Graves consecuencias ecológicas del cultivo de cannabis Entre la espada y la pared



 

En un momento en que la legalización del cannabis es objeto de un controvertido debate a raíz de sendas propuestas de ley de dos partidos de la oposición marroquí, el PAM y el nacionalista el Istiklal en torno a su cultivo, su reglamentación, industrialización y su comercialización, algunos medios autorizados comienzan a expresar sus serias inquietudes sobre sus consecuencias ecológicas.

Los habitantes del Rif deploran la continua destrucción de tierras cultivables en su región en razón de la intensa utilización de abonos y agua para cultivar el “Hachich”.

Según los ecologistas, el cultivo de esta devastadora planta acusa enormes danos a las tierras arables.

A pesar de la conciencia de que su cultivo permite sobrevivir a miles de familias rífelas, el cultivo del “Kife” amenaza seriamente la agricultura de la zona a medio y largo plazo.

Según la asociación local AZIR (lavanda en rifeño) “la zona de cultivo de cannabis consume mas abono que el resto de Marruecos”.

Peor aun: las tierras cultivables comienzan a desaparecer a causa de la excesiva utilización de estos abonos, lo que según AZIR constituye un auténtico problema en la región sobre todo para las familias que no poseen otro medio de subsistencia que la agricultura.

El cultivo de esta planta “asesina” ha hecho desaparecer los alcornoques de las zonas bajas de la localidad de Retama en el centro del Rif afectando también los espacios de cedros en las zonas mas altas y frías.

Ante lo cual los defensores del medio ambiente se encuentran confrontados a un verdadero círculo vicioso, ya que las consecuencias ecológicas constituyen las últimas de las preocupaciones de las más de 90 000 familias rurales que encuentran sus ingresos en el cultivo del cannabis

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