Un
país bombardea dos países. La impunidad podría resultar asombrosa si no
fuera costumbre. Algunas tímidas protestas dicen que hubo errores.
¿Hasta cuándo los horrores se seguirán llamando errores?
Esta
carnicería de civiles se desató a partir del secuestro de un soldado.
¿Hasta cuándo el secuestro de un soldado israelí podrá justificar el
secuestro de la soberanía Palestina? ¿Hasta cuándo el secuestro de dos
soldados israelíes podrá justificar el secuestro del Líbano entero?
La
cacería de judíos fue, durante siglos, el deporte preferido de los
europeos. En Auschwitz desembocó un antiguo río de espantos, que había
atravesado
toda Europa. ¿Hasta cuándo seguirán los palestinos y otros árabes
pagando crímenes que no cometieron?
Hezbollá
no existía cuando Israel arrasó el Líbano en sus invasiones anteriores.
¿Hasta cuándo nos seguiremos creyendo el cuento del agresor agredido,
que practica el terrorismo porque tiene derecho a defenderse del
terrorismo?
Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano… ¿Hasta cuándo se podrá seguir exterminando países impunemente?
Las
torturas de Abu Ghraib, que han despertado cierto malestar universal,
no tienen nada de nuevo para nosotros, los latinoamericanos. Nuestros
militares aprendieron esas técnicas de interrogatorio en la Escuela de
las Américas, que ahora perdió el
nombre pero no las mañas. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que la
tortura se siga legitimando, como hizo la Corte Suprema de Israel, en
nombre de la legítima defensa de la patria?
Israel
ha desoído cuarenta y seis recomendaciones de la Asamblea General y de
otros organismos de las Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo el gobierno
israelí seguirá ejerciendo el privilegio de ser sordo?
Las
Naciones Unidas recomiendan pero no deciden. Cuando deciden, la Casa
Blanca impide que decidan, porque tiene derecho de veto. La Casa Blanca
ha vetado, en el Consejo de Seguridad, cuarenta resoluciones que
condenaban a Israel. ¿Hasta cuándo las Naciones Unidas seguirán actuando
como si fueran otro nombre de los EE.UU.?
Desde
que los palestinos fueron desalojados de sus casas y despojados de sus
tierras, mucha sangre ha corrido. ¿Hasta cuándo seguirá corriendo la
sangre para que la fuerza justifique lo que el derecho niega?
La
historia se repite, día tras día, año tras año, y un israelí muere por
cada diez árabes que mueren. ¿Hasta cuándo seguirá valiendo diez veces
más la vida de cada israelí?
En
proporción a la población, los cincuenta mil civiles, en su mayoría
mujeres y niños, muertos en Iraq, equivalen a ochocientos mil
estadounidenses. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando, como si fuera
costumbre, la matanza de iraquíes, en una guerra ciega que ha olvidado
sus pretextos? ¿Hasta cuándo seguirá siendo normal que los vivos y los
muertos sean de
primera, segunda, tercera o cuarta categoría?
Irán
está desarrollando la energía nuclear. ¿Hasta cuándo seguiremos
creyendo que eso basta para probar que un país es un peligro para la
humanidad? A la llamada comunidad internacional no la angustia para nada
el hecho de que Israel tenga doscientas cincuenta bombas atómicas,
aunque es un país que vive al borde de un ataque de nervios. ¿Quién
maneja el peligrosímetro universal? ¿Habrá sido Irán el país que arrojó
las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki?
En
la era de la globalización, el derecho de presión puede más que el
derecho de expresión. Para justificar la ilegal ocupación de tierras
palestinas, la guerra se llama paz. Los israelíes son patriotas y los
palestinos son terroristas, y los terroristas
siembran la alarma universal.
¿Hasta cuándo los medios de comunicación seguirán siendo miedos de comunicación?
Esta
matanza de ahora, que no es la primera ni será, me temo, la última,
¿ocurre en silencio? ¿Está mudo el mundo? ¿Hasta cuándo seguirán sonando
en campana de palo las voces de la indignación?
Estos
bombardeos matan niños: más de un tercio de las víctimas, no menos de
la mitad. Quienes se atreven a denunciarlo son acusados de
antisemitismo. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo antisemitas los críticos
de los crímenes del terrorismo de estado? ¿Hasta cuándo aceptaremos esa
extorsión? ¿Son antisemitas los judíos horrorizados por lo que se hace
en su nombre? ¿Son
antisemitas los árabes, tan semitas como los judíos? ¿Acaso no hay
voces árabes que defienden la patria palestina y repudian el manicomio
fundamentalista?
Los
terroristas se parecen entre sí: los terroristas de estado, respetables
hombres de gobierno, y los terroristas privados, que son locos sueltos o
locos organizados desde los tiempos de la guerra fría contra el
totalitarismo comunista. Y todos actúan en nombre de Dios, así se llame
Dios o Alá o Jehová. ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando que todos los
terrorismos desprecian la vida humana y que todos se alimentan
mutuamente? ¿No es evidente que en esta guerra entre Israel y Hezbollá
son civiles, libaneses, palestinos, israelíes, quienes ponen los
muertos? ¿No es evidente que las guerras de Afganistán y de Iraq y las
invasiones de Gaza y del Líbano son incubadoras del odio, que fabrican
fanáticos
en serie?
Somos
la única especie animal especializada en el exterminio mutuo.
Destinamos dos mil quinientos millones de dólares, cada día, a los
gastos militares. La miseria y la guerra son hijas del mismo papá: como
algunos dioses crueles, come a los vivos y a los muertos. ¿Hasta cuándo
seguiremos aceptando que este mundo enamorado de la muerte es nuestro
único mundo posible?
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