V
Hasta ahora nadie logró resolver la
ecuación paro-trabajo-emigración en Marruecos. La psicología del humor marroquí
al respecto es, a más de un titulo ilustrativa. Por ejemplo cuentan que un rico
empresario que atravesaba la
Calle Mohamed VI en Rabat, principal arteria de la capital
marroquí, al llegar a la altura del Parlamento se encontró en medio de una
multitudinaria manifestación de los parados. Crisis de conciencia o deseo de
ilustrarse, el empresario ordenó al conductor parar el vehiculo, abrió la
portezuela y llamó a uno de los manifestantes:
—
Tú, ven aquí.
—
Si señor.
—
Toma mi tarjeta.
Mañana a las nueve de la mañana ven a mi oficina y te daré un trabajo bien
remunerado.
—
¡Parece mentira! aquí
hay más de cinco mil manifestantes y sólo me has visto a mí.
La paradoja migratoria queda con esta
anécdota medio explicada. La mayoría de los «pasajeros» de las pateras y de los
cayucos creen que lo difícil es atravesar. Una vez «allí» se les recibirá con
palma. De donde la elevada cifra de los marroquíes en el vecino país.
En
efecto, frente a los 51.145 argelinos o los 46. 145 pakistaníes, los residentes
marroquíes en España alcanzan la muy electoralista cifra de 644.688 y el flujo
aumenta[1].
En el
2004 y mucho antes, una fuerte polémica comenzó a cobrar cuerpo en el seno de la Comisión Islámica,
cuya reforma muchos, especialmente la
Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) han
combatido a capa y espada.
Sus
órganos, como los de su homóloga componente de la Comisión islámica, la Federación Española
de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) nunca fueron elegidos democráticamente
además de que sus diferentes visiones del Islam hacen, como lo ha calificado la
misma administración española, de « insostenible».
Ni en el
seno de las mil y una asociación y entidades musulmanas ni en el Ministerio
español de Justicia, donde se entiende que « los musulmanes son los que se articulan. La decisión la deben tomar ellos y no el
Estado»[2]
se ignora que en el hipotético caso de que se optara por las elecciones, los
marroquíes ostentarían el control de los musulmanes de su vecino del norte.
El 11-M
no pudo constituir ningún punto de inflexión en la función de la imagen de los
musulmanes marroquíes de España ni los posteriores arrestos pudieron alterar
las crecientes coordenadas de la exigencia de reforma de este organismo, clave
para el Estado español.
Desde mediados del 2002 en los barrios periféricos
de la capital española, habitualmente habitados por una mayoría de marroquíes,
irrumpen nuevos «exiliados» con diferentes acentos y distintas formaciones
dogmáticas.
Poco a
poco, sin que nadie lo sintiera, la «pleitesía» comenzaba a cambiar de
significado y de sentido. La impostura confesional conquistaba la moderación
ideológica.
Los que
no seguían la corriente expresaban en voz alta y en toda ocasión sus quejas y
sus inquietudes. Algo se movía en Somos agua. Algo invadía Leganés. Algo se
extendía como la peste por donde se proclamaba «Allah Hu Akbar»[3].
La inconciencia juvenil y una irresistible atracción por la aventura y la
curiosidad constituían un terreno fértil para la propagación de ideas que
ningún clarividente prodigó en el país natal.
El
síndrome de la discordia y la contrariedad de las opiniones presagiaban lo
peor. De lo que eran, Afganistán y Chechenia se han convertido en dorados del
pensamiento suicidiario.
Falsos
profetas que predican la violencia y el horror. Falsos fieles que inculcan el
pecado y la profanación. Falsos maestros que enseñan el error y la perversidad.
De este
modo comenzaban a aparecer los primeros indicios del odio y de la iniquidad.
Los hermanos de ayer se veían de reojo y los que no siguieron los retos fueron
acusados de mil perjuicios.
La
filosofía del terror eclipsaba toda cultura de tolerancia, eclipsando la lógica
del compromiso y de convivencia pacífica. De nada servían los consejos prodigados
insistentemente por Mansur, Haj Ahmed y otros francotiradores de buenos
auspicios. La avalancha extremista arrasaba todo a su paso.
La
confusión del Estado español entre laicidad y abstencionismo[4]
impulsó de manera absolutamente impresionante la arquitectura, cada vez más
creciente, de los discursos de la violencia y del desorden.
—
¿Has escuchado al
nuevo imam?
—
Primero no es el nuevo
imam, sino un usurpador. Pidió a Haj Ahmed que le dejara pronunciar aquel
diabólico sermón y…
—
¡Hombre! Tanto como diabólico
—
Escúchame, hijo, el
término es suave y exageradamente amable. Quien venga hasta esta tierra para no
ver en el Islam más que el Jihad, no me digas que es inocente.
—
Yo no digo nada, pero…
—
Sin excepciones, te lo
ruego, debes exhortar a tus amigos a dejar de escuchar a este Satán y a los de
su calaña.
Ofensiva
y contra-ofensiva. Entre ambas ingenuos espectadores que esperan el argumento
convincente. La proliferación de las injusticias y de incondicionales apoyos a
Israel y a quien mostrara odio alguno contra los musulmanes inclinaba la
balanza en favor de los alérgicos a la paz y a la concordia.
—
¿Has visto las
noticias?
—
¿Qué noticias?
—
El Telediario de la Primera.
—
No ¿Por qué?
—
Israel ha vuelto a
bombardear los territorios palestinos.
—
No es nuevo.
—
Ya lo sé. Lo nuevo es
que a excepción de China y Rusia los demás miembros del Consejo de Seguridad se
opusieron a una resolución que condenara el nuevo genocidio.
—
Tampoco es nuevo.
—
¿En tu opinión que es
lo que puede ser nuevo?
Reflexión
gratuita seguida de un humor envuelto en signos y reflejos:
—
Dijo que nos acusan de
no conocer a nuestras esposas hasta el día de la boda. Es cierto. Pero ¿Quién
de ellos puede pretender conocer la suya incluso después de lustros?
—
Humor machista. ¿Sabes
lo que te digo? Que eres un chorizo.
Preguntas
y respuestas. Preguntas y mensajes. Preguntas y posturas. No poca gente se ha
«tragado» lo de «podemos….».
El
profeta Sidna Mohammad dijo: «La incredulidad existe siempre entre nosotros.
Maldito sea quien la provoque».
Los que la provocaron han venido de lejos.
Actuaron en una total y paradójica impunidad y cosecharon los frutos de su
siniestra obra ante la mirada impotente de unos y la complicidad involuntaria
de otros.
Las campanadas
en el mundo de la negligencia de muchos se quedaron sin eco y la arriesgada
acción de otros, huérfana[5]
por la simple aunque irracional razón de que la juventud musulmana inmigrante
no estaba inmunizada ante tan siniestra doctrina de intolerabilidad e
intolerancia.
La
inmensa mayoría de los jóvenes inmigrantes marroquíes sentían un respeto y una
admiración inexplicablemente religiosa por los que creían símbolos de su país
de origen[6].
Eran
moldeables pero nadie juzgó oportuno intentarlo.
Todo
quedó en el recuerdo de un 24 de enero de 1977[7]
[1] Ana del Barrio en El Mundo (16-3-2009).
[2] José Manuel López,
Director de la Fundación Pluralismo
y Convivencia que depende del Ministerio de Justicia de España.
[3] Dios es grande.
[4] Instando a la reforma de
la Comisión Islámica,
el Doctor en derecho Jiménez Aybar lo advierte a las autoridades españolas.
[5] Durante
los reportajes del autor en Somos agua y en Lavapiés se han recogido testimonios de dos personas:
un F’kih en situación irregular en España y un dueño de un restaurante que le
revelaron que arriesgarán sus vidas, presentando recursos judiciales por lo que
llamaban « extraños personajes orientales que intoxican a nuestros hijos y e
nuestra juventud».
[6] En sus reportajes por los barrios en que residía
una mayoría de los marroquíes, por ser de la televisión marroquí, el autor era
recibido con honores dignos de un jefe de Estado.
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