Arabia Saudita no es un país ordinario. Primer
exportador de petróleo en el mundo (7 millones de barriles/día) y segunda reservas
mundial del oro negro detrás de veneuelza, aliado potencial y tradicional de
Estados Unidos y uno de los países fundamentos del mundo árabe y musulmán, El reino de los Al Saud esta considerado como
el pívot de la estabilidad en Oriente Medio, una región lo suficientemente convulsionada,
gracias en gran parte a algunos de sus dignatarios.
Todo cambio político con el relevo en su trono, podría
constituir un signo de inquietud para sus “aliados” y de esperanza para algunos
de sus vecinos.
La primera indicación del nuevo rey en el sentido
de que optará por “la continuidad” ha constituido hasta ahora un motivo de satisfacción
para unos, de duda y de parquedad para otros, aunque bien es verdad que los
cambios y las mutaciones en Arabia Saudita se efectúan, cuando se efectúan de
manera desmesuradamente lenta, casi invisible.
Juzgado pro americano, el nuevo rey Salman Ibn
Abdelaziz no parece encontrar dificultades en convencer a su aliado estadounidense
sobre sus intenciones y para aunar las palabras y los actos, estreno trono,
nombrando, al gusto y al antojo de Estados Unidos a Mohamed Ben Nayef, 56 años,
potente ministro del interior como vice-heredero.
Un primer
gesto que va hacia Washington, con cuyas relaciones constituye el primer
expediente del nuevo soberano.
De hecho con Estados Unidos, desde 1945, cuando
fue rubricada, en el navío Quince, una alianza entre ambos (Roosevelt y el rey
Abdelaziz Ibn Saud) en virtud de la cual
los americanos disponían del petróleo saudi a cambio de la seguridad militar
para 60 años, las relaciones bilaterales nunca conocieron serias zonas de
turbulencias. Al terminar en el 2005, el acuerdo fue prorrogado para otros 60 años.
O sea, que estamos ante un hecho estructural…
El segundo expediente que podría cambiar las
coordenadas de la función regional y geopolítica mundial en general es el
relativo a las relaciones con Irán y la postura sobre el con aflicto y el
régimen sirio.
Dentro de la nomenclatura saudi existen, desde
hace meses, algunas fuertes corrientes que estiman que se debe negociar, hoy y aquí,
con el presidente sirio Bachar Al Assad “mientras esta débil” mejor que tener
que hacerlo con un Irán fuerte en caso de que se reconcilie con Estados Unidos.
Algunos rumores hablan en RIAD de que el nuevo
rey prefiere una tentativa de acercamiento con Irán a un enfrentamiento. Una posición
que, según los observadores saudíes comparte su hijo, Mohamed Ben Salman, 31
anos convertido en uno de los primeros cambios (nombramientos) del nuevo rey en
tanto que ministro de defensa y jefe del gabinete real saudi.
Tercer expediente ante el nuevo monarca: el “yihad”. Como escribe Mireille Duteil, cronista de África y Oriente Medio de « Le Point »
dijo que
en Arabia Saudita la mano derecha ignora lo que hace la izquierda. De tal modo
que la represión en el interior del país de toda subversión fundamentalista va
en par con una ayuda a los que lo hacen en el exterior, especialmente en Siria.
El actual heredero, el príncipe Moqran Ibn
Abdelaziz, hasta hace poco responsable N° 1 de la inteligencia interior y
exterior (espionaje y contraespionaje) ha llevado a cabo una implacable guerra
antiterrorista.
Es de prever que el rey Salman prosiga esta política,
lo que no deja de plantear una serie de hipótesis sobre las relaciones del
reino con algunos vecinos como Irak e incluso Siria.
Ultimo expediente clave ante el nuevo rey: el
precio del barril del petróleo. La pregunta hoy por hoy es: ¿Va a proseguir la política
que consiste en conservar un nivel elevado de producción de petróleo para hacer
caer los precios y seguir siendo dueño del mercado?
Para muchos observadores en RIAD nada es seguro
al respecto aunque todo depende de factores políticos extranjeros. No obstante,
tampoco se debe descartar una nueva visión en la estrategia petrolera del reino
debido a que los hidrocarburos representan para Arabia saudita el 90% de sus
ingresos presupuestarios a pesar de poseer otros recursos como los ahorrillos
(800 000 millones de dólares o incluso los ingresos de la peregrinación anual
que le puede hacer aguantar cerca de 10 años.
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