Un tribunal egipcio abandono ayer
(sábado 29-11) la acusación de complicidad de asesinatos de manifestantes
contra el ex presiden te Husni Mubarak, derrocado por una revolución en el
2011.
Para muchos, era la ultima esperanza
de los insumisos de Egipto, que después de perder su derecho de manifestar en la Plaza Tahrir del Cairo y en
todas las plazas del país, se aferraban discretamente al sueno de ver al ex
mandatario por fin condenado por la sangrienta represión de las manifestaciones
de enero y febrero del 2011, que, pese a lo cual, condujeron a su caída y su expulsión
del poder en Egipto.
El sábado, pues, al abandonar
la acusación de complicidad de asesinatos contra el ex –rais e incluso blanquearlo
de la grave y, según muchos en Egipto, probada acusación de corrupción, era el tiro de gracia
contra la revolución en Egipto y quizás contra la llamada “Primavera árabe”.
Mas grave aun: En el juicio
por complicidad de asesinatos, cuya sentencia ha sido previamente aplazada por “falta
de tiempo para terminar el examen de las 2000 paginas”, siete altos
responsables de la seguridad (de la época de Mubarak), entre ellos su ex
ministro del interior, Habib al-Adly fueron asimismo absueltos.
Mubarak deberá permanecer en
la prisión para terminar de purgar una pena de prisión en el marco de otro
asunto de corrupción.
Independientemente de las
consideraciones de todo orden que han rodeado este juicio y sobre todo la
sentencia, el blanqueo de Mubarak constituiría, como lo califico su abogada Farida
el-Deeb “Una prueba de la integridad” del ex régimen en Egipto.
El dilema es grave: ¿Por quien
suenan las campanas? O sea: ¿Y la revolución en Egipto (y en todo el mundo árabe),
sus valores, su objetivo y su impacto?
Khalid Abdelhamid, ex
revolucionario tiene razón: “Están dando a la gente todas las razones de dejar
de creer en un cambio político y pacifico y de sentirse tentada por la
violencia”.
Sin pasión ni compasión, se
trata de un giro de 180 grados en Egipto y en el mundo árabe y un triste
comienzo del fin de un triste desenlace de una primavera árabe que nadie sabe,
hasta ahora, quién la comenzó y quien la terminara y donde termina el
despotismo la tiranía y donde comienza la democracia y la legitimidad.
El blanqueo de Mubarak marca
la historia de esta primavera árabe, frenada en los arrabales de damasco y rematada
ahora en pleno corazón del mundo árabe:
el Cairo, y en parte del pasado reciente, triste presente e in cierto futuro de
la nación árabe.
Muchos comienzan a realizar
que la primavera árabe fue una farsa, trágicos e imprevisibles serian sus
consecuencias y sus repercusiones.
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