A los israelíes y a los que
les apoyan y lanzan contra los palestinos no les gusta el siguiente suceso:
Cuentan que, con un fuerte catarro,
el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se fue a ver a un médico “estatal”.
Diagnostico del médico:
-
Creo, Sr. Primer ministro
que el clima de la Palestina ocupada no le
conviene.
En efecto, a él y a más del
99% de la población israelí arramblada y arrebañada desde los cuatro puntos
cardinales y vertido Palestina, gracias a la promesa de un británico: el
siniestro Belfour, no les conviene el clima de la Palestina usurpada.
La prueba es el cabal balance
de las razones de los “civiles” (colonos) israelíes muertos durante el actual
genocidio en Gasa: Todos han muestro por infartos cardiacos o por asfixia
debido al miedo y al pánico. O sea: donde no hay centenares de aviones de
combate, donde no hay centenares de “Mirvanas”, donde no hay americanos que
protegen y donde hay Hamas y sus misiles el susto de los israelíes alcanza una dimensión
anecdótica y hasta con ellos, comienzan a descubrir que sus soldados no son
mas diferentes de ellos. Algunos, incluso murieron en sus carros de combate por…
miedo.
Y es que el miedo, una forma
de ser y de actuar de los israelíes, es como el paludismo, por lo que la serie
de muertes de israelíes “civiles” (colonos) y militares en Gaza por miedo me
recuerda la historia de Bonaparte t el paludismo. Se las voy a contar:
Habiéndose atrapado cuatro
veces el paludismo, Napoleón Bonaparte conocía tan bien la enfermedad que decidió
servirse de ella en su contienda contra los británicos. De modo que dejó
intencionadamente desembarcar a los ingleses en Walcheren en 1809 en una zona pantanosa
con plantas palustres, donde los mosquitos atacaron a las tropas inglesas,
perdiendo la vida a causa de la fiebre del paludismo unos 27 000 soldados
ingleses.
No es muy difícil hacer la relación
entre el paludismo y el miedo. Ambos matan.
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