« Yamna o Memoria ĺntima » de Said Jedidi: Hoy: INYECCIÓN LETAL I



« En el Día del Juicio Final pesarà la tinta de los sabios y la sangre de los màrtires. No habrà ninguna diferencia entre ambas »
                                                                                                                 Profeta Muhammad (SAS)


Llovía en Tetuán. Las ráfagas de viento y de agua parecían haber decretado el estado de sitio en las calles de la coqueta ciudad. Sólo las cafeterías estaban llenas hasta las… banderas con la atención y los espíritus convergidos hacia las pequeñas pantallas de los raros televisores en la época en Tetuán que transmitían, en blanco y negro el « clásico » Madrid-Barça.
Se insultaba al árbitro en español y se comentaba en un árabe bastardo, injertado con irreconocibles voces latinas, combinando la realidad e la ilusión.
Algunos « hombres en plural » como se autodefinían muchos, comentaban aquella «  droga de los pueblos » en alusión a la pasión de la abrumadora mayoría de los norteños por el fútbol español.
     -     Parece que se han inyectado, unos el Barça, otros el Madrid
     -     Es que no tienen nada que hacer.
     -   ¡Hombre! siempre hay algo que hacer. Fíjate en los que se preocupaban por su futuro cómo hicieron durante largos meses la cola en la municipalidad luego la gobernación y más tarde en la comisaría, cuántos sobornos han pagado a toda esta buena gente pero ahora se encuentran en Europa ganando una fortuna. Te repito que siempre hay algo que hacer
     -     ¿Ver la « tele », por ejemplo?
     -     Pues no, pero..
     -     Ir a mendigar o a robar o a vaya usted a saber qué
     -     ¡Parece mentira! Que eres más terco que una mula jblía[1]
Pese a toda su complejidad, Tetuán no extrañaba a nadie. El invierno limpiaba las calles y... las mentalidades. Mucha gente volvía de donde había venido. Los usos y costumbres y un acento perdido coyunturalmente durante las vacaciones y la afluencia  « extranjera » volvían, con referencia y elegancia, a sustituir la « Marimorena » de los tres meses de verano.

Desde la ventana lateral del aseo, después de asegurarse de que la puerta estaba bien cerrada, Yamna admiraba la meseta de Buhnan[2]. Pero esta vez identificándola con la « receta » de Ami Abdeslam. ¿ Dónde puedo encontrar yo una tortuga ?, ¿ Quién me la va a pagar ?, ¿ Qué digo yo a esta gente para prepararla ?.
La pobre se atormentaba. « Las buenas soluciones suelen ser difíciles », pensó con una leve y discreta sonrisa de quien acaba de cruzar la esperanza. Meditaba sobre lo que le dijo  R’Kucha, quien con su tradicional pragmatismo y claridad de ideas, le advirtió que « El queso gratuito sólo se encuentra en las ratoneras »[3].
« Tiene razón, la buena R’Kucha », pensó con sobriedad y templanza.
Por la mañana, con acento inhabitual, teatralmente serio y sereno, Ami Abdeslam le dio, por fin, su mágica receta revelada por no se sabe qué sabio, sacada de no se sabe qué libro, encontrado en no se sabe qué librería o biblioteca.
     -     Mira Yamna,  ya la tengo.
     -     A ver ¡qué bien!
     -     Te compras una tortuga
     -     ¿Una tortuga? preguntó con asombro.
     -     Si. Una tortuga. Una verdadera. Oye, que no se te ocurra comprar una de plástico
     -     ¡Gracioso! Respiro mal pero veo bien
     -     Pero, ¿Me dejas o no terminar?
     -     Claro que si. Perdona. No te interrumpiré más.

Marcó una breve pausa y se puso a rogar
     -     Te lo suplico, continua. Te escucho. No haré otra cosa que escucharte. Toda tu vida consagrada al prójimo, Sidi Abdeslam.
     -     Pues… toma nota.
     -     Si, si, si
     -     Te compras también leche.
     -     ¿Leche?
     -     Si, Yamna, leche. Mucha leche. Para que no se te acabe en medio del tratamiento que sería una broma de mal gusto
     -     Tortuga y luego leche. ¡Dios mío qué horror!
     -     ¡Yamna!
     -     Si, te escucho.
     -     Y pones la tortuga en la leche.
     -     Y...
     -     Y nada te comes un poco cada día y Dios se encargará del resto.
     -     ¡Ojalà! ¿Dónde encuentro yo una tortuga?
     -     Mira te acabo de dar una receta que me costó meses de averiguaciones, consultas e intensos contactos con los que conozco y los que no conozco.
     -     Que Dios te lo pague.
El resto de la familia escuchaba con repugnancia y estupor. No creía lo que acababa de escuchar. Esperaba una reacción de Yamna que no llegó. Una larga sonrisa. Un largo suspiro… y la expresión de gratitud a quien nos acaba de salvar la vida. Al final todo el mundo parecía de acuerdo sobre la idea de que la broma de Ami Abdeslam era esta vez desmesuradamente pesada y « a lo mejor peligrosa ».
Pero ninguno de ellos ignoraba que la presencia de la tortuga en la casa, según la tradición, desecha y aleja asmas. Una costumbre milenaria y oral que nadie pudo cambiar hasta entonces.   Especulando en esta fructuosa creencia popular, Ami Abdeslam trataba de transmitir, bromeando, esta aptitud natural del animal a…Yamna
Desde entonces Yamna soñaba despierta. Pero no era fácil porque, entre otras cosas, la tortuga en la mitología marroquí presagia también lentitud. Su presencia aminora el curso de la vida. « Primero daré el paso, luego encontraré el medio de calmar los malos espíritus que irán surgiendo ».
     -     Y esto no es bueno
     -     Bastante tenemos con la avalancha de mala suerte que nos azota desde hace semanas
     -     Y por encima quiere traernos una tortuga.
     -     Te juro que está ajustando sus cuentas con...
« Diles: Mi señor sólo ordena la equidad, que os consagréis a Ėl en toda oración. Exactamente como os creó, retornaréis a Ėl » [4] .
Como si procediera del cielo, la voz de Sidi Mohamed desde el dormitorio, donde estaba rezando Al asr[5] frenó el frenesí y el delirio casi tragón de los detractores de Yamna.
     -     De todos modos ¡A mí qué mi importa!
     -     Pues... Será su tortuga
     -     Que se la coma el mismo día
     -     ¿Pero qué pasa? la pregunta era de Sidi Mohamed, quien, intrigado por el alboroto de la habitación contigua, se acercó para averiguar el origen de aquél « zafarrancho ».
     -     Nada, Sidi
     -     La verdad es que estábamos comentando lo de la tortuga de Yamna.
     -     ¿Dios mío, qué tortuga?
     -     Dicen que la presencia de una tortuga  aminora la marcha de las cosas. ¿ Usted qué Cree?
     -    Sois una banda de imbéciles, se limitó a responder con una asombrosa lucidez Sidi Mohamed, quien girando sobre sus talones regresó inmediatamente al dormitorio, sin esperar la reacción pero dejando intacta y sin resolver el dilema de la tortuga de Yamna.
Intacta dejó también la emoción. Eran las tres y 25 minutos de la tarde. Los improvisados comerciantes ambulantes y los « Isidros » con sus frutas, verduras y todo tipo de animales comenzaban a recoger sus cosas y abandonar las desordenadas calles de Trankat [6] .
-                          Mañana volveré muy temprano, se lamentó despreocupada Yamna que llevaba más de una hora buscando una tortuga

En la pequeña cafetería de enfrente, entre sorbo y sorbo de té a la menta y entre dos Toledos[7] o dos « pitillos» de picadura española, los apasionados del parchís o del dominó iludiendo la rutina o el amargo sabor al vacío o los dos, contaban injuriosos extravagancias con sabor nacional.
     -     ¡Pobre Tetuán!
     -     ¿Por qué?
     -     Francamente yo casi no reconozco esta ciudad… mi ciudad.
     -     Juega y habla, protestó cortésmente su compañero de juego
     -     De acuerdo
     -     ¿Por qué decías lo de pobre?
     -     Pero… ¡cojones! ¿No observáis lo que está pasando y sobre todo lo que va a pasar?
     -     Déjate de previsiones que por algo los hay en Rabat que cobran y deben encargarse de estas cosas
     -     No son previsiones sino constataciones.
     -     Juega, ¡coño!, no queremos hablar de política. No ves que la calle está infectada de...
     -     ¡Banda de falangistas! Si Franco ya se fue al carajo
     -   ¿Franco? ¿Pero de qué Franco estás hablando, ignorante. Franco se fue y nos quedamos nosotros y otros francos con nombres como Ali o Abderrahman. Que ahora hay francos a punta pala. Los encuentras hasta en la sopa. Juega que cada vez eres màs tonto y cada vez eres más insensato. No hables de lo que no conoces porque no paras de tirar planchas
     -     No lo vas a entender, enterado de mierda, pero te lo digo: que todos nuestros problemas vienen del pasado
     -     ¡Toma ya! y... ¡Dale con los pasados! Que el presente está hecho de ángeles. Ya verás como el futuro se harà de demonios
Estaban en la recta final y nadie quería perderse el final de la partida. Una fracción de segundo y el dado que marca el dos.
¡Terminó la partida!, gritaron los ganadores, preparándose a los consiguientes comentarios.
     -     Os he dicho que yo soy excesivamente más fuerte para vosotros
     -     Déjate de tonterías y explícanos lo que querías decir con lo de pobre Tetuán
     -     Yo me voy
     -     Yo también
     -     Nos veremos esta noche
     -     ¡Cobardes! te lo voy a explicar, Jay H’med [8]que tú nunca te vas ni tienes a dónde ir y es casi mejor. A mí me gusta tíos como tú que no tienen donde caerse muertos.
     -     ¡Qué hijo de puta eres!, Jay Larbi. Si tú eres peor que yo. Todo el mundo sabe que eres más pobre que una rata. Mira cómo està desecha tu chilaba
     -     Olvídate de mi chilaba que estamos filhaua saua[9]¿No ves que se llevaron hasta los raíles del tren para terminar los de Sidi Kasem[10]?
     -     ¿Y dónde està esto?
     -     En el quinto coño
     -     Pero, vamos a ver ¿Cómo lo sabes si tú, Larbi,  nunca saliste ni de Trankat?
     -     Me lo contaron, ¡tonto!
     -     ¡Ah!
     -     Lo que es difícil hablar con los burros
     -     ¿Burro, yo? tu puta madre, mentiroso de mierda
La prolongada carcajada de Jay Larbi puso al descubierto el color amarillento de lo que dejaba la carie de las dos muelas que le quedaban en una boca que parecía la cueva de Ali Baba.
Nadie era capaz de asociar tan disparatadas sensaciones en las que se mezclaban el amor al presente, las susceptibilidades del pasado y un trato juzgado pero inconfesado por la inmensa mayoría de los tetuaníes, como indigno.
Como si la acababan de arrancar de su líquido amniótico, Tetuán parecía memorizar las nuevas y atroces realidades.
     -     ¿Sabes, Jay H’med, cuando los españoles no encontraban sustento para los suyos nosotros, aquí en Tetuán comíamos pan blanco
     -     La Tetuàn de la pandereta
     -     ¡Que và! la pandereta era España.
     -     Por eso se odia tanto a Franco. Se quitaba a los suyos y nos lo daba a nosotros.
     -     No eran suyos. Eran rojos. Además no se le odia por eso, sino por haber asesinado tanto. Cuentan que él y los suyos eran monstruos
     -     ¿Y nosotros qué éramos  o si quieres, qué somos?
     -     ¡Joder, como eres, tío! esto último lo chapurreó en un español incomprensible
     -     La Sanjurjada. ¿Te suena ¿
     -     No. ¿Qué es? ¿Un santo, no?
     -     ¡Una polla vinagre, cómo va a ser un santo, imbécil! Una rebelión en Sevilla y la sofocamos nosotros, ¡burro!... nosotros los « moros ». Mi padre y otros  amontonados como borregos en camiones militares y llevados en barcos como negreros a la península a cambio de una barra de pan y unas alpargatas
     -     ¿Tu padre?
     -     Si. Mi padre y mis dos tíos pero entonces no era Franco sino los republicanos que recurrían a los « moros » para resolver sus problemas interiores. España siempre fue así con nosotros. ! Pan blanco ! Qué pan blanco ni amarillo. Los morangos somos los que salvamos siempre los regimenes en la península y luego los derrotados o sea a los que derrotamos se pasan la vida odiando a los « moros ». ¿Pero qué podemos hacer nosotros si nos llevan por fuerza? Ellos mandan y el que manda, manda, tío, sino que se lo pregunten a Emilio Mola
     -     Mandaban, los sinvergüenzas 
     -  Era nuestro destino. Mira Jay H’Med los españoles nos encontrarán siempre defectos e inventarán argumentos para detestarnos
     -     ¿Y mi imagino que a los que se llevaron para acabar con los rojos no les dieron ni pan blanco ni niño muerto?
     -     ¡Qué va! Ellos y los que, antes de ellos,  se fueron para « limpiar »  a España de los « fachas » sólo cosecharon la ingratitud de unos y otros. Tanto los nacionalistas como antes, los republicanos asustaban a los demás cantándoles barbaridades sobre los «moros». Que tienen cuatro bocas, que tienen tres narices que se comían a la gente. En fin lo necesario para que nos detestaran el resto de su puñetera  vida
     -     Y así es
     -     Y mucho más. Fíjate que ningún extranjero de las llamadas Brigadas Internacionales nos reprochó nunca nada a los «  malos moros »
     -     Porque no son españoles
     -     Exactamente porque los republicanos nos acusaban de sus atrocidades y los nacionalistas después, de las suyas
     -     De todas formas no fue Marruecos sino la parte de Marruecos bajo su protectorado que era ínfima. En el resto de Marruecos, como en Casablanca, Rabat y otras ciudades, los republicanos encontraron la mejor protección y el mejor cobijo. Los marroquíes compartieron con ellos todo. Tanto que Marruecos recibió entonces con los brazos abiertos a decenas de pateras que huían de Franco y su represalia
     -     Pero esto no cuenta para ellos. Cuando se trata de Marruecos, ellos se comportan como los comandantes de las incursiones atómicas contra Hiroshima y Nagazaki que «  necesitaban acuciantemente ganar o sino iban a ser acusados de crímenes de guerra »[11]. ¿Me entiendes?
     -     Si. Te refieres a los gases tóxicos contra el Rif y las acusaciones gratuitas de que los « moros » somos la causa de todas sus desgracias. ¡Cojonudo! Cuántas cosas conoces, tío. ¿Pero qué coño haces con nosotros, una banda de pobretones que masacran el tiempo burlando el hambre y la miseria?

A pesar de la inadvertencia del argumento de Ami Abdeslam, Yamna no consideraba incierto el éxito de su receta. Creía con una admirable devoción que era el comienzo del fin de su tragedia. Respiraba mejor y tenía menos crisis de asma. Se sentía como una rosa… sin espinas. Comenzaba a mostrar una minuciosa elección de sus actitudes y un total control de sus gestos, reflejando una nueva forma de ser, fluida, luminosa e incluso misteriosa. Actuaba con maestría siempre en el justo límite del ejercicio permitido.
     -     Os vais a morir de risa, les dijo Ami Abdeslam en voz muy baja con la evidente ambición de divertir a todo el mundo
     -     ¿Ya està?
     -   Yamna se pasa el día en los zocos, buscando una tortuga. La llaman « busca tortugas »
     -     ¡Pobre mujer!
     -     La va a encontrar
     -     ¿Cuándo?
     -     Hoy o mañana. De todas formas el miércoles es día de Suk [12]
El tiempo transcurría con una aburrida normalidad. Pero ella, tenía la extraña impresión de que se pasaba rápidamente las páginas de una crónica por anunciar. Todo giraba en torno a la nueva broma. Todas las palabras, gestos y sentimientos desembocaban condenadamente en la ya legendaria historia de la « tortuga de Yamna »  pero, salvo sobre el punto particular de considerar que era simple broma, en el que todos estaban de acuerdo, unos más que otros, todos los miembros de la familia comenzaban a formular serias reservas sobre el resultado de tan audaz humor.
El humor de Ami Abdeslam comenzaba a aparecer más descafeinado.
     -     ¿Sabéis el gran inconveniente de la poligamia?
     -     Mmmm...Mmmm
Nadie se interesó.
     -     Pues en vez de una, en la poligamia suelen haber tres suegras, terminó su relato sin convicción casi masticando las palabras
No  arrancó la sonrisa a nadie a pesar de lo cual prosiguió su monólogo.
     -     Hay poligamia, bigamia y...
Tampoco hubo reacción alguna.
     -     Y la monotonía, soltó sin entusiasmo
     -     Oye, que no la vayas a matar
     -     ¿Te refieres a la tortuga y por qué la va a matar?
     -      Si y a tί. Creo que le debes decir la verdad
     -     Esta es la verdad
     -     ¿… que la tortuga cocida en leche cura el asma?
     -     Bueno, casi... ¡Qué sé yo!
     -     ¡Acojonante! Que no lo sabes. Pues espero que por lo menos seas conciente de lo que pueda pasar si nos muere la tía
Por su parte, determinada  esta vez a ir hasta donde pueda llegar, Yamna logró abolir las fronteras entre la irresolución  y la audacia. Una atrevida patología por la que estaba más que decidida a consentir más de un esfuerzo... a soportar más de un ultraje y a resistir a más de una presión.
Decidió colocar debajo del celemín todo su orgullo y toda su ambición de dejar de ser lo que era hasta entonces.

     -     ¿Y tu tortuga, Yamna?
     -     Aún no es mía, R’Kucha. Pero lo será, si Dios quiere, esta tarde.
Lo de « esta tarde » tenía algo de eterno. Pero al mismo tiempo indicaba elocuentemente que, por fin, Yamna venció literalmente el vértigo del suspense.

Jay H’Med seguía  escuchando con admiración, las extravagantes « ponencias » sobre la historia contemporánea del país del viejo Larbi, un rifeño color muralla como su Targuist natal, uno de los primeros en romper el muro del silencio cuando un caluroso día de verano afirmó con una ingeniosidad estupefaciente pero doctamente, que no veía la menor incompatibilidad entre lo que llamaba patriotismo berebere y patriotismo marroquí
     -     Creo que tienes razón, jay Larbi, aunque yo creo que debes fumar menos el kife si no quieres que te  aprieten un poco más las clavijas.
     -     ¿Quiénes? Tú no me conoces
     -     Ni conocía a los tantos desaparecidos por haber vomitado cosas infinitamente menos graves de lo que tú acabas de decir
     -     Cobarde de mierda. Que os cerraron el pico y..
     -     El culo, no le dejó terminar
Lo dijo jay H’Med y se quedó mudo durante un instante con una mirada furtiva, analizando minuciosamente los rostros de los que se encontraban en el local en busca de un chivato. Su silencio era un discurso. En vez de una reflexión, lo de Jay Larbi le pareció una descarga eléctrica de una realidad mortal. Un texto profético de aquellos difíciles tiempos, tejidos, de manera radical, por la escasez y la esperanza frustrada.
La sequía intelectual traducía una fértίl  imaginación. Los que tenían y los que no tenίan figuraban en la misma cara de la moneda.



[1] Campesina
[2] Ladera del monte Gurguiz
[3] Refràn ruso
[4] Corán : 7 : 29

[5] La tercera de las cinco oraciones del Islam
[6]  Barrio comercial popular de Tetuán
[7] Tabaco negro de los años 40 y 50 en España que fumaban también los habitantes del norte de Marruecos
[8]  Hermano H’Med :  una manera cariñosa de llamar a los amigos
[9]  «  En el aire somos iguales »Canción egipcia muy popular
[10]  Ciudad del centro de Marruecos entre Meknes y Kenitra
[11]  Curtis E. le May, Comandante de las incursiones aéreas del 10 de marzo de 1945 contra Tokyo con bombas incendiarias que causaron más de 100. 000 muertos en 24 horas.
[12]  Los miércoles eran días en que los aldeanos venían masivamente al zoco para vender sus cosas

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