Aunque no se ve, aunque no se
comenta, aunque nadie o casi nadie se inquieta, el fenómeno terrorista en
Marruecos toma una dimensión que exige una atención y un trato absolutamente
especial.
Los arrestos de presuntos
terroristas o postulantes al terrorismo y las redes que los enrollan se han
convertido, desde hace meses, en muy frecuentes. La vigilancia es necesaria e
incluso indispensable para ahorrar al país los horrores de esta lacra.
A este respecto merece
especial mención la detención de un ingeniero de Estado en el dominio nuclear
En efecto, la cámara criminal encargada de los asuntos del
terrorismo en Salé (cerca de Rabat) acaba de condenar a 3 años de prisión firme
a un ingeniero de Estado que ejercía en el Centro de energía nuclear en
Maamoura por constitución de una banda con el objetivo de perpetrar actos
terroristas en el marco de un proyecto colectivo tendente a atentar contra el
orden publico y a incitar a los demás a cometer crímenes terroristas.
El mismo tribunal, según el
diario marroquí “Assabah” de este fin de semana, ha decidido aplazar, a causa
de un sit-in observado por los abogados en los tribunales marroquíes, el examen
de otros expedientes en los que 44 acusados, en asuntos separados de terrorismo
Desde hace años en guerra
abierta contra el terrorismo, Marruecos no ha realizado, como lo esperaban sus
autoridades securitarias, convencer a los demás miembros de la Liga Árabe a elaborar una
estrategia común contra este flagelo terrorista a fin de aunar los esfuerzos,
intercambiar los datos y experiencias y coordinar sus política de lucha
anti-terrorista.
Curiosamente, con un “bagaje”,
según propios y extraños, impresionante en la lucha contra el terrorismo, Rabat
coopera con algunos países europeos e incluso americanos más que con los países
árabes, victimas y dianas directas y potenciales de este terrorismo. Como si no
bastara los anos de pasividad y casi de complicidad con este terrorismo hasta comenzar
a amenazar a todos.
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