La manera y el tono empleados por el hombre de negocios Karim Tazi para reprender
al ministro de Comunicación Mostafa Khalfi les faltaron la elegancia y cortesía
necesarias, propias de un debate publico.
En efecto, dirigiéndose tan secamente al ministro y calificarlo de
marioneta que cubre la corrupción y protege el absolutismo no ha agregado nada
a esta conferencia organizada por Express la semana pasada sobre la libertad de
prensa.
Karim Tazi es un hombre de negocio de un temple particular. Hubiera podido,
en efecto, hacer prosperar su empresa y disfrutar de sus miles de millones
discretamente y según el principio del “capital vil”. Pero no, ha preferido
colocarse bajo los proyectores. Durante los últimos años ha financiado parte de
la acción del Movimiento del 20 de febrero antes de comenzar a apoyar la
izquierda para preferir luego el PJD. Pero ahora se subleva contra los hermanos
de Benkiran (el primer ministro) sin que
nadie le conteste su opción porque bien es verdad que todos tenemos
derecho a opinar… salvo que este hombre que ha querido alzarse en tanto que
hombre de reformas y del cambio ha sido traicionado por su comportamiento y se
dejo ir a humillar públicamente a su interlocutor, el ministro de comunicación
y portavoz del gobierno que, a pesar de ser objeto, de muchas criticas, se
deben formular en el respeto de las formas que es esencial.
Ironía del destino: el mismo Khalfi se había dejado caer en la trampa pocos
días antes, defendiendo a su jefe el primer ministro quien ataco antes a la
prensa y a los periodistas, alegando libertad de expresión, lo que induciría a
preguntarse si lo que ha proferido Karim Tazi puede enmarcarse también en este
capitulo de libertad de expresión. Afortunadamente hemos contestado a Mostafa Khalfi
su lógica porque una libertad absoluta puede ser finalmente mortal y las libertades
deben enmarcarse absolutamente en el respeto de la dignidad. No hay libertad
que se puede insultar y en caso contrario, nos encontraremos todos en la ley de
la jungla.
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