Como si de un servicio
cualquiera de la presidencia de la republica argelina que dirige y probablemente
por su delicado estado de salud, el presidente Abdelaziz Bouteflika se había
olvidado de responder al mensaje de felicitaciones con motivo de su
re-re-re-re-elección a la presidencia de su país de su “homologo” vitalicio del
Polisario.
A los domésticos se responde
tarde… muy tarde.
Un mensaje de apoyo que tiene
mil significados, el más pertinente o el menos pensado, es que interviene en un
momento en que el clan argelino del Polisario se encuentra en la cuerda muy
floja, blanco de severas criticas y a punto de llevar a los campamentos de
Tinduf a una auténtica catástrofe.
Por otra parte, expresar un “apoyo”
en las actuales circunstancias a la cúpula polisarista de derrota en derrota y
objeto de todas las protestas, equivale, según los observadores
internacionales, por un lado a un reconocimiento de que el Polisario y su RASD
es una cuestión argelino-argelina y de que, como todas las cuestiones de orden
“nacional” e interno argelino, incumbe al presidente de Argelia y a nadie mas
valorar la “acción” de esta dirección.
Además de estas evidentes
consideraciones, el gesto del primer mandatario argelino para con sus
domésticos polisaristas traduce un apoyo de un clan contra todo el resto de la
población de los campamentos de Tinduf.
Pero, como todo el mundo sabe
se trata de un secreto de Polichinela: Tanto monta tanto Abdelaziz Bouteflika
como Mohamed Abdelaziz.
En el dialecto marroquí hay un
refrán que dice: “Se le preguntó al gato ¿Quién es tu testigo? Mi rabo,
contestó”.
Gato (Argelia) y rabo (El
Polisario) intercambian delicadezas para desafiar a la comunidad internacional,
su reciente resolución 2125 del Consejo de Seguridad y sus implicaciones sobre
la instauración de un nuevo mecanismo de búsqueda de una solución al
prefabricado problema del Sahara Occidental Marroquí.
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