Estimados en cerca de 20% de
los judíos brasileños, los hebreos de origen marroquí desempeñan un importante
papel en la vida económica y social de este país latinoamericano.
Perfecta ilustración de esta contribución:
la existencia en Brasil de una ciudad llamada Nova Mazagao que fue construida
por los portugueses en una desembocadura de la Amazonia en el Sur-Este a
nivel de Río Mutuaza o incluso de un santo judío de origen marroquí al que
recurren tanto los judíos como los cristianos en el cementerio Saint Jean-Bautista
de Manaus, capital del Estado de Amazonas (Nor-Oeste) en pleno corazón de
Amazonia. Se trata de la tumba del rabino Shlomo Imanuel Muyal, enterrado en
1910 y el cual había llegado esta ciudad 10 anos antes, unos 200 anos después del
comienzo de la migración de los huidos marroquíes hacia el extranjero.
La historia
de los judíos de Brasil remonta, de hecho, a un periodo lejano: a los viajes de
Gaspar De gama, un judío de nacimiento, secuestrado cuando era aun niño y
bautizado por fuerza. Acompañó al almirante Pedro Álvarez Cabral, el célebre
navegador portugués que descubrió, en 1 500 las tierras de un Nuevo Mundo,
el futuro Brasil que ocupo en nombre del rey de Portugal.
Los judíos marroquíes, descendientes directos de
las comunidades expulsadas de España por los Reyes católicos y que habían
encontrado cobijo y hospitalidad en Marruecos, llegaron a Pernambouc, en Bahía
y sobre todo a Amazonia donde se instalaron hacia el ano 1810.
Tanto es así que, para muchos, la “diáspora” judía
marroquí establecida en el país del “orden y progreso” que es como se llama
Brasil ha contribuido mucho a que las relaciones entre Marruecos y Brasil sean
tan antiguas como ejemplares.
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