III
Tres años de
instrucción, cinco meses de juicio y 3 de deliberaciones del proceso del 11-M
dieron a luz una abstracta sentencia: ningún autor intelectual de la peor
matanza desde la del 11-S en Nueva York y Washington a pesar de su apocalíptico
balance: 191 víctimas mortales y 1856 heridos y pese a la sombra inicial de Al
Qaeda, la multinacional confesional de limpieza con explosivos.
En este orden de ideas
por falta de pruebas, el juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional,
la instancia penal española, encargada de juzgar asuntos terroristas decidió en
más de una ocasión poner en libertad a presuntos terroristas arrestados aunque
la instrucción se prosiguió por un « presunto delito de financiación de
actividades terroristas» o de « fraude en las finanzas públicas».
La psicología del
rumor eclipsaba todas las visiones objetivas para combatir un flagelo aun en
ciernes. En febrero del 2008, refiriéndose a un misterioso informe de unos no
menos misteriosos servicios de inteligencia y a « documentos y testimonios
inéditos, cuyo origen no precisa, el diario El País «revelaba que desde el 2003
más de un centenar de candidatos a atentados suicidas en Irak reclutados en
España.
¿De qué nacionalidad?
Tampoco fue revelado por el rotativo español.
Como se esperaba a lo
largo de los tres años del pleito los retos eran más políticos que judiciales.
Nadie sabrá nunca si se trataba de confirmar o de establecer la verdad. Lo
cierto es que el 16 de abril del 2004, la cadena de televisión «Al Arabia»
transmitió un mensaje del líder supremo de Al Qaeda, analizado como auténtico
por los expertos estadounidenses en el que justificaba los atentados de Madrid
un mes antes. Inscribiéndose en su línea yihadista, Ben Laden no reivindicó
explícitamente las masacres del 11-M probablemente para evitar una redundancia,
puesto que reivindicaciones de los atentados existían redactadas por «brigadas»
que se autodefinían claramente de la organización de Ben Laden (Abou Doujana el
afgano, del grupo Ansar Al Qaeda en Europa, cuya autenticidad fue establecida
por la policía española que precisó que fueron redactadas por los 7 radicales
que posteriormente se inmolaron con explosivos el 3 de abril al ser localizados
y cercados en un edificio al sur de Madrid todos en situación regular en
España, algunos de los cuales adquirieron incluso la nacionalidad del país
huésped.
Para un verdadero
musulmán resulta, cuando menos difícil comprender la intención del Ministro
Español del Interior del Partido Popular de la época, Ángel Acebes quien en un
coletazo, el 14 de abril del mismo año
«consideró» públicamente difícil prevenir las acciones de «extremistas
integrados en la sociedad y que, de sopetón, forman una célula terrorista
activa».
El dirigente popular
se refería implícitamente a la «presencia en España de ciudadanos de una
cultura teocrática, poco permeable a la laicidad occidental y sus valores
democráticos».
¿Auto justificación o
incitación a la xenofobia agravada?
En todo caso, se
franqueaba de esta manera otro paso en la dirección del choque de las
civilizaciones que tanto busca y afortunadamente hasta ahora no encuentran ni
Al Qaeda ni la extrema derecha europea.
Ni víctimas ni
victimarias. Los actos terroristas en Madrid y en Nueva York y Washington y las
réplicas guerreras en Irak y Afganistán ensombrecieron la diferencia entre el
crimen y el castigo.
Los que hablaban de
terrorismo islamista y de culturas teocráticas se resistían a recordar que antes del 11-M y del 11-S el mundo musulmán fue blanco de la obra
siniestra de los fundamentalistas.
De este modo, entre 1992 y 1998, los integristas egipcios
asesinaron a más de 1 200 personas, entre ellos 92 extranjeros: En abril
de 1996 los terroristas ejecutaron a 18 turistas griegos cerca de un hotel en
el Cairo y en noviembre de 1997, 58 turistas, de ellos 36 eran suizos, fueron
asesinados a sangre fría.
El desprecio de la vida humana y de la inocencia no data
del 11-S ni del 11-M ni nunca ha tenido
una motivación de orden religioso aunque lo enarbolaba como pretexto.
Entre los dos
atentados el 16 de mayo del 2003 un comando del horror asesinaba salvajemente a
45 personas en Casablanca.
El 14 de noviembre del
2006 Naciones Unidas, España y Turquía presentaban en Istambúl su Informe sobre
la Alianza de
Civilizaciones, destinado, según sus patrocinadores, a evitar un choque entre
el Islam y Occidente.
Curiosamente una de
sus principales recomendaciones plantea, para la solución del conflicto
árabe-israelí, la condición de la democratización de los países musulmanes por
lo que «se debe sensibilizar mas a los jóvenes y a la prensa (musulmanas) al
multiculturalismo».
Una vez más se ha confundido
entre la velocidad y el tocino. Por no llamar al pan, pan y las cosas lo que
son, el cónclave de Istambúl y sus resultados se quedaron en agua de borrajas.
El Informe de Europol,
el órgano europeo de coordinación policíaca para el 2007 hablaba de 583
acciones terroristas desbaratadas. Es decir 24% más que durante el 2006. Lo
que, según el informe de Europol, ha engendrado la detención de 1044
sospechosos. 48% más que el año anterior.
El 91% de estos
ataques o proyectos de ataques terroristas eran atribuidos a grupos
separatistas locales. Solo 4 atentados o tentativas fueron, según el citado
informe, obra de los islamistas.
Sin embargo de poco
han servido las estadísticas y las evidencias. Europol advertía que «la amenaza
yihadista seguía constituyendo la principal amenaza terrorista contra los
miembros de la UE».
« Aunque vuela es una
cabra»[1].
[1] Refrán marroquí que
relata una pugna entre dos hombres, uno de los cuales testarudo. El primero vio
un pájaro. El otro le dijo que no. Que era una cabra. Al volar el ave el
primero le dijo: ¿Has visto? Si he visto ¿Y qué? Aunque vuela es una cabra.
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