Nada en el mundo nos hubiera
gustado más que hablar de la paz…de la concordia… de la justicia y de un mínimo
de conciencia universal.
Hubiésemos preferido hablar de
la equidad, de los verdaderos valores, de la valentía ética, de la
transparencia… de la verdad y de la salud moral.
No. Israel, sus bombas de todo
tipo, las “legales” y las ilegales, las inteligentes y las “torpes”, su sed de
exterminar al pueblo palestino, sus cómplices árabes (unos más que otros), sus
aliados occidentales y la desfachatez de tropezarse mil veces en la misma
piedra…palestina.
Lo llamaron EIIL para insinuar
que las dianas solo eran/son Irak y Siria.
La historia de Jaha
(legendario personaje del humor árabe) quien, para alejar a niños que le
agobiaban les dijo que en tal casa reparten pastelitos caseros, pero al irse, pensó
que a lo mejor acertaba sin saberlo, se fue a tal casa y lo volvieron a
encontrar asediándolo más.
No. Israel y su manipulación,
su autosugestión militar, su inquietud ante su incapacidad ante, hasta minúsculos
grupos de resistencia, lo que debería inducir a sus aliados a buscar en Turquía
el nuevo gendarme de Oriente Medio y su convicción del fin de ciclo de
superioridades nos obligan a hacer un debido ejercicio de conciencia y de concienciación.
La historia de quien creía
que, para acabar con Palestina, se debe matar a todos los palestinos. Y en sus
prisas, desbarata estrategias elaboradas exhaustivamente durante décadas para
desarticular al mundo árabe y desvalorizar su principal causa: Palestina.
No. Israel y su terrorismo
estatal y “privado”, Al Jazeera y la “Primavera árabe” con sus decenas de miles
de masacrados en Siria y en Irak, por poco nos convencen de que, los árabes,
somos y no podemos ser más que despreciables, fútiles, desdeñables, exiguos, mediocres e insustanciales.
La historia de una entidad heteróclita
y heterogénea formada por quienes han venido de mil partes, despojando a los
verdaderos dueños de la tierra, usurpando sus patrimonios y crucificando la
paz, la tranquilidad y la…sonrisa a base de mil masacres.
No… No podía ser de otra
manera. Así es Israel y así es su naturaleza criminal, fratricida y perversa…
Observemos un minuto de
silencio por su conciencia y la de los que contribuyen a derramar tanta sangre de
grandes y pequeños, a diseminar tantas lágrimas infantiles, a destruir tantos
bienes y a causar tanta tristeza.
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