« ein ende mit schrecken ist besser als ein schrecken ohne
ende »
(Más
vale un fin sin angustia que una angustia sin fin)
(Proverbio alemán)
II
Omar le
había dicho que el sueño nunca respetaba las barreras de la censura. Ahora,
Rime le gustaría preguntarle cómo son los sueños de los no videntes.
-
Pero ¿Cómo lo va a saber, si él nunca fue ciego? Se preguntó sin dejar
de sonreír...
Todo
tropezaba con el mismo crucigrama.
-
Admiro tu prematura madurez y tu sentido de humor, se defendía Si
Larbi. Pero las
conveniencias están para que se respeten.
-
Amén, enlazó Rime con una leve
inclinación religiosa de su cabeza.
Con Omar,
Rime sentía que todos los mal entendimientos eran creativos, cordiales y
hasta amistosos. Además de nobles, sus
finalidades, eran también pertinentes. Cuando explicaba las divergencias
desplegaba un esfuerzo y una voluntad patológicos, no de vencer, sino de
convencer.
-
Conozco tus métodos pedagógicos, observó cariñosamente Rime cuando,
comentando la eterna hostilidad de casi todo el mundo a sus relaciones y el
brusco cambio de su padre al respecto, le dijo que comparación no es razón.
-
Sabes Rime, admiro tu sentido de la fórmula.
-
¿Pero, qué quieres decir con sentido de fórmula?
-
Mi padre, querida Rime, no ha cambiado. Nunca, jamás.
-
Pero, por lo menos él fue siempre infinitamente más razonable. Nunca
cesó de expresar una admirable
solidaridad contigo! Vamos, que yo sepa!
-
Ni tanto ni tan… poco. En efecto, siempre lo fue. Pero te juro que
sólo aceptó lo que creía inocentemente una fatalidad.
-
¿ Tú crées ?
-
¡Hombre! Es mi padre y lo conozco. Nunca tuvo una clara opción ni del
momento ni menos aún del método.
-
A pesar de que siempre fue conciente de que lo nuestro le podía costar caro.
-
Y le costó. Quiero decir le está costando. Pero, qué más da! Se
acostumbró al curso de los acontecimientos impuesto por una sociedad enfadada
con la realidad y la razón. Déjame recordarte, Rime, que nunca nadie apostó por
un feliz desenlace de nuestra relación. Pero qué más da. El pasado es el pasado
y el presente y el futuro son otra cosa.
-
Pero al final tengo la impresión de que sacó algunas lecciones
convergentes.
-
¡Ni hablar! Al contrario. Cuando habla dice que «allí está Omar.
Todo lo contrario de lo que preveían los señores. ¿Qué le falta para merecer lo que otros tienen o
puedan tener? ».
Rime no contestaba. Tenía fija la mirada en
las rayas de la « cazadora » de Omar. Levanó los ojos y le preguntó
-
La compraste en Valencia ¿No?
Era su manera más típica de dar vuelta a los
asuntos. De todas formas casi no necesitaba hablar con Omar para estar de
acuerdo.
Respetar
no es acatar, comentaba irónicamente Rime que va descubriendo que toda su vida
no ha hecho otra cosa que buscar una
armonía entre su deseo y de lo que podía ser capaz.
Con Omar las cosas pasaban de otra manera... diametralmente opuesta.
-
¿Por qué? ¿Cuál es el secreto de este hombre que siempre habla de una
manera tan límpida ?¿ Por qué, cada vez que habla parece segar una flor..
una esperanza?
Al
hablar, Omar era siempre breve y diluido. Derrochaba imaginación y generosidad.
Rime le solía decir que sus ideas pueden servir de camino y de peregrinación.
Con una pasión agria, pero a penas perceptible
solía afirmar y confirmar sin sobresaltos su origen y su esperanza sin que por
ello sufriera menoscabo. Sin haberlo explicado nunca, repetía a menudo con una sonrisa a flor de
boca « el sufrimiento es una oración ».
En su
soledad, Rime se atormentaba, preguntándose, sin encontrar nunca la respuesta,
sobre el valor ético y material de aquella seudo nobleza que su padre y los que
eran como él reivindicaban de manera intermitente y desmesuradamente exagerada.
-
Todos respiramos nuestro norte, le explicó el otro día Omar. Unos más
que otros. Pero todos o por lo menos los más razonables aspiramos y soñamos con
hacer de todo esto un espacio de libertad.
-
Todos,
menos...
-
No, Rime, todos. Sin
exclusiones. T o d
o s, pronunció cada una de las
cinco sílabas.
-
Incluso los que siempre dieron la espalda a las reglas más
fundamentales de la convivencia...
-
Cruel
dilema.
-
No es ningún dilema. Lo nuestro no ha sido y no será nunca una
excepción. Lo suyo es
un no firme y definitivo.
- Firme sí… hasta ahora, definitivo...
no lo creo.
Lo de
«definitivo» lo pronunciaba Omar como si se trataba de una palabrota. No se
cansaba de explicar que no correspondía a ninguna urgencia social.
En el semi-letargo de su conciencia colectiva y en
su insensibilidad de la velocidad de los advenimientos, la sociedad tetuaní de
los años 60, 70 y hasta 80 daba muestras de un cansancio intelectual, revelador
de muchas sensaciones contradictorias y a menudo de una legítima
frustración, gracias, en gran parte, a una serie de factores, todos o casi
todos externos: Los estudiantes
tetuaníes en las universidades de España o de otros países comenzaban a imponer, sin saberlo, las reglas
de una nueva convivencia y una concepción concensual entre la seudo burguesía y seudo proletariado los
cuales aprendieron a contemplar juntos el futuro...Otro futuro.
¿Mejor o peor? Es otro asunto. Lo cierto es que
durante sus vacaciones, de regreso a Tetuán, convulsionaban el paisaje y el
paisanaje.
Algunos, eso
sí, buscaban anacrónicamente hacer resucitar el pasado segregacionista.
Eran otros tiempos. Nuevas perspectivas que se
abrían gracias a nadie. Era el condenado curso de la evolución que muchos no
querían o no podían aceptar.
-
¿Me imagino que ya has decidido? Le preguntó Omar a Rime.
-
Te refieres a mis estudios.
-
Si, entre otras muchas cosas.
-
¿ Qué cosas ?
-
Mira Rime, le respondió Omar con un gesto grave, todo quedó ahora
atrás. Ni sus presiones, ni sus coacciones ni mucho menos su egocentrismo
pueden ejercer sobre nosotros ningún efecto.
-
¿
Estás seguro?
-
Pero...
¿ Qué dices?
-
Nada Omar. Sé que siempre fuiste seguro de tí mismo. Desde el comienzo
nada pudieron hacer. Nadie pudo hacer nada. Nadie podrá hacer nada. Depende de
nosotros y..punto.
-
Si es exactamente lo que te estaba diciendo.
-
¿Sabes? debes calcular mejor la velocidad.
-
¿De qué velocidad estás hablando Rime?
-
O sea. Que debemos decidir nuestro futuro.
-
Estamos pegados con un
pegamento divino. Nuestro futuro está decidido desde hace muchos años.. muchos
años.. muchísimos, Rime.
- Efectivamente. Pero ahora
somos adultos y vacunados. Se nos imponen otras rectificaciones, debemos
actualizar los imperativos, poner al día los proyectos y adaptar los deseos,
nuestros deseos a la realidad de las cosas ¡Qué sé yo!
-
Razón de más.
-No, razón
de menos. Tengo la impresión, Omar, de que no me comprendes o menos que
antes. No somos lo que éramos. Hace unos
instantes te decía que ahora somos adultos y vacunados. O sea responsable de
todo tropiezo o error. ¿No es suficiente esto para alejarse un poco de este marco
inflexible, establecido hace lustros? Te repito Omar que debemos reflexionar
mucho más. Nuestra responsabilidad ahora es monstruosamente más grave.
- ¿Por qué?
- Porque
antes, teníamos excusas. Teníamos fuerzas para combatir lo que creíamos injusto.
Teníamos voluntad...porque creíamos que éramos víctimas de una injusticia
atroz. Se quedó muda un instante y prosiguió mirándole fijamente en sus ojos
color a misterio: porque antes eran los otros y ahora somos nosotros.
- Teníamos, teníamos, teníamos en pretérito
imperfecto. Éramos víctimas, ¿A caso ahora somos victimarios?
-
¡Santo Dios! Yo no he dicho
esto. Mira, terminaremos esta conversación otro día. ¿Te parece?
-
Como quieras, pero confieso que, como acabas de decir, cada vez, te
comprendo menos.
-
No es eso Omar. A propósito. ¿Que hacías esta mañana en el Hospital
Militar?
Omar estaba acostumbrado a los
ya folklóricos giros de 180 grados pero nunca lograba resistir a la tentación
de imponer la orientación en las conversaciones con Rime.
- Una auténtica sensación de impotencia, dijo
entre los dientes.
-
¿A qué te refieres? Le preguntó
Rime atónita
-
¿ No lo sabes?
-
¡Alucinante! Te pregunto y me
respondes con otra pregunta. Realmente
extraño.
- Rime, ¿Sabes lo que te digo?
-
A ver, Omar tu temperatura ¿Normal?
- Creo que si... bueno…casi
doctor.
-
Eso pensaba yo, porque tus ideas lo parecen menos.
-
Repito, ¿Sabes lo que te digo,
Rime? Que eres el ser más angelicalmente desconcertante que yo nunca haya
conocido.
-
¡No me digas! cortó Rime con ironía pero también con mucha gracia.
-
Si, mujer... exquísitamente
compleja...
-
Un continente de adjetivos. ¡eh!.
-
Cuando se trata de Rime.
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