El periodista Ahmed Reda Benchemsi considera en un articulo que acaba de
publicar que la recuperación por el Estado de sus adversarios es “una vieja triquiñuela”. “Pero, según el autor de este
nuevo tipo de “Fatuas” y un nuevo tipo de profecías, esta estrategia puede ser portadora de
peligrosos mensajes y puede igualmente atentar contra los valores que queremos
para este país. Benchemsi se refería a la oración solemne que el rey Mohamed VI
rezo hace poco en una mezquita de Tánger detrás de Mohamed Fizzazi.
La observación y las consiguientes preguntas se imponen:
¿Qué valores quieres Ustedes/Usted para todo un pais? Y ¿Quiénes son Ustedes (o Usted) que quieren/re (o
proponen/ne) valores para toda una nación?
Y la conclusión (o una de las posibles conclusiones) ¿Quién les/le ha conferido
el derecho de hablar en nuestro nombre e imponernos “valores” que todos conocemos
y que de ninguna forma corresponden a nuestra milenaria civilización o nuestro legado
histórico e intelectual y nuestra propia forma de ser? Y luego… ¿Quién le ha
dado el derecho de pensar por nosotros? ¿Acaso todos somos menores de edad y no
vacunados?
De no ser un país arraigado y encrucijada de la civilización, en Marruecos los
“valores” importados hubiesen conducido a un convulsionado y peligroso
mestizaje cuando no bastardía sobre el plano de identidad y de identificación.
Los valores de una nación o de un pueblo no se leen en The New York Time ni
en le Monde ni en El País ni se inspiran de analisis en torno a estrategias geopolíticas,
destinadas a la dominación y a la desfiguración de culturas e idiosincrasias
propias.
Ante estas “verdades absolutas” y esta autosugestión de un donante de
lecciones y un “profeta” de la ética, uno siente una fuerte sensación de recoger
todos “estos valores que quieren para nosotros”, echarlos al batel y tirar la
cadena.
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