"Precintado" de Said Jedidi. Hoy: «Casus Belli» II




«  ein ende mit schrecken ist besser als ein schrecken ohne ende »
(Más vale un fin sin angustia que una angustia sin fin)
(Proverbio alemán)


 En «Kleb Chakhleb»[1] ninguna gesticulación era estéril. Una serie de comportamientos sociales ilustraban cabal y elocuentemente el origen, la procedencia y hasta el nivel económico del «comerciante».

     -   Aquél rifeño..Todos son rifeños... todos somos, a diferente grado, rifeños, le cortó Omar a Rime que trataba de contarle algo casi a escondidas cerca  de las improvisadas chabolas, antes de precisar.. en esta ciudad y en todo el país todos somos algo, unos más que otros..
 Su corta edad no les permitía extenderse en el tema. Más atención prestaba los dos a los espontáneos curiosos que puedan ir a  contar su encuentro «  clandestino » a sus respectivos padres.
  Muchos años después solía comparar irónicamente este mercado al muy islandés Althing[2] y a su gente a los vendedores ambulantes de los diferentes «Rastros» de España.
- Papá dijo que durante las vacaciones nos vamos a la huerta en «  Bujarrah »[3].
 Sintió como una corriente helada le atravesaba el vientre. Nunca llegó a creer que se había « acostumbrado » tanto a Rime.
« 14 días sin ella, murmuró. De todas formas, incluso con ella, sólo robamos instantes » agregó para consolarse
 Su tierna edad y la visión confusa que tenía cierta triste especie le hacían sospechar que no era un individuo a parte entera.
    Desde entonces nunca le abandonó un enigmático ardor de impaciencia para promover la transparencia entre los suyos.
 Sus labios dibujaron un comienzo de una sonrisa cuando se acordó del genial Goya y su «  sueño de la razón que produce monstruos ».
- Una excelente manera de imaginar otra realidad… nuestra realidad. 14 días... Y el caso es que no puedo acercarme porque si me descubre Si Yousef armará la «  marimorena », pensó.

      Sabía que una seria reflexión se imponía. Sabía que en su Tetuán natal, como en el resto del país unos establecen las reglas, otros,  como él y su familia, las padecen. Sabía también que la familia de Rime se esforzaba en encarnar esta triste pero constante realidad. Sentía como una mezcla de nostalgia salpicada de irritación cuando se sentía impotente ante el curso de los acontecimientos.
         Haría lo que sea para que Rime pudiera ver mis nuevos pantalones «  Tergal » y mis calzados «  Rex ».
Desde hacía una semana ocultaba esta sorpresa a Rime. Desde hacía una semana soñaba con la tienda « Rex » y el señor español que le enseñaba los zapatos. Era otro aspecto de esta realidad. Esta vez la realidad de otros: los ricos o los seudo-aristócratas.
- Pero ¿Qué  coño de aristócratas es esta gentuza?
    Desde el escaparate hasta la caja, en « Rex » todo transcurría con una precisión clínica.
         Por eso es de la gente rica, aunque, pensó, se trata, sin embargo, de una lógica represiva.
 Las diferencias desataban sus pasiones.
 Unos compran desde dentro, otros admiran los escaparates desde fuera.
-         Francamente no comprendo lo que pasa.
-         Ni lo que pasó siempre, replicó Rime, precisando que todo esto no era nuevo, no se debía a meticulosidades del estado civíl ni a pulsiones autodestructoras.
-         ¿ Y a qué ?
A una forma de ser. Una manera de actuar. A una cohabitación armoniosa. Durante lustros, quizás incluso siglos unos y otros aceptaron lo que a fuerza de vivirlo sin contemplar alternativas, acabaron por considerarlo su « destino ».
-         En efecto, su destino, masticaba cada sílaba Omar… un destino moldeado por quienes les convenía que fuese así. Incluso sólo citan los versículos del Corán que les convienen.
-         Mira Omar, dijo pacientemente Rime, sin ser defensora de ninguna moral pública o local a este tema se debe tratar con guantes de seda. Marcó una breve pausa y le preguntó ¿Sabes por qué, Omar?
-         Bueno... más o menos.
   -  Aquí no hay ni debe haber ni más ni menos. La verdad es una y no puede ser interpretable.
    - Rime. Escúchame. A pesar de tu exquisita lógica...
- Mira Omar lo de exquisita lo considero como una ofensa. Se calló un instante que para Omar parecía una eternidad y dijo lentamente: infantilizas la conciencia.
¿Ah si?
 - En efecto. Porque, añadió académicamente, hasta los arrabales de nuestra existencia en esta ciudad o fuera de ella..
Se calló perpleja ante la carcajada de Omar. De repente, sin poder evitarlo se encontró en una profusión de risa, prolongación de una intensidad afectiva de sus vínculos con Omar y de su, cuando no es amor, es fecunda amistad.
-         Te lo digo yo, Omar. Afortuna o desgraciadamente en esta ciudad nunca han habido Hooligans, sino simples e indefensos espectadores.
-         ¿ Cómo ?
   - Que nadie protestó nunca. Que nadie trató de saber más. Que todo el mundo se puso mortalmente de acuerdo sobre una conducta, dictada pero no revelada ni transmitida. Que nadie, nunca preguntó por qué ni con qué derecho ni quiénes son los autoproclamados legisladores para imponer su ley ni por qué tenían que acatar un código que les convertía en víctimas de un sistema, símbolo de una autoridad descarriada. 



[1]  Antiguo mercadillo de Tetuán al estilo del «  Rastro » en España.
[2]  Espacio verde que para los islandeses constituye el primer parlamento de Europa.
[3]  Barrio de los arrabales de Tetuán.


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