“El avance del ‘Estado islámico’
en la zona de Erbil constituye una línea roja para el gobierno americano”. En Siria,
en Irak, en el Líbano o en el Yemen, no. La “revelación” es de The Washington
Post que explica al respecto (como ya es folklóricamente tradicional con medias
explicaciones) que EEUU tienen diplomáticos y consejeros militares en la ciudad
así como empresas. “Razones suficientes, según el rotativo americano, para que
los americanos decidieran proteger la ciudad”.
Tanto monta, monta tanto, Bush
que Obama.
O sea: que la historia de
Frankestein se repite: Se inventa al monstruo pero luego se ve que es incontrolable.
Su misión inicialmente prevista era derrocar al régimen sirio y de paso a los demás
regimenes que puedan sentir alguna tentación de insumisión hacia el Big brather
antes de presentarlo como la solución y alternativa para los “moderados” árabes
e israelíes a aunar sus “esfuerzos” para descartar la “amenaza”.
¡Genial! Pero de nuevo el tiro
salió por la culata y el Frankestein se pasea por Irak, “cementerio, según el
The New York Times, de las ambiciones americanas”, descuidando las líneas rojas
establecidas por su inventor americano. De donde los aviones americanos han
comenzado a proporcionar, el pasado día 7, la “ayuda alimentaría” a Irak y su
presidente Obama ha autorizado incluso incursiones militares y envío de 150
instructores militares a Erbil. O sea que, según el diario nuevayorkino “el
presidente Obama se encuentra exactamente en la situación en la que no quería
encontrarse. Cuando esperaba poner fin a la guerra en Irak, Obama es el cuarto
presidente sucesivamente en ordenar acciones militares en Irak”.
La misma situación, la misma
amenaza, el mismo curso de los acontecimientos e incluso peor prevalecen y han prevalecido
en Siria, Irak (antes de la amenaza contra los kurdos), recientemente (incluso
actualmente) en el Líbano y en Gaza, donde la guerra de exterminación israelí que
alcanza proporciones realmente inhumanas, cuenta con el total e incondicional
apoyo y colaboración efectiva de Estados Unidos, sin que ellos pudiera “emocionar”
a la Casa Blanca.
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