Los infieles
Levanta la cabeza y mírame a la cara,
Por ser infiel no tienes porque
sentirte rara,
Mi bárbara Sara,
Que cuando no puedas soportarlo más,
Dime simplemente para.
¿Quién a ti no se aliara?
¿Quién con el diablo no pactara?
No sabemos lo que el futuro nos
depara.
Mejor evitemos las casas de los
amigos,
Y así no dejaremos testigos,
Mientras tu marido prepara mi castigo,
Yo,
Tu cara, tu cuerpo y tú pelo,
Los bendigo.
Me da igual que no estés solo
conmigo,
Si tú de mi mundo te has convertido,
En el ombligo.
¿Cómo te lo digo…?
El higo,
Al tacto del trigo.
Mejor que el secreto permanezca en un
hotel,
Y róbame la piel.
Que los castillos que hemos
construido,
Son de papel.
Pero el que no te satisface,
Es tu marido,
La culpa es de él.
Que lo nuestro es una mezcla de
veneno,
Con sabor a miel,
Pero cada vez me pesa más la
conciencia,
Y dejarla me resulta cruel.
Mujer,
Perteneces a otro hombre,
Y yo a mi mujer.
Llevamos tiempo viéndonos a escondidas,
Para calmar este placer.
No sé cuánto daño mas vamos a hacer.
¿Por qué será que lo prohibido sabe
mejor que bien?
¿Cómo es posible que en pecado se
pueda pasar en un segundo, de cero a cien?
Pediré perdón arrepentido a mi mujer,
Y a mis hijos también.
El castigo de Dios no será con cien
latigazos,
Sino que me atormentara grabándomelo
en la sien.
Se divorcio,
No me preguntéis ¿Quién?
O si puedo mi mujer reemplazarla de
nuevo por ¿alguien?
Se desatan pasiones,
Nos sometemos a tentaciones,
Y nos olvidamos de nuestras
obligaciones.
A veces resulta difícil eliminar el delicioso
obstáculo de delante,
Y que el cuerpo aguante,
¿Cuánto más despampanante?
Al paraíso un paso más adelante.
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