. El respeto mutuo, es la clave de toda distensión y de toda comprensión.
Para el comediante francés
para quien el hecho de ser musulmán casado a una cristiana periodista
constituye para él la ilustración de Francia, “No se mata en nombre de Dios. Esto no existe.
El terrorismo no tiene religión”.
Efectivamente, todos los
terrorismos, especialmente el terrorismo de Estado que algunos ejercen
impunemente y el de grupos que otros han creado y teledirigen por intereses económicos
o estratégicos.
El comediante francés no
ignora que, de desearlo realmente Estados Unidos y otros países occidentales,
entre ellos la Francia
a la que anhela y regionales medí orientales, Dae’sh desaparecería en menos de
48 horas, pero…
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