A veces me da la impresión de
que a « nadie » le interesa el desmantelamiento del terrorismo
(llamado malintencionadamente por los occidentales, islamista) islamista.
En efecto, siendo
seudo-religiosa, la solución a esta lacra no puede ser ni securitaria ni
militar, sino, imperativamente RELIGIOSA…Lo que nos confiere el legítimo
derecho de preguntarnos ¿Qué hacen los medios religiosos en los países árabes e
islámicos (los doctos, los predicadores, los muftis, las ilustres notoriedades
en sus sermones de la oración solemne del viernes y en las televisiones donde
suelen “pronunciarse” categórica y casi oficialmente por el “Yihad” en algunos
países musulmanes árabes como Siria o incluso Egipto) etc.…?
Nada. O peor aun: Hasta ahora,
pese a un mas que posible giro de 180 grados de sus padrinos debido a la
arrogancia y la autosugestión del hijo biológico (aunque compartido con algunas
potencias occidentales) y protegido “dai’chita” a raíz de una serie de
“victorias” fáciles, exacerban las incitaciones y las invitaciones a perseverar
en el error y en el pecado, dando, de esta forma razón y credibilidad a los
detractores del Islam y a los que desean desacreditar a la religión musulmana.
Sin embargo, el Profeta
Mohamed (SAS) dijo: “Quien de vosotros vea un acto abominable que lo cambie con
sus manos, si puede, si no puede con su lengua, si no puede con su corazón que
es lo mínimo en la fe”.
Explícitamente edificante. La
mejor respuesta a ellos y a sus patrocinadores americanos y europeos con o sin
ellos (va siendo más, sin ellos) el Islam goza de una excelente salud y no necesita
su “defensa”.
Desde el “advenimiento” del
movimiento armado integrista en Siria, quedó claro que pese a la financiación
“petrodolarista”, al incondicional apoyo (en armas, instructores militares e
intendencia) americano, británico y francés y la complicidad, cuando no
conspiración de la inmensa mayoría de los miembros de la Liga Árabe, la solución
pasaba por una campaña de esclarecimiento, explicación y advertencia a la
juventud musulmana.
Tanto es así que, desde el
relevo en su jefatura, la organización terrorista, bajo el mando del egipcio
Ayman Douahri, se ha convertido en una sociedad anónima que presta sus
servicios al mejor impostor y sabemos quién es el mejor y el más rico impostor.
De modo que hasta los atentados, estilo 11-9 en Nueva York y en Washington,
Douahri los desplazo a países musulmanes como Marruecos, Argelia y Túnez que,
como informamos antes despliegan sus baterías anti-aéreas en pleno centro de
sus ciudades capitales, en previsión de este tipo de operaciones suicidas.
De modo que el papel del
ministerio de Habas y Asuntos islámicos en Marruecos y en el resto de los
países árabes e islámicos era y sigue siendo infinitamente más importante y que
podía ser más eficiente y eficaz que todos los ministerios de interior o
administraciones de las fuerzas armadas.
No fue así. No está siendo
así. Las opciones militares o securitarias sin amparo ni cobertura religiosa
sigue prevaleciendo sin, hasta ahora, ningún resultado tangible.
Sin embargo argumentos
jurídico-religiosos no faltan. El Corán esta lleno de versículos que denuncian
explícitamente el extremismo, la violencia y los actos tendentes a causar la
inseguridad:
“Que adoren, pues, al Señor de
esta Casa [la Ka‘ba]
y Le agradezcan. Por haberles proveído el sustento para que pudieran saciar el
hambre y haberles dado seguridad” (Corán, Sura 106, versiculo 3-4).
En Marruecos y en casi todos
los países árabes ante la in diferencia y la permisividad de los ulemas y los
responsables de la cosa religiosa, no pasa una semana sin anunciar desmantelamientos
de células terroristas durmientes y despiertas, lo que ilustra cabalmente el
total fracaso de la opción securitaria o militar e insta a explorar un
desenlace religioso.
No. Parece que todo el mundo
prefiere tropezar en la misma piedra mil veces.
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