"Yamna o Memoria Intima" de Said Jedidi. Hoy: Contraseña





               « En el Día del Juicio Final pesará la tinta de los sabios y la sangre de los mártires. No habrá ninguna diferencia entre ambas »
                                                                                                                 Profeta Muhammad (SAS)
 



                                              III

Desde su providencial metamorfósis, Yamna parecía creer que su principal y quizàs única función era sonreir. Afirmaba ahora que durante sus largos y misteriosos paseos al borde del mar dejó de ver « aquellas enormes olas de sangre » y « las interminables procesiones de personajes misteriosos ».
     -     Creo que es el primer indicio de tu total curación
     -     Pues veo el mar como es : como una bonita manta de seda azúl como a mí me gusta
     -     ¡Amiga! te curaste de una cosa y atrapaste otra no menos peligrosa
     -     ¿ No me digas?
     -     Paranoia. O sea que te veo hecha una auténtica paranoica
Su gusto casi sensual por el mar y la conciencia estética que la acompañaba, la ayudaban a comprender mejor lo que quería decir Ami Abdeslam cuando evocaba «  el apetito asesino de la urbanización a ultranza ».
     -     Cuando España llegó a Martil no tardó mucho en darse cuenta de que este clima era excesivamente húmedo
     -     No màs que en otras partes del mundo
     -     Si. Un poco màs o por lo menos un poco menos soportable. Por ello, los colonizadores españoles comenzaron por crear la Alameda y el pequeño bosque en la desenbocadura del rio que ni siquiera le dieron un nombre. Los àlamos y los pinos de los dos bosques generaron un micro-clima.
     -     Pues… esto sί que no lo sabίa
     -     Hasta que vinieron nuestros hermanos en Dios y acabaron con todos los pinos, todos los àlamos y todo lo que era verde.  Por unos duros de màs y unas urbanizaciones que olían a dirham[1] fàcil y a punta pala, asesinaron a los àrboles, guillotinaron a los dos bosques y descabezaron aquél micro-clima
     -     Ahora comprendo mejor por qué la gente con dificultades respiratorias sufre tanto en Martl
     -     Porque Martil se quedó sin pulmones
La distancia social que separaba Yamna de los demàs la mantenía ahora entre la aventura y la seguridad, mostrando un interés pronunciado por las confidencias casi confesiones de Ami Abdeslam y por su moral « asesinada por la inconciencia de muchos ».
Echaba enormemente de menos a su arrogancia «  su verdadero encanto », correspondiendo él con frases con una mezcla de humor y de pudor.
     -     Yo no sé si son concientes de que elevan la fiereza de ànimo al rango de institución
     -     No. No es asi. No es crueldad. Es una especie de apetito insaciable a prescindir del inepto
     -     ¡ Que no, coño ! Que son apremios inconfesados
     -     Ni siquiera sentidos
     -     Si que lo sienten. Inviertes todo
Entre las concepciones de unos y otros era el desierto… algo asi como una terra incógnita a través de la cual pasaba una reflexión propiamente surrealista en la que cada uno se mantenía a una distancia respetuosa.
Conversaciones abstractas en las que nunca o casi nunca hay conclusiones. Reflejo de una sociedad que se deshumanizaba y que no necesitaba escuchar, ni mucho menos, comprender al prójimo. Cada uno conocía y respetadaba de una manera religiosa los límites de la tolerancia que nadie instauró. Ninguno de ellos sentía ni la tentación ni la ambición de abolir el mecanismo de la lentitud de una sociedad que, contrariamente a otras que «  elogiaban la luz límpida del sur », admiraba hasta la obscuridad espeluznante del norte.
Y el norte, para la inmensa mayoría de ellos, era Tetuàn «  ¡y nadie màs! », como reza el slogan de su Mogreb de Tetuàn y antes, de su predecesor Atlético de Tetuàn.
Reacciones en cadena y de una intensidad difícil de diagnosticar o de descifrar.
Con su conciencia de precaridad en la que se confundían sus respectivos estatutos sociales, Yamna  y Ami Abdeslam constituían, sin saberlo, las dos caras de la misma realidad, rica en diversidad pero probablemente también en consecuencias pero, como solía precisar Ami Abdeslam, cuyas manos callosas recordaban su comienzo profesional no asi su pasado reciente y su futuro, en el sentido noble de la intención.
No importaba lo que pasó. ¿ Por qué ayer era ella y hoy él ?. No importaba que muchos pensaran que «  los términos de la ecuación se permutaron porque… ».
Ami Abdeslam nunca buscó ir màs allà del repetido «  por qué... ». Era su manera de reclamar que ya iba siendo tiempo de cerrar el paréntesis. Una dimensión íntima de un hombre que el sufrimiento propio y la insolencia de los demàs le inyectaron una fuerte dόsis de una excepcional generosidad de adaptación que, ante el curso de los acontecimientos, en vez de perder el tiempo, buscando soluciones inexistentes, intentaba hacer de su destino el instrumento de una aventura personal.
La cólera paterna y la indiferencia con cierto desprecio glacial despertaban en él la alergia a los gestos fuera de lugar. Trataba de ser correcto, amable e incluso paternalista. Entre sus partidas de parchis dirigía, las improvisadas oraciones al borde del mar, lo que para él, constituía una ίnfima e inconfesada reconfirmación de la desesperada búsqueda de una actitud o por lo menos de una expresión de reconocimiento de sus aptitudes en materia religiosa.
     Vivίa y actuaba con la mirada convergida hacia su hermano mayor.
La enfermedad y sus desdenes moldeaban su nueva y salvadora calidad de ulema[2] que tan expresiva era después de toda oración que las palabras a penas eran necesarias.
Para él, era de una importancia capital : màs que un logro era una necesidad y una responsabilidad que debía convertirse condenadamente en un elemento constitutivo de su nuevo temperamento…. de su nueva manera de ser… de su nueva envergadura « intelectual » y evidentemente de su rango social.
Nadie lo vió leer. Nadie observó su sed de saber. Pero tampoco nadie sabía de dónde sacaba aquél hombre, acostumbrado al buen humor y a la diversión, tanta sabiduría.
     -     Esta ciudad tiene su historia y sus orgullos
     -     Sin embargo se està envejeciendo a pasos acelerados
     -     Tetuàn nunca se envejecerà
     -     Si lo dices tú
     -     No lo digo yo. Lo dice su estatura histórica y civilizacional
     -     ¡Tanto!
     -  Y Màs. Cuando se haya sido es fàcil volver a ser. ¿ Sabes que su escuela Al Ahlía fué, en 1924, la primera institución privada de Marruecos ?
     -     No. No lo sabía
     -     Y cuando digo Marruecos quiero decir de toda esta región
     -     ¿Y ahora?
     -     No me preguntes sobre lo de ahora. Con su Jardin de los Enamorados, su escuela de oficios, su escuela de Bellas Artes, sus museos y sus instituciones educativas, Tetuàn y su gente parecían a una ciudad europea…
     -     Y…
     -     Y alguien quiso que pareciera a otra cosa
     -     Pues, a todas luces, lo logró
Cuando hablaba de la historia reciente del pais parecía otro. Como todos los grandes, inspiràndose de lo que haya escuchado sin comprenderlo perfectamente, comenzaba a tener sus propias ideas, sus propias teorias y su propia filosofía.
     -     ¿Sabes cuàntos marroquies murieron en Toscano, en Italia, durante la segunda guerra mundial?
     -     Ummm… muchos. Enfin, se dice por allí que fueron muchos
     -     ¿Y tienes una idea por qué murieron?
     -     De todas formas no por Marruecos
     -   Lo realmente asombroso es que nuestros libros de historia se enorgullecen de que los pocos supervivientes hayan desfilado victoriosamente junto a los soldados aliados ante los generales Eizenhower y Giraud
     -     Pero no solamente ellos, ni solamente en Italia o en Túnez, sino también en Madrid, Zaragoza o en muchas otras localidades españolas con Franco o con Emilio Mola o incluso con Durruti o con García Oliver[3]
     -     Pues todos o por lo menos los que han tenido la tremenda suerte de no dejar el pellejo allí regresaron al país para volver a ser pasto de una represión atroz de los que se fueron a defender sin saber por qué ni cómo.
     -     Bueno muchos marroquies no necesitaban ir hasta Francia, Italia o el quinto coño para morir. De ello se encargaron las autoridades coloniales, especialmente los franceses en Casablanca, Rabat, Mekenéz o Marrakech
     -     A su regreso de aquél infierno encontraron prohibida por las autoridades francesas por las que dieron  su vida y su sangre, de «  El genio marroquí » de Abdellah Guenun[4] porque, según ellas «  era susceptible de dar mucha confianza a los marroquies
La historia y su anàlisis con ojos propios y según una nueva e imparcial metodología se convirtieron para él en su refugio favorito. Tetuàn y su trayectoria civilizacional se convirtió en su «  legítima » pasión.
Con una calma olímpica hablaba fertílmente pero a menudo de manera decalada e intemporal de los que consideraba como símbolos de la resistencia cultural al colonialismo español.
     -     ¿Pero, dónde aprendiste todo esto?
     -     Por allí, se limitaba a responder
Un grito de guerra contra el sabor acre de la casi locura de muchos. Su manera de defender pero sin ir hasta auspiciar la idea de volver a escribir la historia. La venganza que se cruje entre los dientes, acusando a muchos de negligencia en la lectura de nuestra realidad lo que para él representaba un acto de crueldad intelectual sin aviso previo.
Su nuevo universo, sus nuevos compañeros de infortunio y sus nuevas ideas, según muchos, con vecindad incongruente y una dudosa combinación, seducían cada vez màs a unos, menos a otros, no dejando indiferente a nadie.
       -   « Desde su amanecer, los fieles musulmanes fueron una civilizaciόn en movimiento. Desde el principio doctrinal que indica al creyente peregrinar un avez en la vida hasta la Ciudad de la Meca hasta el ràpido crecimiento del imperio islàmico en sus albores, hubo una caracterίstica inherente a la civilización islàmica relacionada con el viaje y todo lo que este implica… »[5]
     -     ¿ No estaràs hablando de la inmigraciόn clandestina ?
     -      No, respondiό seco
            No estimó conveniente dar màs explicaciones. Omprendiό por intuición que su interlocutor pensaba en otras cosas.
Sin su fràgil salud y el continuo temor a los cielos desapacibles, Ami Abdeslam nunca hubiera soñado con tanta fecundidad intelectual, ni hubiese podido acceder, como ahora, al rango de Alem[6] aunque sus detractores precisaban...a la violeta.
Él mismo se autodefendía como «  un hombre que trata de habitar hasta el último suspiro su cuerpo ». Por ello no reivindicaba moral altruista alguna y colocaba entre discreción y exuberancia su grito contra todos los actos gratuitos.
     -     No sé por qué se pasan la vida barajando las hipótesis de mi desaparición
     -     Francamente, Abdeslam se atrevió a contestarle su esposa, tú les das la ocasión.
     -     ¿Yo? ¿Cómo?
     -     Màs místico, menos coherente e infinitamente màs enigmàtico
     -     ¿Tú crees?
     -     A veces ni yo te reconozco
     -     Casi es mejor así
Con su esposa compartía una inconfesada visión de la euforia de una vida soñada. Cuando se encontraban solos y desamparados derramaban toda su locura conyugal.
     -     No te và esta barba salvaje
     -     Que eres de una belleza patituerta
     -     Y tú de una repulsión visceral hacia todo lo que es lógico y racional
Se imaginaba todas las estratagemas para averiguar por qué aquella mujer reía de lo que era todo menos cómico y derrochaba trsiteza ante todo lo que hacίa reίr.
     -     « La gallina  pone sus huevos y al gallo le duele el culo »[7]
     -    ¿Por qué lo dices? Sabía que los mosquitos de Martil eran potencialmente peligrosos pero nunca creí que...
     -     ¡ Qué estàs diciendo ! Me refería a tu inquietante palidez. Que yo sepa, el enfermo soy yo
     -     Los enfermos somos nosotros
     -     Alabado sea Dios
« Los mejores de entre vosotros son aquellos que mejor tratan a sus esposas »[8] La angelical voz provenía del pequeño jardin donde Sidi Mohamed estaba oupado con su pasión favorita, ensayando un nuevo ingerto que le enseñó Yussef « hecho todo un ingeniero de Estado agrónomo de una de las mejores universidades del mundo: la de Valencia ».
     -     Nos ha estado escuchando
     -     No digas esto. Es su espíritu profético
A convicción absoluta, ideas absolutas. Ahora que no tiene circunstancias atenuantes, debe aspirar a parecer un poco màs a su hermano. Toda su vida soñó con tener una gota de su océano del saber.  A pesar de no haber tenido tiempo ni la suficiente valentía de abandonar su calidad de «  simpàtico » era conciente de que los tiempos han cambiado radicalmente…por lo menos para él y su gracia.
 « Seguimos la vía que sube »[9], repitió varias veces antes de que su esposa le corrigiese irónicamente « ¡y a qué precio ! ».
Por primera vez sentía un sentimiento culpable por haber dilapidado tanto tiempo. Tenía sed de saber. Saber todo pero antes que nada lo que pasó con/a Yamna:
     -     Veo que estàs infinitamente mejor, Yamna
     -     Pues...  la verdad es que no me quejo. Pero en cambio tú..
     -     Te he preguntado por tí y me alegro de veràs que te sintieras tan bien. Lo mío es otro cantar
     -     Gracias. Dios es Grande
     -     Oye, Yamna. Hay una cosa que me dà mucha lata
     -     Lo sé
     -     ¿Lo sabes, cómo?
     -     Todo el mundo sabe que me he convertido, para tí y para todos, en un instrumento de referencia
     -     ¡Pero, qué dices mujer!
     -     Si tu receta me sirvió, si ha habido algún misterio, alguna fuerza sobrenatural, si...
     -    ¡Alucinante! Nadie tiene el derecho ni lo tendrà nunca de envidiarte por tu salud.  Creo que tienes fiebre
     -     No. Porque...
     -     Ni una palabra màs. Escúchame. Yo quería saber si... ¿Cómo diría?
     -     Si fué realmente la tortuga...
     -     Tampoco
     -     Pero ¿Qué te pasa?
     -     Nada. Quería saber si…  si... si
     -     Si… ¿qué?
     -     Si supiste entonces que era una broma… pesada
     -     Si. Lo supe…. Quiero decir lo supuse. Lo leía en las caras sonrientes y burlonas. En las diarias e interminables bromas sobre la tortuga y en…  todas las conversaciones de mala fé
     -     Asi que… lo sabìas
     -    Efectivamente y me convencí al constatar tu forma de tratar de convencerme de dar marcha atràs
« ¡ Hija de puta ! » pensó. En su progresión agotadora se había olvidado de que las domésticas también piensan.


[1] Moneda marroquí
[2]  Docto en material de jurispdudencia religiosa
[3] Conocidos anarquistas catalanes. El segundo llegó a ser ministro de justicia de la república española durante la guerra civíl
[4] Uno de los personajes màs emblemàticos de la vida cultural pre y pos colonial en Marruecos
[5]  «  El Islam, Oriente y Occidente ». centro Islàmico de la República Argentina
[6]  Docto
[7]  Refràn marroquí
[8] El  Profeta Muhammad
[9] Platón

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