Algo es algo… puede que aun haya esperanza de que
se despierte la conciencia. Si miles de sirios e irakíes decapitados,
degollados, descuartelados, despedazados algunos incluso se les comieron los corazones
ante las cámaras no causaron el menor estupor en la comunidad internacional, la
cobarde y odiosa ejecución del cooperante británico David Haines por otro británico
del “Estado” islámico ha logrado… por fin conmover a esta comunidad
internacional.
El primer ministro británico señaló en una rueda
de pr ensa que “dará caza a los responsables de la decapitación”.
¿Responsables de la decapitación? ¿Y los demás
que diariamente decapitan o masacran a centenares de inocentes?
De hecho seria legitimo volver a preguntarse ¿Quiénes
es o son el responsable o responsables?
“Daech”… pero también sus progenitores occidentales
y árabes. Una responsabilidad compartida.
En todo caso, impactada por el triste suceso, la
comunidad internacional “cierra fila” para “combatir” al “Estado” islámico.
Es justo, lógico y hasta indispensable. Tanto que
se podría sentir una fuerte tentación de postergar preguntas sobre quién lo ha
creado, a qué fin, quien lo ha financiado/lo financia aun, quién lo lanza
contra algunos regimenes en Oriente Medio y cuáles son sus objetivos
estratégicos.
Al otro lado de la problemática está el mundo musulmán:
los más de 1500 millones de musulmanes, que deben comenzar a pensar y a
contemplar una nueva estrategia de comunicación, una mayor independencia de los
verdaderos enemigos de su religión y más valor para defender al Islam y sus
preceptos.
Nadie, nunca, jamás ha hecho tanto daño para el Islam
que “Daech” y los sambenitos que le colgó la alianza anglo-sionista: “Estado islámico”.
¡Qué horror? ¿Qué impostura? ¿Qué falacia? ¿Qué
calumnia?
El Islam es otra cosa. El califato islámico era
ejemplo e ilustración de paz, concordia, convivencia, coexistencia pacifica y
de la cultura de tolerancia.
Sin embargo, los “Muftis” cortesanos, prolíficos cuando se trata de legitimizar la
sangre árabe de los regimenes no al gusto ni al antojo de sus millonarios
empleadores, no mueven dedo para defender al Islam que unos usurpan para
cometer atrocidades y otros profanan, ayudando a éstos.
Mismas alianzas, mismas coaliciones, misma terminología
y misma demagogia.
Tan solo el nombre “Estado islámico” debe causar
estupor. Lo que había sido concebido para desacreditar y desprestigiar al Islam
y a los musulmanes, con la ayuda de algunos musulmanes y la cooperación
efectiva de otros “musulmanes”, está causando, como dirían los militares, para
los cuales es normal, daños colaterales.
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