Analizando la cuestión del
independentismo que, según él, “los últimos meses han hecho aflorar en Escocia,
Cataluña, Kosovo, Flandes, Vento…” Miguel Rodríguez Andréu plantea 10 lecciones
de la ex Yugoslavia en un articulo publicado el pasado día 23 bajo el titulo “
¿Qué pasa cuando un Estado se declara independiente?”.
El autor señala de antemano
que “las causas del independentismo son varias y complejas, sin embargo rara
vez se reflexiona sobre sus consecuencias”.
En su primera lección,
titulada por Andréu “Un mundo en
miniatura” el autor lo explica de manera magistral: “Algo tan obvio no debe ser ignorado
desde una óptica social: menos territorio, menos patrimonio, menos recursos,
menos acontecimientos, menos interacción, menos estímulos, menos que compartir,
menos personas con las que identificarse… el mundo se hace más pequeño porque
las fronteras son más pequeñas”.
Y lo que es peor (eso lo
decimos nosotros): Más servidumbre y menos estabilidad. Entre el
independentismo y el separatismo existe una abismal diferencia. De donde no se
puede comparar sentimientos, nacidos de convicciones nacionalistas, étnicas,
religiosas o simplemente divergentes (el caso de Cataluña, País Vasco etc.) y
empresas creadas, financiadas, armadas, teledirigidas y lanzadas con objetivos
previamente seleccionados por algunos Estados como es el caso de la RASD de Argelia la cual pese
a su denominación árabe ningún país árabe ni musulmán a excepción del
Frankestein argelino reconoce o tiene la intención de reconocer.
Ėl mismo lo subraya: “las
causas del independentismo son varias y complejas” y a menudo (esto también lo
decimos nosotros) inconfesadas e inconfesables. Lo que exige hacer cierta
diferencia entre independentistas y vende-patrias al servicio de potencias extranjeras
cuyo objetivo y finalidad, por más que los presenten como nobles posturas o de
conformidad con los principios universales, no son en el fondo más que miras
expansionistas y apetitos hegemónicos destinados a atentar contra la integridad
territorial de vecinos y a crearles una situación de inestabilidad y de
tensión, inherente de evitar que se consagrara al desarrollo y al bienestar de
sus ciudadanos.
Este es el caso también del
proyecto argelino de amputar a su vecino marroquí sus provincias del sur para
crear un estado Argelia-bis sobre el cual el Instituto el Cano califica de “no fiable” y que “poblado solo por unos centenares de miles de
habitantes, no homogéneos y susceptibles de radicalización, preocupa más allá
del Magreb”.
En
efecto, como lo dijo el presidente del parlamento sueco Per Westrberq cuando se
le pregunto por qué su país no reconoce al Polisario: “Porque no cumple con ninguna
de las tres condiciones necesarias a su reconocimiento. Es decir: Un
territorio, un pueblo y un poder efectivo”.
El territorio es argelino, el
pueblo es no homogéneo y el poder es también argelino.
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