III
En su columna semanal en el diario marroquí
«Al Ahdaz Al Magrebía » Jamil Asalhut nos recordaba el lunes pasado lo que
debería ser para todos los árabes la mayor de las incongruencias (o la peor de
las vergüenzas): «según las estadísticas de las organizaciones, UNESCO y la
árabe ALESCO el índice de la lectura del individuo en el mundo árabe no supera los…
seis minutos/año.
¡Alucinante!
Vergonzoso, aunque la inmensa mayoría de nuestros mandatarios tienen otras
preocupaciones. Se olvidaron del dicho del Profeta « Hacer de la ciencia
accesible a todos es alentar a cada uno a instruirse ». Pero ellos están más
ocupados en la búsqueda de soluciones a los problemas de Occidente como para
tener un segundo para pensar en la educación y la cultura de sus pueblos.
« Buscad
la sabiduría de la cuna a la tumba » decía Sidna Mohammad.
El
profeta dijo también que « los dos bienes más deseables son la ciencia y
la caridad y las dos cosas más detestables son la ignorancia y el
egoísmo ».
Más
contundente y explícito: « Los beneficios de la ciencia – dijo el Profeta-
son superiores a los beneficios de la devoción ». O: « Bebe de la
sabiduría sin importar el recipiente que la contenga »… la cultura
universal.
O sea
que pertenecemos a única religión del planeta que da explícita y
prioritariamente un título de nobleza al saber y a la cien. En Europa se lee
miles de veces más y mejor.
Más
insensatez: los libros traducidos anualmente al español equivalen al número de
los libros traducidos al árabe en 300 años…en tres siglos.
El Corán
dice: « ¿podrán acaso equipararse los sapientes con los ignorantes? ¿Son
iguales los que saben y los que no saben? Sólo los sensatos lo meditan »
(39:9).
« Sin
embargo, comenta irónicamente Asalhut los musulmanes presumimos ser la nación
de «Ikraa» o, en español, «Lee» que es el primer versículo del Santo Corán
revelado al Profeta».
¿Por qué
y cómo la nación de « Lee » no lee? se preguntaba legítima y
acertadamente el cronista de «Al Ahdaz Al Magrebía» antes de explicar el motivo
de su inquietud: « más del 25% de los árabes son analfabetos. O sea
casi 70 millones de analfabetos ». No obstante, como lo recuerda el centro
islámico de la
República Argentina en su colección « Cultura
Islámica » la literatura de origen arábigo-islámica influyó en Juan Ruiz,
el Infante Juan Manuel, Ramón Llul, Dante Alighiere, Miguel de Cervantes, San
Juan de la Cruz
y Santa teresa de Ávila, entre muchísimos otros.
En su
« El Islam y la
Cultura Universal » el centro subraya lo que hemos sido
los árabes y ya no somos: « la influencia literaria del Islam, dejó su
huella en la literatura de Europa, particularmente en España. La autoridad de
los musulmanes en las universidades de Italia, particularmente en Padua, no era
menor que en Francia, ocupando el mismo lugar que ocuparon en el Renacimiento
los griegos y los latinos ».
Sin
embargo… en el 2008 consagramos menos de siete minutos por año a la lectura.
Existe
una protesta del célebre Petrarca que nos muestra hasta qué extremo llegaba
esta autoridad musulmana, dice: « ¡Cómo! Cicerón pudo ser orador después de
Demóstenes. Virgilio pudo ser poeta después de Homero y ahora después de los
árabes, no deberíamos atrevernos a escribir».
Y es que
en nuestro enigmático mundo árabe, aferrados a nuestra incurable propensión,
nos pasamos la vida (gobernantes y gobernados) tratando de renovarlo casi todo
para que no cambie lo principal y… lo principal es tener la imprudencia y el
mal gusto como las tenemos nosotros de no reconocer que nuestra desgracia
« Intelectual » consiste en dos factores no más: pobreza en un mundo
inmensamente rico y represión contra una nación que reivindica con todos los
medios imaginables un feroz espíritu crítico.
Hipnotizados
por los Mac Donalds y una serie de las peores depravaciones morales
occidentales, la mayoría de los que poseen en el mundo árabe contribuyen con
las riquezas del pobre contribuyente a paliar la decadencia de occidente en vez
de consagrar parte de estas riquezas a la educación, la ciencia y la
investigación científica de sus iletrados pueblos.
Robert
Briffaul en su trabajo « Creación de la Humanidad » ha
expresado honestamente la deuda que tiene Europa para con los árabes:
« Fue bajo la influencia de los árabes y la resurrección de la cultura
mora y no en el siglo XV que se produjo el verdadero renacimiento ».
Por su
parte el Padre Don Miguel Asin Palacios escribe: « los científicos y
los filósofos cristianos debieron mucho de sus ideas a los hombres de ciencia y
comentaristas musulmanes del siglo IX hasta el XVI ».
Pero
esto era antes…Mucho antes de decidir no leer más que seis minutos por año pese
a pertenecer a una nación cuyo Libro Sagrado comienza con « Lee… ».
El poeta
iraquí Maaruf Arrasafi dijo: « Desgracia a la nación que sólo alza la voz
en los entierros »… no contra la represión y la injusticia.
La
inmensa mayoría de los que se fueron de su país en busca de «algo» mejor, no lo
encontraron, o bien porque no lo asimilaron lo suficientemente, o bien lo
pudieron resistir a tan tremendo cambio. Para esta mayoría el modelo de la
sociedad que encontraron y la nueva organización de la vida en su destierro
dorado correspondían a sus sueños, no a sus realidades.
Una indigestión cultural que, por no haber
podido ser contrarrestada, hizo que los que la padecían fuesen infinitamente
más vulnerables ante los predicadores de la violencia y del horror en nombre de
un paraíso que para ellos, era justamente en donde vivían.
Al final fueron presa fácil del, por un lado
de la elasticidad de los propios y del egocentrismo del extraño, llegando a
confundir entre conciencia religiosa y masturbación ideológica.
La exaltación por especialistas de la subversión
de lo que se fue y se puede volver a ser exacerbaba unos espíritus, durante
años expuestos a la amenaza y a la metamorfosis.
Ni en Rabat, antes, durante y después del 16
de mayo del 2003 ni en Madrid antes, durante y al día siguiente del 11 de marzo
del 2004 alguien logró discernir entre las amenazas que representa el Islam
radical mal inculcado y peor aprendido y
en lo que puede desembocar.
Ni en Marruecos ni en España ni en ningún
documento del arsenal de documentos que sancionaban la cooperación bilateral en
materia de lucha anti-terrorista advertía contra el espeluzno que consiste en
que el falso Islam es el único capaz de transformar un «pacifico» drogadicto en
un terrorista de alto riesgo.
Desde el
16-5 en Casablanca una estrecha y en principio hubiese podido ser fructífera
cooperación de los servicios marroquíes de lucha antiterrorista, fue instaurada
con su homóloga española.
Hoy, no
sería ligero afirmar que la subestimación de los servicios españoles de lucha
antiterrorista de las tesis y a las teorías de sus colegas en Marruecos, su
errónea devaluación de su idoneidad en materia del islamismo internacional,
adquirida de mil maneras y en mil idas y venidas entre Rabat y Washington y su
autosugestión profesional respecto a sus colegas africanos han ofuscado la
realidad de las cosas, constituyendo uno de los elementos claves de su
incapacidad de captar los indicios de lo que fue el 11-M.
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