Con el reciente referéndum en Escocia y en el reclamado
por parte de los catalanes e ilegalizado por el gobierno español, algunos han vuelto a confundir la velocidad con el
tocino.
¿Autodeterminación dónde, cómo y por qué?
Recodémoslo de antemano: Fue el difunto rey Hassan II
quien había propuesto la idea del referéndum en el Sahara Occidental marroquí con
motivo de XVIII Cumbre de la no menos difunta Organización para la Unidad
Africana (OUA del 24 al 27 de junio de 1981)). Era en Nairobi (Kenia) el 26 de
junio de 1981.
Un compromiso que ha sido consignado en una resolución (AHG/resolución
103 XVIII) adoptada por consenso
“Cada vez que una nación ha podido hacer la economía de
una guerra, se ha adjudicado una victoria”. No obstante, este aforismo de Arístides Briand
no parece haber sido apreciado, siendo literalmente eclipsado por el odio y el
rencor de los adversarios de la integridad territorial de Marruecos.
De esta manera, consciente de “la convicción que tiene
Marruecos de sus derechos legítimos” por un lado y para “aplicar las
recomendaciones del Comité Ad Hoc de la OUA” Marruecos propuso un procedimiento
de referéndum cuya puesta en marcha hubiera podido hacer la economía de los mil
y un quebradero de cabeza y la necesidad de recurrir a la mendicidad de la nacionalidad
española y a la prostitución de comparaciones con los judíos sefarditas.
No. No fue así. Por razones obvias que nadie ignora, se
ha preferido hacer uso de sus riquezas naturales para satisfacer un odio, además
de injustificado, injustificable.
Tampoco se ha logrado este objetivo: Después de 33 años
de aquella histórica propuesta del difunto soberano de Marruecos en Nairobi y
pese a la dilapidación de miles de millones de dólares en compra-ventas de “reconocimientos”
y de maniobras dilatorias, Marruecos está más fuerte que nunca…
Más que ayer, menos… mucho menos que mañana.
Sin embargo y es lo que muchos no quieren (o no aceptan)
comprender (ni admitir) es que Marruecos sigue dispuesto, incluso determinado a
honrar la propuesta de su difunto monarca aquél 26 de junio de 1981 en Nairobi.
Sí. Un procedimiento de referéndum… siempre y cuando se
establezcan de manera exhaustiva los criterios de identificación y un minucioso
censo de las poblaciones concernidas y no el actual conglomerado de nacionalidades
en los campamentos de Tinduf donde el único factor común entre todos consiste
en satisfacer el desmesurado apetito y las miras expansionistas del anfitrión.
Lustros sin que Argelia decidiera permitir por fin un
censo justo y una identificación efectiva de las poblaciones de los campamentos
en su territorio, usándolos como conejillos de India en sus estrategias contra
Marruecos, temiendo, quizás, escandalosamente que el referéndum que exige con
esta población heterogénea, abarcara al Sahara Oriental, habida cuenta de que
la inmensa mayoría de la población de Tinduf, incluida la esposa del “presidente”
vitalicio y ministra de cultura y el “ministro de defensa del Polisario, proceden
de esta parte del Sahara.
Una solución al problema del Sahara es posible… enigmáticamente
posible. Solo hace falta un poco más de sentido común y menos falsos cálculos que
no dieron ningún resultado en más de 35 años y no darán ningún resultado en los
próximos 350 años.
Y es que unos tienen petróleo, otros tienen lo que es
infinitamente mejor que el petróleo: un pueblo…un verdadero pueblo que cree inquebrantablemente
en sus derechos y respeta religiosamente los del prójimo.
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