Amenaza terrorista: La auto-sentencia de muerte de Daesh



No cabe duda: el terrorismo… todos los terrorismos es/son fenómeno/s complejo/s. Sin embargo el éxito de cualquier empresa terrorista estriba justamente en que evoluciona en sus organizaciones (Al Qaida que ha parido Daesh, Nosra etc.), sus motivaciones y sus objetivos (en el caso de Oriente Medio garantizar la defensa, la supremacía y la perennidad de Israel, destruyendo a países o conjunto de países, potencialmente opuestos a esta tesis, como Siria, Irán, Irak o el Yemen. También evoluciona en sus organizaciones, sus métodos y sus medios. Aquí se han equivocado todos los que han contribuido a la eclosión y emergencia de lo que llaman terrorismo islamista, primero en Afganistán, mas tarde en Pakistán y ahora en Oriente Medio, porque no enmarcaron en sus cálculos su evolución en sus organizaciones, sus motivaciones y sobre todo, sus objetivos.
Tanto es así que nos encontramos ante un “Estado” (“islámico”) más rico y potencialmente más independiente que sus creadores, finaciadores y sus promotores. Hoy es Siria e Irak y ¿Mañana? Nadie sabe. Los máximos dirigentes de la nebulosa no suelen desvelar sus planes ni sus estrategias. Fusilan incluso a los que pudieran insinuar “inocentemente” algo al respecto.
Afortunadamente todo terrorismo no debe conocer ni reconocer ninguna frontera, de donde el error estratégico mortal del llamado “Estado islámico” con califato, capital en Irak, otra en Siria, organización o comienzo de organización ciudadana e incluso leyes, cartas magnas y un estatuto que varia de una región a otra. En una palabra: siendo lo que es: clandestino e ilícito que puede atacar a países, a sus súbditos dentro de estos países y fuera de ellos, se permite el lujo de proceder como un Estado soberano e independiente con fronteras elásticas, eso si, dependiendo siempre de sus conquistas bélicas y su expansión a expensas de la debilidad de otros, evolucionando de manera variada, según la naturaleza del “combate” y según el blanco y la diana.
La definición de la ONU sigue siendo, hasta ahora la única que refleja una “identidad”, eso si, borrosa y desenfocada, pero relativamente fiel y verídica: “Terrorismo, dice, es todo acto que tiende a matar o a herir gravemente a civiles o a no-combatientes y que, del hecho de su naturaleza o del con texto en el que se comete, debe tener por efecto intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a obrar o a renunciar a obrar de alguna manera”.
Como se ven, desde entonces, el terrorismo ha franqueado importantes etapas y ha “quemado” muchos semáforos de la ética en el derecho internacional o el derecho divino, gracias a discretos e inconfesables apoyos de quien pretende combatirlo y gracias a una paternidad que parece provocar más de un atavismo.
No es, no será la coalición internacional dirigida por Estados Unidos y comprende a más de un padre-fundador de las actuales bandas terroristas en Siria y en Irak, la que va a acabar con esta lacra, sino sus propios errores, entre ellos el mas mortal y el menos eludible: establecerse en conocidas fronteras.

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