No se equivocan los que afirman que el verano
pone nervioso al barrio de Jamaa Al Mezuak. De una gran sensibilidad marina,
como el resto de los tetuaníes de pura cepa, sus habitantes viven junio, julio,
agosto y parte de septiembre con la mirada fija en la vecinas Martil....Cabo
Negro o M’diq, viviendo al compás del retorno para las vacaciones de los
afincados en el extranjero y sus, casi siempre lujosos vehículos y algunos
incluso con sus « novias » rubias y a menudo altas que recordaban a los parados
de la región que al otro lado del Estrecho aún había vida. El Cuando se evocaban « los buenos tiempos » se mostraba amnésico,
como si el pasado le daba vértigos y como si expresara el deseo de permanecer
pasmosamente inmóvil en el presente, sin referencias ni solvencias, como si
trazara una nueva vía con un nuevo rebaño del que no quería, por nada del
mundo, descarriarse. No se disfrazaba en nadie ni en nada para tapar los oídos
ante lo que creía canto de las sirenas.
Sin embargo, su propia madre observaba que a
veces daba la impresión de querer confesar púdicamente algo pero de repente
como si tomara temperatura, daba bruscamente marcha atrás, volviendo a sus
convicciones absolutas.
— Al tío le lavaron el «
coco ».
Los que le conocían al dedillo comentaban el
efecto sinóptico de su cerco en España aunque ninguno de ellos se había
atrevido a imaginar su criminal reconversión.
— Para él, Madrid ya no
era Madrid de sus sueños y de estos imbéciles que se pasan el día jugando el
parchís o el dominó, elogiando o criticando a Raúl o a Zidan. No cabía ninguna
duda: el niño atravesaba un periodo tumultuoso y... más se cabe.
— Cambió de gusto y de
preferencia. Pero su seudo madurez es, a todas luces, superficial y primaria.
hay que escucharlo cuando habla de lo inmoral o amoral.
— Y cuando « predicaba »
que por cierto lo hacía discreta y abstractamente, casi con juegos de palabras
eran kilómetros de risa... como el humor cubano.
— Nos volvía más
rencoroso que un camello.
Sin confesarlo cabalmente, para él, todos sus
amigos o conocidos de antaño, tanto en Fnideq, como en Jamaa Al Mezuak son
infieles o descreídos. Su manera de ser, su rigidez e hipocresía social y su
unidad de acción e intención comenzaron a constituir en su opinión un mimetismo
que debe desaparecer.
La ceguera voluntaria. Una ausencia total de
reflexión sobre quién es, qué fue y qué debe ser. Todos y cada uno de los
ingredientes de un ser peligroso. Un personaje de dibujos animados que pasa de
ingenuo a criminal.
Cuentan los que le conocían más, que en sus
frecuentes idas y venidas entre Madrid y Tetuán, comenzaron a constatar con más
elocuencia, que la metamorfosis de Yussef era, cada vez más evidente. Confundía
mecánicamente virtualidad y realidad. Más que una simple proclamación de fe, lo
suyo era, como solía ironizar su amigo Hicham, « una nueva visión del mundo absolutamente abstracta » que no dejaba
a nadie indiferente aunque no alcanzaba el estado de pronóstico precoz. Todo le
parecía desvinculado del pasado .Que nadie tiene el derecho a estar tranquilo y
que la verdad suprema y la profecía se encontraban en Somos agua y en ninguna
otra parte del mundo.
Su madre, Muy Malika expresó un día sus dudas
sobre lo que llamaba «síndrome de alineación» a su padre.
— No me gusta la
conducta del chico.
— Pues yo la encuentro
infinitamente mejor que la anterior.
— Bueno... el que no
duda no sabe cosa alguna.
— Eso... sigues dudando
y no sé a dónde iremos a parar todos.
Parecía como si el fundamentalismo en Jamaa Al
Mezuak dejara de ser un fenómeno insólito. Devotos, unos, pecadores otros o
cuando menos, indiferentes a las prácticas religiosas, todos o casi todos
soñaban despiertos con la penitencia.
« Los que lo adiestraron saben hacer hablar la
emoción », pensó en voz baja para no irritar a su eternamente enervado marido.
Muy Malika que tenía el presentimiento de que su
hijo fue domado para lo peor cuenta que un día al preguntarle qué tenía la
contestó colérico: « Ahora comprendo por qué el Corán no cita el nombre de
ninguna mujer salvo Maria ».
Emocionante como una ficción. Pero acostumbrada a
vivir siempre y cualquiera que fuera la circunstancia en la quimera, ella
comprendió que se trataba de un naufragio doctrinal. Más tarde lo comentó a su
amiga y confidente Zahra: «Como si no tuviera otro deseo que la desaparición de
su hijo».
Mujer de fe y de atinadas reflexiones, con
telepatía o simplemente por picardía natural, Muy Malika vivía con la obsesión
de lo que llamaba « adulterio confesional » de su hijo.
— Pero, mujer ¿Qué te
pasa?
— No me gusta esta seudo
concordia entre Yussef y su padre.
— Al contrario. Debes
estar feliz y contenta.
— Conozco, tanto al hijo
como al marido. No tienen nada en común. Nunca lo tuvieron y, créeme, nunca lo
tendrán.
— Vamos a ver. ¿Querrás
decir que no se querían?
— Se detestaban a
muerte. De pequeño Abdelkrim le propinaba a Yussef cualquier paliza.
El auto de fe inquisitorial del padre volvió a
surgir en Madrid pero… bajo forma de lógica aritmética en la que la palabra
enmascaraba otras intenciones y la sed de descubrir otros objetivos. Se sentía
humillado. Sabía que no podía abolir la casualidad ni la pena de...vida. El
imaginario doméstico le parecía cada vez más cerca, más acosador y más palpable
y la imagen de su padre, desafiando la vejez y las brigadas anti-drogas,
le perseguía despiadadamente.
Muy Malika recordaba con
estupor las preguntas del pequeño Yussef.
— Mamá, ¿De dónde saca
tanto dinero?
— ¿Quién?
— Papá.
— ¿Por dónde has visto
tú tanto dinero?
Con su exhaustivo sentido de la medida, Muy
Malika trataba con todos los medios de
disuadir a su hijo para que convergiera su mirada hacia otra parte. Sabía que,
a pesar de insoportable, su marido era brillante e implacable y no toleraría
este excesivo interés de su hijo « por lo que no le importa».
— ¿Pero, qué hace papá?
— ¿Cómo qué hace papá?
— ¿En qué trabaja?
— Te lo dije mil veces:
Co…mer…cian…te
— ¿Qué comercio?
— Oye, ¡Parece mentira!
Alguien te ha dicho algo, Yussef.
— Pues... no...si... en
fin no.
Impulsivo y enigmáticamente imprevisible, Yussef
se mostraba cada vez más indeciso sobre quién es y de qué viven y no pudiendo
pregonar sus suposiciones, salmodia, sus sospechas en torno a la verdadera
identidad de su padre. La teoría del suspense le convenció que la solución se
encontraba al otro lado del estrecho de Gibraltar.
—
Te lo digo yo, mujer, tu hijo es kamuni[2].
—
No te preocupes, te lo suplico yo le hablaré y te prometo
que te va a obedecer.
Se pasaba la vida tratando infructuosamente, sino
de reconciliar padre e hijo, por lo menos
advertir a su recalcitrante hijo. Pese a ser relativamente buena
musulmana, respetuosa con los preceptos y practicante incluso, el modo de vida
ascético de Muy Malika la convencía de « que un día...». La constante
vigilancia que ejercía y el imposible equilibrio que buscaba eran premonitorios
de un punto de no retorno. Cansada y decepcionada optó por una cultura de
diversión que ella, más y mejor que nadie, sabía que era ridícula y costosa en
malos ratos y en suspenses. Sin conocer la quinta enmienda de la Constitución
americana que autoriza a guardar silencio y no testimoniar contra si misma y
con una imperiosa prudencia pedía a Dios «
orientar, un día, a su esposo hacia el camino recto » sin necesidad de
determinar responsabilidades, Tanto que, siguiendo los consejos de su amiga Zahra se desplazó hasta Meknes [3]
donde efectuó el peregrinaje ritual, al mausoleo del santo El Hadi Benaïssa[4] tomando parte, como se lo aconsejó su
fiel compañera, en una hadra [5]en
la que pidió a Dios y al santo reconciliar « los corazones de su hijo y su
marido ».
A raíz de esta escena, digna de Kafka, regresó a
su Mezuarkistán, encontrando consumada
la separación entre padre e hijo.
— ¿Pero, qué pasó?
— Lo expulsó de la casa.
— ¡Parece mentira! Padre
de mierda. No piensa más que en él y en sus sucios negocios. Es un hijo de
pecado.
No sabía si su peregrinaje realizó o no su voto.
Lo cierto es que se sentía liberada de una constante pesadilla. « De algo deben
servir los santos ». Y aunque ella era extranjera al «gremio», esperaba su «
bendición » que la esperó con tanta impaciencia e incluso ansiedad que años
después confesó a una de sus amigas que «hay santos xenófobos que conceden
exabruptos parte de votos de los forasteros»
[2] Expresión en árabe dialectal marroquí que
se refiere a la persona que necesita ser presionado e incluso apaleado para
obedecer. Kamuni de comino que libera su perfume solo cuando se frota.
[3] Ciudad imperial marroquí.
[4] Santo de la cofradía Aïssaua, llamado también Cheij El kamel (El Jeque
perfecto).
[5] Ritual
de alabanzas al profeta y expresión de votos y deseos.
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